Para la inmensa mayoría de profesionales, el 2020 ha sido un año excepcional, entendiendo “excepcional” como raro, extraño, insólito e incluso extraordinario, o devastador con todos sus posibles acepciones. De lo que no hay duda es que la transformación de las organizaciones, con el apellido que le queramos poner (digital, cultural, eficiente, inteligente, etc.) es […]
Dirigentes Digital
| 04 ene 2021
Para la inmensa mayoría de profesionales, el 2020 ha sido un año excepcional, entendiendo “excepcional” como raro, extraño, insólito e incluso extraordinario, o devastador con todos sus posibles acepciones. De lo que no hay duda es que la transformación de las organizaciones, con el apellido que le queramos poner (digital, cultural, eficiente, inteligente, etc.) es la vía indiscutible para ser competitivos en esta nueva era y en las venideras.
Una transformación que se tiene que acometer con un planteamiento integral, no parcial o con parches. Algunas empresas están transformándose en ciclos y/o niveles pero lo importante es tener una visión global que permita ver y establecer todas las conexiones del cambio.
Para empezar, el primer paso es, indiscutiblemente, ser conscientes de la necesidad de evolución. Un aspecto que la mayoría de las empresas lo contemplan en su estrategia, y es a partir de ahí, donde empieza para muchas compañías el verdadero conflicto. ¿Cómo hacer? ¿Por dónde empezar?
Existen distintos modelos y aproximaciones que se están llevando a la práctica (big bang, generación de una nueva empresa que convive con la actual y que sistemáticamente va desarrollando los nuevos productos y servicios aplicando nuevas formas de trabajar, ciclos de transformación, etc.). Independientemente del modelo elegido, en todos los casos, en mi opinión, hay una hoja de ruta para realizar con éxito el proceso de transformación:
Entender como están cambiando constantemente los comportamientos de nuestros clientes, como las tecnologías nos ofrecen oportunidades hasta ahora impensables y como aparecen nuevos competidores con ideas que mejoran visiblemente la experiencia de “nuestros” clientes. Reflexionar sobre la necesidad de analizar los modelos de negocio basados en plataformas y ecosistemas como los datos se han convertido en un activo estratégico de la organización. Los datos son el oro del SXXI, no lo olvidemos.
Observar cómo están cambiando las formas de trabajar, y por lo tanto, los esquemas de gestión del talento. Interiorizar las nuevas capacidades necesarias en la organización y el nuevo modelo de acceso al talento, a un talento “infinito” a través de las redes de talento existentes en Internet.
Con todos estos cambios, es obvia la necesidad de cuestionarse la estrategia actual. Y, por descontado, contar con una y revisarla continuamente.
Hacernos la pregunta: ¿Dónde queremos estar? En uno, dos o tres años. Es el momento de ser ambiciosos y visualizar la empresa en otra dimensión, aprovechando todas las facilidades digitales. Y reflexionar sobre otras cuestiones cruciales para la supervivencia de la compañía. ¿Cuál podría ser nuestro mercado? ¿Cuál podría ser nuestro modelo de distribución? ¿Qué alianzas podríamos realizar? ¿En qué ecosistemas podríamos participar, e incluso orquestar? ¿Qué valores tendríamos que evolucionar en nuestra cultura?
¿Dónde estás en cada una de las distintas dimensiones de la organización?
Es una etapa creativa en la que se tienen que definir varios aspectos. Los proyectos que integrarán el plan (evolución organizativa, datos, gap de capacidades, nueva oferta de valor, formación, omnicanalidad, evolución tecnológica, etc.). La hoja de ruta del Plan, incluyendo la dinámica de “Quick Win”. El cuadro de mando de la Transformación. Relación de indicadores que constantemente informarán del impacto de los cambios que estamos realizando en la organización y en las relaciones con los clientes. Y el seguimiento o monitorización. En Digitalízate o desparece se abordan los cambios necesarios para no desaparecer en el 2021.
Pasar a la acción se ha convertido en el gran reto de los directivos y las organizaciones. En el momento de pasar a la acción, en el momento de romper con el statu quo es cuando empiezan las dificultades.
Distintos estudios y análisis ponen de manifiesto que el 70% de los fracasos en la transformación de las organizaciones son consecuencia de su mala ejecución y cuatro aparecen como las barreras más relevantes: visión, recursos, personas y mandos.
En los procesos de ejecución quiero resaltar que a veces se considera erróneamente que el nuevo proceso está implantado cuando finaliza el proceso de comunicación y formación. De manera evidente, el cambio realmente se produce cuando ese nuevo proceso se ha convertido en un nuevo hábito de la compañía.