Si echamos un vistazo a los principales indicadores macroeconómicos, Bank of America Merrill Lynch cree que la autoridad monetaria estadounidense puede "sentirse cómoda con un aumento de los tipos a finales de año". Y es que, destaca, el crecimiento se sitúa por encima del potencial, las preocupaciones globales han disminuido, la tasa de desempleo está cayendo y los salarios gradualmente están repuntando.
No obstante, reconocen, la inflación se mantiene obstinadamente débil, con el deflactor PCE subyacente alcanzando "sólo" el 1,3% interanual. Sin embargo, las declaraciones de los miembros de la Fed muestran su "creencia" en que los precios volverán al objetivo del 2% en un periodo de tiempo "razonable".
Los "astros parecen alineados" para que asistamos al primer incremento de tipos en casi una década, así que conviene preparar carteras para un ciclo alcista, eso sí, "muy gradual" y, por tanto, diferente a otros movimientos de este tipo que se hayan producido en el pasado. El ritmo de subidas será clave, tal y como ha reconocido el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) y, aunque se espera más lento que en anteriores ocasiones no está de más mirar al pasado para saber a qué podemos atenernos…
"El análisis de los datos históricos desde 1919 muestra que una variación de un punto del tipo de interés en un mes, corresponde a una variación media del -2% en el mercado de renta variable", indica Julien-Pierre Nouen, economista y estratega de Lazard Frères Gestion. Tres ejemplos históricos son claves para este experto a la hora de tratar de adelantar el impacto del aumento del precio del dinero.
A principios de 1994, la Fed inicia un ciclo de subidas pasando del 3% al 6% a finales de ese mismo año. De forma paralela, el bono a diez años del Tesoro americano asciende desde el 5,7% a más del 8% al cierre de ese ejercicio, lo que conlleva una bajada del precio cercano al 14%. En cuanto a la renta variable, el índice S&P 500 se deja un 1,5% en el año con una pérdida acumulada máxima en el periodo del 8,9% entre principios de febrero y finales del mes de marzo. "Por lo tanto, el mercado de renta variable reaccionó moderadamente a este crash", afirma.
Llegamos ahora al conocido como "Taper Tantrum", que se produjo cuando la autoridad monetaria anunció en la primavera de 2013 la reducción gradual de su programa de compras de activos (QE). Del 1,7% el 26 de abril de 2013, los tipos a largo alcanzaron un 3,0% a finales de diciembre. En este periodo, el S&P 500 repuntó más de un 16%.
Antes de todo esto, con el fin de frenar la espiral inflacionista de los años 70, Paul Volcker, presidente de la Fed, tuvo que subir bruscamente. Así, Nouen explica que "en cuanto la perspectiva de fuerte inflación desaparece, la política monetaria reacciona más ante el ciclo económico que ante las sorpresas de los precios. En este contexto, si el banco central sube sus tipos, significa que la coyuntura mejora: del mismo modo, los beneficios de las empresas también. Los ciclos alcistas de tipos han correspondido principalmente con avances en los mercados de renta variable. Sin embargo, dicho esto, la fase actual podría ser algo diferente en la medida en que la subida de tipos de la Fed interviene relativamente tarde en el ciclo económico".
En conclusión, "la subida de tipos, mientras no sea una reacción a un aumento de la inflación no supone una amenaza para los mercados de renta variable (…) Las conclusiones no deberían diferir para la renta variable de la Zona Euro. Aunque la política monetaria seguirá siendo muy acomodaticia de este lado del Atlántico, la subida de tipos a largo americanos ebería tener un impacto en sus homólogos europeos. Este contexto de incremento de tipos puede conllevar una importante rotación de los valores en el mercado de renta variable".
Los analistas de Barclays también hablan de "cambios de estilo y liderazgo" derivados del endurecimiento de la política monetaria de la Fed. En concreto, esperan que, al igual que en ciclos anteriores, "los tipos mas altos son compatibles con una rotación pro-valor". Esto, indican, debería beneficiar al sector financiero, las industrias cíclicas de ciclo tardío y a la industria energética; al tiempo que acentúa la vulnerabilidad de los defensivos como salud, utilities y telecomunicaciones.
"Reducimos nuestra recomendación sobre el área de consumo discrecional, donde las altas valoraciones podrían verse presionadas en un mundo de tipos al alza y precios del petróleo en recuperación. Por el contrario, mejoramos el consejo sobre el sector energético mundial en previsión de un aumento del crudo", subrayan.
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