Montar un negocio por cuenta propia nunca ha sido un camino de rosas y, si a eso se le añaden otros obstáculos como la crisis sanitaria, la idea de emprender se disipa por momentos. Aunque el avance de la campaña de vacunación, unido con el fin de las mascarillas al aire libre invitan al optimismo, […]
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| 18 jun 2021
Montar un negocio por cuenta propia nunca ha sido un camino de rosas y, si a eso se le añaden otros obstáculos como la crisis sanitaria, la idea de emprender se disipa por momentos. Aunque el avance de la campaña de vacunación, unido con el fin de las mascarillas al aire libre invitan al optimismo, las incógnitas por resolver en lo que respecta a la COVID-19 convierten a la incertidumbre en la reina de todos los males. Y se espera que así siga a lo largo de 2021.
Según recoge el Informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), que ha presentado su edición correspondiente en España, la pandemia también ha frenado la creación de nuevos proyectos, situando la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA, por sus siglas en inglés) en el 5,2%, un 0,9% menos con respecto a 2019. Este índice, que incluye las iniciativas de entre cuatro y 42 meses de vida, ha experimentado una caída porcentual de un 0,9% con respecto a 2019, cifras que, en ambos casos, mantienen distancia en comparativa europea. De media, la TEA de la zona comunitaria alcanza el 8,1%, con un descenso del 1,5%. “Este descenso no es tan acusado como el que se vivió en 2009, pero al igual que sucedió en ese momento, se espera que se prolongue al menos en 2021”, comenta la presidenta de GEM, Ana Fernández Laviana, quien también explica que en momentos de inseguridad la decisión de emprender se pospone.
De los datos obtenidos a partir de la realización de 26.075 encuestas a la población de entre 18 y 64 años y entrevistas a 36 expertos del ecosistema nacional, el informe refleja que un 15% de los negocios implicados en fase incipiente (TEA) y el 20% de los consolidados manifiestan sentirse en ‘tierra de nadie en el momento actual’.
En este sentido, los más afectados por tramos de edad son aquellos de entre 23 y 64 años, donde el TEA ha descendido en más de tres puntos, y pone de manifiesto “los mayores efectos de la crisis” de manera proporcional en ambos sexos.
El autoempleo por necesidad ya era una fórmula bastante extendida en España en la vida pre-COVID, comportamiento que se ha acentuado por las circunstancias, pasando de representar el 47% en 2019 al 72% en 2020, y rompe así con la tendencia observada en los últimos años. “Este parón de la actividad emprendedora es más notorio en el caso de las mujeres, puesto que en 2019 se había alcanzado la convergencia en las TEA y una proporción casi paritaria en todas las fases del proceso emprendedor, con el 48% de las iniciativas nuevas lideradas en femenino”, lamenta el CEO de Enisa, José Bayón. El dirigente detalla que esta situación es “más notoria” en las iniciativas con menos de cuatro meses o en las potenciales, donde apenas superan el 40%.
Pese a ello, se da la paradoja de que la cantidad de personas que percibe oportunidades de negocio se ha reducido drásticamente del 36,1% al 16,5%, indicador que da prueba de la “preocupación” de la población española por la evolución del coronavirus. De hecho, se espera un parón “más acusado” en 2021, influido también por el miedo al fracaso de quienes emprenden, que en España alcanza el 50,8%.
En la banda contraria, aquellos visionarios que han sido capaces de detectar nuevos modelos, y que a título particular suponen el 31,5 % de las y los emprendedores en fase TEA (menos de 3,5 años en el mercado) y el 28,5% en el caso de los consolidados (más de 3,5 años), se han visto obligados a transformar los ahorros en capital semilla, hasta representar el 64,5% de los fondos empleados en la creación de nuevos negocios. No obstante, en el informe lamentan que las iniciativas TEA sean “mayoritariamente” de reducida dimensión, enfocadas en ofrecer servicios orientados a las empresas y al consumidor (alrededor del 77%), en línea con la media de las economías europeas y las economías de altos ingresos.
La orientación hacia el mercado local es otro de sus puntos débiles. Tanto las iniciativas como sus innovaciones están orientadas en la zona en la que operan y tan solo un 5,6% destina más de 25% a mercados extranjeros. “Es en esta expansión internacional donde siguen observándose importantes diferencias con la media de los países europeos (17,5%) y muy lejos de países con orientación exportadora en más del 20% de las iniciativas como Canadá, Croacia o Suecia, o incluso del 14,3% de Alemania”, remarcan en el informe.
La nota positiva es que, a pesar de su reducido tamaño y del contexto, el 41% de los negocios en fase inicial prevé aumentar su plantilla entre uno y cinco empleados, el 10% espera tener más de seis personas en su equipo, y el 3% más de 20, cantidad “similar a lo que sucedía en 2019” y que abre un horizonte de esperanza en tiempos de crisis.
Como elemento positivo, a pesar de ser de reducido tamaño, el 41% de los negocios que se encuentran en fase inicial esperan aumentar entre 1-5 empleados, el 10% espera tener más de 6 empleados, y el 3% más de 20, cifra similar a lo que sucedía en 2019 y que supone un horizonte de esperanza en tiempos de crisis.