Si algo ha aprendido la población a nivel global en los tres últimos años es que hay algunas crisis que no se pueden predecir: el conflicto en Ucrania y la división del mundo en bloques; la expansión del coronavirus y la revolución integral en los puestos de trabajo o el vertiginoso incremento de la inflación […]
Dirigentes Digital
| 19 jul 2023
Si algo ha aprendido la población a nivel global en los tres últimos años es que hay algunas crisis que no se pueden predecir: el conflicto en Ucrania y la división del mundo en bloques; la expansión del coronavirus y la revolución integral en los puestos de trabajo o el vertiginoso incremento de la inflación y la debilitación de la economía global.
Estos son solo algunos de los ejemplos que han estremecido sin previo aviso al panorama político, social y económico internacional, haciendo que el pronóstico de futuro se vuelva casi impredecible para gobiernos y profesionales de todos los ámbitos.
Una de las grandes afectadas por este contexto cambiante han sido las empresas. Estas se han visto obligadas a reinventarse constantemente con un único propósito: sobrevivir y prepararse para los posibles nuevos riesgos que puedan divisarse en el horizonte. La incertidumbre sobre la duración y el impacto económico del actual escenario de inflación y deuda ha generado un clima de cautela entre los líderes empresariales que han aprovechado esta etapa para reforzar su capacidad de resiliencia, pero también su madurez en materia de riesgos, de modo que hoy en día están listas para afrontar con mayor confianza las oportunidades que se les presenten en un futuro.
Asimismo, las predicciones económicas señalan que la tasa de inflación se mantendrá, en los próximos años, por encima de los niveles marcados en los últimos años. Principalmente, por los efectos de la inflación de segunda ronda que crea un círculo vicioso de subida de precios y salarios con el fin de equilibrar el escenario de inflación desbocada. Esta situación plantea un serio desafío para alcanzar los objetivos de rentabilidad presupuestados en las compañías.
Un ejemplo es el desplome que se ha producido en la inversión empresarial en el último trimestre del pasado año España y que contagió de pesimismo la entrada de 2023. Sin embargo, tras dos trimestres a la baja, las previsiones publicadas por el último informe del INE, destacan el aumento en un 1,8% de las inversiones en este segundo trimestre del año.
Hace unos años la gestión de riesgos no estaba en el foco de las organizaciones. Si nos remontamos a los años 2000, tan sólo una docena de sesiones (de casi 250) de la reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos se centraron en esta cuestión. Hoy en día, casi la mitad pone el foco en cómo gestionar un amplio espectro de riesgos y fundamentalmente en impulsar la resiliencia. En este contexto, la inversión en la gestión de riesgos se presenta como una herramienta fundamental por la que ya apuestan muchas empresas para identificar, evaluar y contener los peligros potenciales con el fin de salvaguardar su viabilidad y promover la innovación, junto con todas las posibilidades que brinda.
No obstante, todavía muchas empresas cometen el gran error de pensar que son indestructibles; pero les invito a que se hagan las siguientes preguntas ¿cómo de robusta es realmente su empresa? ¿Qué tiene el potencial de destruir completamente su negocio en un único día o qué partes estratégicas de su negocio se verían afectadas por esa amenaza? Una vez dado respuesta a estas cuestiones, cabe plantearse hacia dónde tengo que reconducir mis esfuerzos a lo que les invito a reflexionar sobre cuestiones como ¿hacia dónde necesitamos realmente asignar nuestra capacidad de gestión de riesgos en el futuro? ¿Cómo creamos valor en lugar de agregar capas y capas de controles? De primeras, puede parecer abrumador dar respuesta a tanta cuestión. La buena noticia es que existen hoy tecnologías contrastadas que permiten predecir el riesgo y evaluar los nexos existentes entre ellos, que es el factor que desencadena los principales impactos en las cuantas de resultados de las compañías.
Y es que el campo de la innovación tecnológica abre a las empresas una interesante vía de anticipación a nuevas crisis, mediante el uso de herramientas como la inteligencia artificial y algoritmos predictivos que sirvan para interrelacionar el mundo macroeconómico con los factores internos empresariales.
También, me gustaría poner el foco en las políticas ESG que pueden presentar numerosas oportunidades para las compañías. Aquellas organizaciones que adoptan una gestión proactiva de los riesgos ambientales, sociales y de gobierno corporativo, pueden mejorar su posición competitiva, atraer inversores responsables y generar beneficios económicos y sociales en el largo plazo. De este modo, también es imprescindible trazar una hoja de ruta para cumplir con las exigencias de la regulación en materia de responsabilidad social corporativa.
Actualmente, el foco de muchas empresas se encuentra en intentar acompañar a sus clientes para definir sus acciones y los siguientes pasos a dar. En este punto, apostar por medidas acorde con la transición energética, los avances tecnológicos y la digitalización son clave para hacer frente a la situación actual.
A pesar del actual debate que hay sobre la mesa acerca de la disrupción digital en el entorno laboral, la innovación para dar respuesta a las necesidades de las empresas y la gestión de riesgos individualizada se posicionan como algunos de los primeros pasos para avanzar hacia un futuro de empresas a prueba de crisis.