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Enfoques y habilidades internas para fortalecerse ante la crisis

Es evidente que las pequeñas y medianas empresas atraviesan tiempos difíciles a causa del panorama dibujado por la crisis de la COVID-19. De hecho, tal y como anuncian las estadísticas, cerca de medio millón de pymes españolas teme echar el cierre debido a la pandemia.   Aunque la situación económica, la paralización temporal y, su consecuente […]

Dirigentes Digital

12 may 2020

Es evidente que las pequeñas y medianas empresas atraviesan tiempos difíciles a causa del panorama dibujado por la crisis de la COVID-19. De hecho, tal y como anuncian las estadísticas, cerca de medio millón de pymes españolas teme echar el cierre debido a la pandemia.  

Aunque la situación económica, la paralización temporal y, su consecuente bajada de ingresos, influyen directamente en esta posibilidad, también es cierto que un cambio de mentalidad puede ayudar a reflotar los negocios. Y es que, más allá de los recursos económicos, la base de todo buen emprendedor está en su interior y en el desarrollo de las mal denominadas habilidades blandas.

La falta de confianza, el miedo al fracaso y la sensación de que todos los recursos son escasos se pueden transformar en capacidad ilimitada –pudiendo originar incluso nuevos planes de negocio– gracias a recursos internos como el ingenio, la creatividad, la resiliencia, la proactividad, la adaptabilidad a los cambios y la autogestión de las emociones. Todos ellos son vitales a la hora de afrontar procesos de incertidumbre como el actual. El problema es que la vorágine del día a día nos atrapa en una rueda, una secuencia de acciones que nos bloquean y no nos dejan ver con claridad. 

Los mayores miedos o debilidades del emprendedor pueden convertirse en grandes oportunidades con un sencillo cambio de enfoque. Para ello, es fundamental pararse a observar, priorizar y saber escuchar las nuevas necesidades que surgen en toda situación de quiebra o de crisis. Precisamente, es la forma de afrontar la realidad lo que provoca que unos salgan airosos y fortalecidos, y otros, por el contrario, lo hagan gravemente afectados. La clave reside en buscar y crear nuevas soluciones a los nuevos problemas que se manifiestan en la sociedad.

La actitud, la mentalidad y la gestión de los recursos internos influyen directamente en las decisiones y acciones del emprendedor y, por lo tanto, afectan también –irremediablemente– a su cuenta de resultados. Sabemos que los recursos económicos son finitos y limitados. Sin embargo, tenemos acceso a otros sistemas de los que quizá no somos plenamente conscientes. Me refiero a todos esos recursos internos que son los que realmente nos fortalecen en momentos de dificultad

Podríamos decir que el crecimiento profesional es directamente proporcional al desarrollo personal. De modo que, cuanto más notable sea la autoimagen, la autoconfianza y la autoestima del empresario, mejores serán sus resultados. 

Para potenciar estas cualidades e iniciar el cambio hacia una mentalidad de éxito, como coach y mentor de emprendedores, siempre recomiendo:

1. Entrenar el enfoque y buscar, al menos, cinco soluciones ante cada uno de los problemas a los que te enfrentas en la actualidad.

2. Confiar en tus capacidades y en tu nivel de adaptabilidad.

3. Detectar nuevas necesidades y nuevos problemas que tu negocio puede ayudar a cubrir o resolver.

4. Identificar tus debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades internas como emprendedor.

5. Aumentar tu nivel de confianza y autoestima identificando tus habilidades. 

6. Pedir ayuda a profesionales que te ayuden a prolongar tu mejor estado emocional y mental.

7. Innovar, desarrollar el ingenio y la creatividad buscando soluciones disruptivas que te permitan mantenerte ilusionado, enfocado y que, además, puedan aportar nuevas respuestas.

Estas capacidades interiores no solo son una fuente inagotable, sino que también pueden potenciar una transformación drástica en el marco externo de cualquier negocio, en el momento en que tomamos verdadera consciencia de ellas y las utilizamos con eficacia.

Indudablemente, el mayor activo y patrimonio del emprendedor es el resultado de la suma de su experiencia de vida, su trayectoria profesional y la optimización de sus recursos internos. Pues son sus talentos, sus dones y sus habilidades los que le permiten usar sus recursos más tangibles de una forma más rentable.

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