Por Jorge Solórzano, socio fundador y COO de Qualifying Photovoltaics España
Jorge Solórzano
| 12 nov 2024
A lo largo de la historia, cada salto tecnológico en energía ha impulsado el desarrollo económico y mejorado la calidad de vida. La capacidad de generación eléctrica instalada ha crecido continuamente, impulsada tanto por el desarrollo económico como por una creciente demanda energética. Entre 1960 y el año 2000 el crecimiento de la capacidad eléctrica global se mantuvo más o menos en línea con el crecimiento poblacional, aumentando en unos 150GW por cada mil millones de habitantes cada década. Durante estas décadas el incremento fue cubierto por una combinación de energía nuclear, hidroeléctrica y combustibles fósiles.
Sin embargo, desde el año 2000, el crecimiento de la electrificación se ha desacoplado del aumento poblacional, con un avance exponencial liderado por las energías renovables, especialmente la solar. Gracias a los avances tecnológicos y a políticas de apoyo, la capacidad eléctrica instalada por cada mil millones de habitantes aumentó de 200 a 350 GW en las décadas de 2000 y 2010, y se espera que alcance 1 TW en la década de 2020, lo que representa siete veces más potencia instalada por habitante que en las décadas de 1960-2000 y más del triple que en la década pasada.
En este panorama, se estima que la fotovoltaica cubrirá el 80% de este crecimiento para el 2030. Sin embargo, la intermitencia de las renovables exige instalar más potencia pico por kWh generado en comparación con fuentes tradicionales, lo que explica el aumento de la capacidad instalada frente al crecimiento poblacional. Esto incrementa la demanda de recursos humanos cualificados para sostener esta expansión.
Según el Informe Solar Power Europe 2024, el empleo en el sector creció un 27%, alcanzando 826.000 puestos en la Unión Europea, de los cuales 160.396 corresponden a España. Con la expansión del sector, se proyecta que se necesitarán más de 1,5 millones de empleos en la UE para sostener este ritmo. En España, la falta de profesionales cualificados amenaza con generar cuellos de botella y elevar los costes, afectando la competitividad en un momento clave para consolidarse como referente global en renovables. Esta brecha de talento exige una respuesta urgente, que combine formación especializada, digitalización y automatización. También la inversión en formación y en incentivos fiscales para empresas que impulsen el desarrollo de talento en renovables, junto con un mayor impulso en carreras STEM y programas de recualificación para trabajadores de sectores en declive, serán esenciales para afrontar este reto.
Analizando las cifras anteriores parece complicado que se pueda generar la suficiente mano de obra para cubrir las necesidades de expansión eléctrica. Además de la inversión en programas de formación, los estados y las empresas deben invertir en digitalización, pues ambas también jugarán un papel fundamental. Las herramientas tecnológicas avanzadas para la monitorización y optimización de plantas solares ofrecen una solución crucial para enfrentar el crecimiento de la industria y garantizar la eficiencia operativa.
Estas plataformas, capaces de realizar auditorías en tiempo real y análisis predictivos, permiten detectar y diagnosticar fallos de manera proactiva, reduciendo las tareas manuales diarias de los operadores y equipos de supervisión hasta un 50% y optimizando los costes operativos, ayudando a ahorrar millones de euros al año y reduciendo la necesidad de personal cualificado. Por lo tanto, al automatizar procesos clave y proporcionar un análisis detallado del rendimiento de las plantas, estas tecnologías no solo mejoran la rentabilidad y estabilidad de las operaciones, sino que también aseguran que las plantas solares puedan seguir creciendo sin depender de una expansión proporcional en la mano de obra.
España tiene una oportunidad única para liderar la transición energética global, aprovechando su posición como el segundo mercado fotovoltaico en Europa. Pero este liderazgo exige cerrar la brecha de talento y formar a los profesionales que sostendrán el crecimiento del sector. Invertir en formación y digitalización no es una opción, sino una necesidad urgente.
El momento de actuar es ahora, antes de que la falta de preparación nos obligue a ceder el liderazgo a otros.