Cada vez se habla más sobre liderazgo, sobre las formas de ejercerlo y sobre su estrecha relación con el éxito empresarial o político. Pero ¿qué es lo que hace que algunas personas alcancen el éxito y se erijan en grandes líderes mientras otros fracasan estrepitosamente en el intento? ¿Es el éxito una cuestión de suerte? […]
Dirigentes Digital
| 25 ago 2023
Cada vez se habla más sobre liderazgo, sobre las formas de ejercerlo y sobre su estrecha relación con el éxito empresarial o político. Pero ¿qué es lo que hace que algunas personas alcancen el éxito y se erijan en grandes líderes mientras otros fracasan estrepitosamente en el intento? ¿Es el éxito una cuestión de suerte?
Decía Seneca, hace ya más de 2.000 años, que “la suerte es donde confluyen la preparación y la oportunidad”. Y es que, al igual que los líderes no nacen, sino que se hacen, el éxito no surge como consecuencia de un golpe de suerte sino gracias a una preparación previa que termina dando sus frutos cuando aparece la oportunidad.
La preparación implica adquirir conocimientos relevantes, desarrollar habilidades de gestión, cultivar una mentalidad estratégica y aprender de la experiencia. Una persona preparada tiene la capacidad de tomar decisiones informadas y estratégicas, está familiarizada con los desafíos que se presentan en su entorno y está dispuesto a adaptarse y evolucionar. Además, suele ser consciente de sus propias fortalezas y debilidades, y sabe cómo aprovechar al máximo las primeras mientras trabaja en mejorar las segundas.
Ahora bien, la preparación es una condición necesaria pero no suficiente para alcanzar nuestras metas. La oportunidad es el segundo factor clave para que la “suerte” llame a tu puerta y el hecho cierto es que no abundan las personas capaces de identificarlas. La mayoría de las personas viven centradas en su día a día, inmersos en acciones cotidianas que consumen la mayor parte de su tiempo y de su atención, lo que les lleva a dejar pasar infinidad de oportunidades que se presentan de muy diferentes formas: una fusión de tu empresa con la competencia, una adquisición, un despido, una conversación con el portero, un cumpleaños al que asiste tu hijo, una reunión de exalumnos o cualquier otro escenario más o menos inverosímil. La clave a la hora de construir nuestra “suerte” es estar en el lugar correcto en el momento adecuado; y tener la capacidad de reconocer y aprovechar la oportunidad cuando se presenta.
Es en este punto donde la preparación se entrelaza con la oportunidad. Donde, de alguna manera y a mi modo de ver, nace la “suerte”. Donde un líder demuestra serlo, reconociendo la oportunidad y no dejándola pasar. La combinación de la preparación y la oportunidad es lo que convierte a los lideres en “esos tipos con suerte” que, sin saber muy por qué (ironía), se han situado al frente de la organización, han sido nombrados CEO o han sido capaces de levantar una nueva ronda de financiación para su startup.
Sin embargo, también es verdad que la combinación de preparación y oportunidad no es suficiente para garantizar el éxito a largo plazo. La "suerte" es un resultado que se construye y se trabaja cada día. Es un proceso activo y continuo que requiere una mentalidad proactiva, una actitud de aprendizaje constante y una querencia natural por la asunción de riesgos. En mi caso, coincido con Seneca en su reflexión, y también con Jefferson cuando decía aquello de “he constatado que cuanto más duro trabajo, más suerte tengo” ¿Y vosotros? El verano es un buen momento para reflexionar sobre ello.