Pocos momentos después de que el Banco Central Europeo (BCE) recomendara a los bancos no repartir dividendos, el sector se quejaba de que esa política podía favorecer a la economía, pero perjudicaba la cotización. Pequeñas y grandes entidades se mostraron comprensivas con la medida, si bien añadían que debían aplicarlas aquellos bancos que no fueran […]
BancaDirigentes Digital
| 16 dic 2020
Pocos momentos después de que el Banco Central Europeo (BCE) recomendara a los bancos no repartir dividendos, el sector se quejaba de que esa política podía favorecer a la economía, pero perjudicaba la cotización. Pequeñas y grandes entidades se mostraron comprensivas con la medida, si bien añadían que debían aplicarlas aquellos bancos que no fueran rentables, no todo el sector.
Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, criticaba hace unos meses que la medida no tenía sentido si no se retiraba el 1 de enero: “Si no, no la entiendo definitivamente”. La asociación que representa el sector, AEB, se quejaba de que si la política del BCE continuaba, el sector financiero se convertiría en “la única industria que no puede repartir dividendos“, según decía su presidente, José María Roldán.
En esa línea, Roldán llamaba a diferenciar entre las entidades que sí tenían capital suficiente como para afrontar el reparto de dividendos y aquellas que no. José Antonio Álvarez, consejero delegado de Santander, secundaba el argumento de Roldán: “Espero que los reguladores no extiendan la recomendación a todas las entidades sin distinguir su posición”.
El lamento unánime del sector tiene que ver con la rentabilidad y la valoración del mercado. Al castigo que está sufriendo en bolsa se le unía la imposibilidad de que los inversores apostaran por el sector, teniendo en cuenta que con el veto a los dividendos el retorno de la inversión se resiente.
En vistas de que la situación puede mejorar hacia finales de año, Christine Lagarde, la presidenta del BCE, parece haber escuchado las declaraciones de los bancos, aunque con muchas reservas. Según comunicó el organismo esta semana, permitirá la retribución al accionista, siempre y cuando se mantenga por debajo del 15% del beneficio acumulado de los bancos en 2019 y 2020.
En este punto, cabe señalar a pesar de que los mandatos del BCE llevan el nombre de “recomendaciones”, los bancos han de respetarlas como si se tratara de órdenes o prohibiciones. De hecho, Lagarde insiste en que “ha pedido atodas las entidades que consideren abstenerse de repartir dividendos en efectivo y recomprar acciones o que limiten tales repartos hasta el 30 de septiembre de 2021”. No obstante, el efecto es levantar el veto y limitarlo a ese 15% del beneficio de 2019 y 2020.
El sentido de estas medidas es que los bancos cuenten con capital suficiente para cubrir impagos, por un lado, y para seguir financiando la economía, de modo que se evite una crisis financiera. En todo caso, el BCE pide a las entidades que vayan a repartir dividendos que sean rentables y pasar por un examen del emisor del euro. En ese sentido, recuerda a los bancos que conviene “mantener un enfoque prudente”, teniendo en cuenta que se están viendo favorecidos por “diversas medidas de respaldo público” y que los riesgos del aumento de la morosidad tardarán en aflorar.