El impacto que la COVID-19 ha causado sobre las pymes españolas ha dejado un escenario en el que muchas se han visto obligadas a incurrir en una situación de endeudamiento para superar los momentos más duros de la pandemia. Uno de los aprendizajes adquiridos en este periodo ha sido la toma de conciencia de que […]
PYMESDirigentes Digital
| 07 jul 2021
El impacto que la COVID-19 ha causado sobre las pymes españolas ha dejado un escenario en el que muchas se han visto obligadas a incurrir en una situación de endeudamiento para superar los momentos más duros de la pandemia. Uno de los aprendizajes adquiridos en este periodo ha sido la toma de conciencia de que los cambios no solo son constantes, sino que, en ocasiones, también pueden sobrevenir obligatorios y aparecer de un día para otro. Por ello, y con el fin de superar los obstáculos que han surgido a lo largo de los últimos quince meses, es necesario hacer una gestión eficiente en la que se ponga el foco en la transformación de los hábitos de los clientes.
A pesar del optimismo que conlleva el avance de la vacunación, después de más de un año de dificultades económicas, las pequeñas empresas se enfrentan a un nuevo contexto que seguirá siendo un reto para su supervivencia. Habiendo superado el ecuador de 2021, otro de los riesgos que deben asumir ahora las pymes es que el mercado al que se dirigían antes de la llegada de la emergencia sanitaria haya cambiado y “sus productos o servicios tengan una menor demanda”, comenta a DIRIGENTES Jordi Solé Tuyá, socio y director ejecutivo de la compañía de financiación Kreedit. De esta forma, deberán de seguir readaptándose a las necesidades de sus respectivos sectores. Unido a esto, también cabe destacar el peligro de que tras la crisis no generen suficiente caja para devolver la deuda que haya sido necesaria para superar los periodos de menor actividad, por lo que apunta que “habrá que esperar un ritmo de recuperación que permita afrontar los compromisos de pago asumidos”.
En este punto, también señala algunos de los errores más habituales que se cometen en este proceso. Por una parte, encontramos empresas que se endeudan por motivos innecesarios, mientras que otras no lo hacen cuando, en su caso, sí sería conveniente. “El endeudamiento no es malo ni bueno, sino que es su destino lo que puede ser bueno o malo”, explica Solé, al tiempo que indica que “hay que circunscribir el endeudamiento solo a determinadas inversiones”. A tal efecto, una vez que se ha decidido incurrir en él, una de las equivocaciones más habituales es “no acertar en el plazo de devolución pactado”.
Al igual que ha ocurrido en otros sectores en los que se han percibido importantes cambios de tendencia, durante este tiempo las vías de financiación de las pymes han tomado diferentes rumbos. Así, este mercado ha experimentado alteraciones que el experto divide en tres segmentos. En primer lugar, los bancos han centrado su actividad en las entidades en las que ya tenían una posición de inversión previa comprometida, “descartando atender a nuevos clientes”. Esta situación extraordinaria surgió en marzo de 2020 y, al menos durante los próximos meses, continuará el mismo criterio de bajo dinamismo en la actividad empresarial, como consecuencia del miedo a la acuciante morosidad. En esta misma línea, las compañías extrabancarias privadas “se han asustado y han minimizado su actividad”, mientras que los organismos públicos “han asumido su responsabilidad” y han ofrecido la liquidez con la que muchas entidades se han sustentado.
“Hay que circunscribir el endeudamiento solo a determinadas inversiones”
Ante este panorama, aparecen diferentes posibilidades para aquellos negocios que tengan la necesidad de reducir su endeudamiento. Los nuevos escenarios implican nuevas formas de actuación, por lo que los dirigentes van a tener que “abrir la mente y la empresa”, expone Solé. Una de ellas es la financiación a través de ampliaciones de capital, mediante la incorporación de inversores externos que pasarán a ser socios de la compañía. Con esta fórmula, se liga la rentabilidad de ambos sujetos y en ella los empresarios deberán de acceder a compartir la propiedad y gestión de sus proyectos “con aquellos que les aporten la financiación necesaria para garantizar la viabilidad”.
Asimismo, en este contexto también aparecen los fondos de deuda como un mecanismo ofrecido por entidades extrabancarias que, como señala el director ejecutivo de Kreedit, se nutren del capital de inversores con el objetivo de prestárselo a las pymes “a cambio de una rentabilidad en forma de interés y comisiones”. Pese a que este modelo suele presentar un coste más elevado que los préstamos bancarios convencionales, ofrece una variedad de ventajas que compensan la diferencia. Entre ellas sobresalen la posibilidad de personalizar los plazos de amortización, además de que no exigen contraprestaciones accesorias.