Por Esther Benito, directora global de turismo de Atrevia
Esther Benito
| 27 sep 2024
Estamos todavía a unos meses de que se decida cuál será la palabra del año pero, seguramente entre las candidatas, estará “turismofobia”. Si bien hace unos años ya vimos este fenómeno en algunas ciudades, el espectacular auge del turismo tras la pandemia vuelve a reavivar este sentimiento, especialmente en lugares donde la presión masiva de los visitantes complica el día a día de los ciudadanos.
Es indudable que el turismo es un pilar económico esencial para muchos países, pero su crecimiento continuo proyectado para los próximos años, va a tensionar aún más algunas zonas si no se aborda de forma urgente el modelo y se trabaja de forma coordinada para encontrar un equilibrio entre sus beneficios económicos y las necesidades de las comunidades locales.
El rechazo al turismo proviene de una confluencia de factores, pero el origen común es la saturación que produce la ocupación masiva de los espacios públicos y privados. Desde el encarecimiento del parque de vivienda, que ha desplazado a los residentes de las zonas más turísticas, a la dificultad para acceder a servicios básicos (transporte, salud) todo son síntomas de un mismo mal.
En paralelo, se añade que la llegada masiva de turistas a áreas naturales y a centros históricos contribuye a su desgaste y contaminación, sin que sea fácil limitar los accesos ya que esto podría impactar directamente en los negocios turísticos.
Finalmente, y aunque estemos viviendo un momento de crecimiento sin precedentes del sector, el fantasma de las crisis locales y globales hace que muchas personas se pregunten si es inteligente mantener una alta dependencia económica del turismo.
Resolver la turismofobia no es una tarea sencilla ni puede recaer en un solo actor. Se requiere una estrategia multidisciplinaria y colaborativa entre los diferentes stakeholders: empresas, administraciones, organizaciones ciudadanas y los turistas mismos. Se empieza ya a hablar de gestión de los destinos y “capacidad de carga” en relación con políticas orientadas a limitar el número de visitantes, y a implementar regulaciones estrictas relativas al equilibrio entre plazas turísticas y vivienda para residentes locales. Más allá de esto, algunas de las claves para reflexionar en un día como hoy y a futuro pueden ser:
Apostar por modelos de negocio que favorezcan el consumo local y que respeten el medio ambiente, junto a productores y artesanos locales de forma que se dinamice la economía ofreciendo una experiencia más auténtica. Las alianzas entre instituciones, empresas y negocios locales para promover el desarrollo de servicios turísticos basados en la identidad del lugar pueden contribuir a reducir el impacto del turismo de masas.
Las campañas de concienciación son fundamentales para que los turistas comprendan su impacto en los destinos que visitan. Es importante implementar estrategias de comunicación dirigidas a fomentar comportamientos respetuosos por parte de los visitantes. Sumado a las campañas informativas en aeropuertos, hoteles o puntos de interés, las redes sociales pueden ser aliadas clave. Igual que son capaces de poner de moda un destino, tienen alcance para educar en turismo sostenible a millones de personas.
Relacionada con la idea anterior, es el momento de trabajar en el turismo inteligente. El análisis de datos puede tanto predecir los picos turísticos como ayudar a redistribuir el flujo hacia áreas menos saturadas con monitorización en tiempo real.
El turismo masivo tiende a concentrarse en temporadas y lugares específicos, lo que genera una saturación en momentos y sitios puntuales, mientras se produce infrautilización de recursos en otros. Es el momento de promover estrategias que incentiven la llegada de turistas durante temporadas bajas y hacia lugares menos conocidos, ofreciendo paquetes atractivos que contribuyan a repartir la carga turística a lo largo del año y entre diferentes localizaciones. Una estrategia adecuada preparará las infraestructuras para que acojan a los turistas y, al mismo tiempo, beneficien a las comunidades locales.
Nos encontramos ante un problema complejo, por lo que tiene que ser una prioridad de todos los implicados trabajar juntos para transformarlo en una fuerza que genere prosperidad compartida. Foros, consultas y espacios de participación donde ciudadanos, empresas e instituciones expresen sus preocupaciones y contribuyan a diseñar la estrategia turística, son esenciales para asegurar que tanto turistas como residentes puedan disfrutar y vivir el destino de manera sostenible y armónica.
El futuro del turismo va a depender de nuestra capacidad para gestionarlo de manera responsable y colaborativa.