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Redes Sociales y Generación Z: la lucha contra los algoritmos adictivos

Por Juanjo Galán, Business Strategy de All4Sec

Juanjo Galán

17 jul 2024

La Generación Z, aquellos que han nacido entre 1997 y 2012, ha crecido en un mundo saturado de tecnología digital. Para ellos, las redes sociales no son solo una herramienta de comunicación, sino también una extensión de su identidad. Estas plataformas han redefinido los vínculos sociales, permitiendo una conexión global sin precedentes y el acceso instantáneo a una variedad casi infinita de información. Sin embargo, han generado una dependencia que preocupa sobre todo en temas de privacidad, salud mental y autenticidad de las relaciones interpersonales.

El 30 de junio se celebró el Día Mundial de las Redes Sociales y en All4Sec hemos aprovechado para reflexionar sobre su impacto en las nuevas generaciones, reconociendo su poder transformador, su influencia en la construcción de nuestra sociedad y en los riesgos que conlleva.

Relaciones interpersonales

Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, WhatsApp, TikTok, Snapchat… se han convertido en el pasatiempo preferido de los jóvenes. Las nuevas generaciones ven en estos medios una oportunidad de expresarse; una forma de independencia donde poner de manifiesto los cambios de su vida social en términos de vida virtual.

A pesar de que las redes sociales suponen un avance en muchos ámbitos sociales, es una realidad que la tecnología ha supuesto cambios en la conducta y las relaciones personales; cambios que traen consigo, por ejemplo, autolimitaciones frente al contacto humano.

Todo ello está repercutiendo en el desarrollo de la personalidad, el comportamiento, el aislamiento, la búsqueda de estimulación continúa y en un deseo compulsivo de estar conectados. Los jóvenes entran en una era de soledad interactiva, que surge de la dificultad de mantener comunicación con las personas de su alrededor, manifestando angustia por no conservar la conexión virtual.

El psicólogo social Jonathan Haidt, en su libro ‘La generación ansiosa’ culpa a las pantallas y a las redes sociales del aumento de la ansiedad y la depresión entre los jóvenes y adolescentes y asegura que “ninguna tecnología quiere perder a su objetivo más valioso”.

Son las propias aplicaciones sociales las más interesadas en que cada vez se pase más tiempo en Internet. No hace mucho, Jeff Horwitz, periodista de The Wall Street Journal, desveló cómo Meta censuraba a los jóvenes a sabiendas anteponiendo sus indicadores de interacción a la salud mental de sus usuarios.

Regulaciones en el uso de redes sociales

Frente a este poder, recientemente, la Comisión Europea ha abierto un nuevo procedimiento de infracción contra la multinacional por considerar que la compañía no ha actuado para proteger a los menores, en parte debido a los algoritmos adictivos que utilizan, lo que violaría la Ley europea de Servicios Digitales (DSA).

Los responsables europeos estiman que los algoritmos empleados, por ejemplo, en Facebook e Instagram “explotan la debilidad y la inexperiencia” de los menores mostrándoles contenidos en función de sus intereses, lo que fomenta su adicción a las redes.

A todo ello hay que unir que las herramientas de verificación de edad no son fiables ni efectivas para evitar que los menores accedan a contenido inapropiado, lo que trae consigo que las medidas de privacidad y seguridad predeterminadas sean suficiente protección a los menores.

En este contexto, el pasado mes de mayo, el Gobierno de España dio el primero paso para promulgar una norma que proteja a la infancia y la adolescencia en su uso de los entornos digitales. El anteproyecto pretende abrir camino en Europa para atenuar los riesgos y preservar el bienestar y seguridad de los más jóvenes.

Con esta nueva ley, la edad para prestar consentimiento para el tratamiento de datos personales aumentará de los 14 a los 16 años. Los más pequeños necesitarán el consentimiento de madres, padres o tutores legales para abrir una cuenta en redes sociales.

Asimismo, las ‘deepfakes’ de contenido sexual serán delito y se incluirán en el Código Penal con penas de prisión de uno a dos años para los autores e incluso “pena de alejamiento de los entornos virtuales” para prohibir el acceso o la comunicación a través de redes sociales, foros, plataformas de comunicación o cualquier otro lugar en el espacio virtual.

Perfiles falsos

El citado anteproyecto también apela a las compañías tecnológicas que tendrán que instalar de fábrica un sistema de control parental en móviles, ‘tablets’, ordenadores y televisores inteligentes. Aun así, ¿cuánto de efectivos pueden ser estos sistemas de control parental?

El uso de perfiles falsos juega en su contra. Los perfiles falsos han proliferado de forma exponencial en internet en los últimos años. El objetivo siempre es el mismo: ganarse la confianza o el interés de la víctima para atraparlo.

Todos pensamos que a nosotros esto no nos pasará, que no somos tan ingenuos. Pero la realidad es que, con la saturación de información y las notificaciones que recibimos, es difícil acordarse de a qué newsletter nos hemos subscrito o qué paquete estamos esperando recibir. Y, cuando la trampa está tan bien elaborada, es difícil distinguir entre lo que es real y lo que es un engaño.

En este contexto, las redes sociales se han convertido en el principal foco de acción de los ciberdelincuentes. Meta desactiva cada año casi 2 mil millones de cuentas falsas, de las cuales muchas son simplemente ‘bots’ o ‘spam’, pero otras muchas están diseñadas para suplantar la identidad de los usuarios.

Y es precisamente la Generación Z una de las más vulnerables a estas estafas y fraudes debido a su alta exposición y confianza en estas plataformas. Aunque tecnológicamente los jóvenes son más hábiles, carecen de la experiencia necesaria para identificar estafas sofisticadas.

Los perfiles falsos pueden hacerse pasar por empresas legítimas o personas de confianza a los que realizar pagos o proporcionar información financiera. Según un estudio de la Alianza Nacional de Ciberseguridad de EEUU, los más jóvenes caen en el engaño del ‘phishing’ tres veces más que los ‘baby boomers’, que se muestran más desconfiados ante el mundo digital.

Percepción del riesgo

Aunque pueda parecer contradictorio, dada la destreza digital de la Generación Z, lo cierto es que pasar más tiempos en Internet juega en su contra. Además, la exposición constante y la percepción del riesgo puede llevarlos a subestimar las amenazas. Se llega hasta el punto de que muchos jóvenes admiten que no implementan las herramientas de seguridad disponibles por considerarlas tediosas o innecesarias.

Las ciberestafas más comunes en las que caen son las relacionadas con la descarga de aplicaciones a través de ataques de ‘phishing’. Los ‘malwares’ pueden encontrarse en aplicaciones aparentemente legales, sitios web falsos o simplemente archivos adjuntos. Pero no son los únicos, también se puede caer en la estafa de los ‘spywares’, un software que se instala sin el conocimiento del usuario y que recopila información del dispositivo. Las variantes son innumerables.

Cibereducación

Es una realidad que la ciberseguridad es todavía una asignatura pendiente entre los jóvenes y que la Generación Z se encuentra en la encrucijada de un mundo digital que, si bien ha transformado la manera en que nos comunicamos, también presenta riesgos que no pueden ser ignorados.

La legislación y las medidas de protección son pasos necesarios para salvaguardar el bienestar de los jóvenes y de las generaciones venideras, pero es igualmente crucial fomentar una educación digital que promueva el uso responsable y consciente de estas tecnologías. Solo a través del esfuerzo conjunto de gobiernos, empresas tecnológicas y la sociedad en general, podremos aprovechar el máximo potencial de las redes sociales garantizando un entorno más seguro y mitigando los peligros.

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