La estrategia y la ejecución son dos dimensiones que deberían desarrollarse de forma inseparable, pero la realidad es que esto no ocurre en el seno de las organizaciones y son múltiples los estudios que demuestran que el 70% de los fracasos empresariales se deben a una mala ejecución de la estrategia. “La diferencia entre una […]
Dirigentes Digital
| 07 feb 2020
La estrategia y la ejecución son dos dimensiones que deberían desarrollarse de forma inseparable, pero la realidad es que esto no ocurre en el seno de las organizaciones y son múltiples los estudios que demuestran que el 70% de los fracasos empresariales se deben a una mala ejecución de la estrategia.
“La diferencia entre una empresa normal y otra extraordinaria está en la ejecución, en hacer las cosas cuando hay que hacerlas” afirman Ram Charan y Larry Bossidy en su libro Execution.
No ejecutar la estrategia o hacerlo deficientemente implica estar por debajo del desempeño ideal de la organización y, por lo tanto, perder oportunidades de negocio y facilitar el camino a la competencia.
En esencia la ejecución tiene cinco aspectos clave:
Las empresas con está cultura tienen una gran agilidad y dinamismo que marcan la diferencia en los mercados. Para ello los profesionales deben tener claras sus responsabilidades y estar empoderados para ejecutarlas sin barreras ni intromisiones.
Este alineamiento implica romper con los silos estructurales y avanzar hacia empresas más ágiles y colaborativas.
En la ejecución se requiere ser meticuloso, realizando un seguimiento sistemático para identificar de inmediato potenciales problemas y reaccionar con la máxima agilidad.
Sin riesgo a equivocarnos, podemos decir que la ejecución está marcando la diferencia en un contexto tan complejo como el de la transformación digital en el que muchas organizaciones tienen ambiciosos planes que, o bien están durmiendo en los cajones de sus altos ejecutivos, o bien están naufragando por sus estructuras organizativas, por una falta clara de ejecución o, lo que es lo mismo, de liderazgo.