Las grandes ideas no siempre nacen de una sola cabeza pensante. Tal vez sí el germen, alguien de repente encuentra en su mente un hilo de luz que tiene posibilidades de transformarse en algo brillante. Pero para conseguir esa transformación, muchas veces concurren otras personas que van tirando de ese hilo y aportando nuevos puntos […]
Dirigentes Digital
| 01 sep 2023
Las grandes ideas no siempre nacen de una sola cabeza pensante. Tal vez sí el germen, alguien de repente encuentra en su mente un hilo de luz que tiene posibilidades de transformarse en algo brillante. Pero para conseguir esa transformación, muchas veces concurren otras personas que van tirando de ese hilo y aportando nuevos puntos de vista y variantes respecto a la idea inicial. Es la riqueza de la diversidad. La ventaja de aplicar una metodología colaborativa a los procesos de creación y desarrollo permite encontrar soluciones innovadoras para resolver problemas y retos de diferente índole.
El grupo, la comunidad, se convierte en un motor con un potencial incalculable, muy superior al de cada uno de sus individuos. Esto es cocrear, y es una tendencia que hoy en día se utiliza para enfrentarse a los grandes desafíos de la economía o la sostenibilidad. En el ámbito de la innovación y el emprendimiento, las soluciones colaborativas aceleran y amplían el impacto que puede conseguir una buena idea de negocio. Y el hecho de fomentar la aparición de espacios que favorezcan esa colaboración, y que inspiren a los emprendedores en su búsqueda de soluciones innovadoras, es una forma de impulsar la reactivación social, económica o cultural y la regeneración de las ciudades.
En los últimos años, a través de los espacios de coworking, han surgido en España importantes comunidades de emprendimiento, incubadoras de ideas que se llevan a la práctica enriquecidas por metodologías colaborativas. Pero para lograrlo hace falta mucho más que un lugar físico. Es cierto que no es lo mismo instalarse en una oficina de paredes grises a hacerlo en un lugar apetecible, con zonas abiertas donde poder compartir momentos con otras personas con inquietudes similares. Pero para que se produzca la magia de la cocreación hace falta dinamizar ese lugar y transformarlo en algo vivo.
En nuestra red de espacios de emprendimiento de impacto hemos desarrollado un modelo propio de gestión y consultoría, denominado Xperience, avalado por más de 15 años de experiencia impulsando ecosistemas y activando comunidades. Y una de las claves para el éxito de un espacio con propósito es la capacidad de atracción e interacción con los diferentes grupos de interés, para que se puedan aprovechar las distintas perspectivas y aportaciones de cada uno y crear valor a partir de la colaboración.
Utilizando una visión sistémica y regenerativa, buscamos fórmulas para identificar el propósito, articular a los diferentes stakeholders y generar esas soluciones conjuntas innovadoras que aceleran y amplían el impacto. Asimismo, para la dinamización de la comunidad se utilizan metodologías como el Community Canvas y se impulsa la participación de actores clave, promoviendo el debate alrededor de los temas más importantes para los miembros y apoyándoles en los retos que se quieran abordar.
Formar parte de un espacio que valora e impulsa el emprendimiento significa estar en un terreno fértil para la innovación y las colaboraciones, y permite acercarse a una comunidad formada por personas y organizaciones de perfil predominantemente ágil y resiliente que se preocupan por solucionar los retos de la actualidad.
Dado el éxito de estos entornos de cocreación e innovación colaborativa, muchas empresas han comenzado a crear sus propios espacios de trabajo que llamen a la interacción y a la búsqueda de inspiración e innovación. Tras la pandemia y la consolidación del trabajo en remoto, se han dado cuenta de que no tiene sentido que los empleados se sienten cada uno en su mesa sin interactuar, y de que el teletrabajo tampoco facilita la creación de comunidad. Por tanto, empiezan a ser conscientes de la importancia de ofrecer un entorno dinámico, diverso, colaborativo y, por qué no, divertido, que fomente la creatividad y permita intercambios de valor.
En este escenario, los coworking solucionan desde las necesidades físicas básicas (oficinas, WiFi, salas de reuniones) hasta otros aspectos más complejos y subjetivos, como la integración de equipos, la comunicación, el sentimiento de pertenencia o la gestión cultural, así como el ahorro que supone esta opción o cómo afecta positivamente a la rentabilidad del negocio. Pero hace falta alguien especializado que se encargue de convertirlos en algo vivo, y esto ha hecho surgir una nueva línea de negocio que consiste en la gestión y dinamización de espacios de terceros.
Muchas compañías están apostando por esta fórmula para impulsar proyectos sectoriales, apoyar a determinados colectivos o establecer colaboraciones hacia un propósito común. Ejemplo de ello es el espacio Educo-Impact Hub de Barcelona, en el que trabajan organizaciones diversas con un interés común en abordar los retos actuales de la educación desde la innovación, o el Orange Digital Center de Fundación Orange, en Madrid, que quiere convertirse en un referente en la adquisición de habilidades digitales para los grupos sociales más vulnerables y afectados por la brecha digital.
También son cada vez más las empresas conscientes del potencial que tiene el entorno del emprendimiento que integran en sus espacios a startups a través de programas formativos o de aceleración. Es el caso de Enagás Emprende, para la inversión, colaboración y aceleración de proyectos y tecnologías innovadoras en el ámbito de la transición energética. A estas startups se les ofrece un espacio en su sede en el que pueden trabajar, acceder a recursos, conectar con sus equipos y compartir conocimiento.
Sin duda, el impacto no se genera de forma aislada, sino que requiere colaboración y comunidad. Los retos sociales y medioambientales a los que nos enfrentamos exigen que las organizaciones adopten un compromiso de actuación para impulsar una reactivación sostenible. Y para poner en marcha estos cambios hacen falta nuevas ideas de negocio, transformar el tejido empresarial y cambiar hábitos y comportamientos.
La colaboración y la articulación coordinada de distintos grupos de interés con un propósito común tiene una capacidad transformadora inmensa, y su potencial se amplía cuando se encuentran en espacios que favorecen el intercambio y la elaboración conjunta de proyectos de impacto. Es una tendencia que cada vez va a estar más presente y que poco a poco va mostrando su enorme fuerza regeneradora.