La primera pieza es el viajero o turista, que en estas fechas del año no solía dudar en subir las escalerillas de un avión para explorar lugares lejanos. La segunda son las aerolíneas, que sufren una caída en la demanda de vuelos del 54% en el año, que se concretan en la cancelación de 7,5 […]
BancaDirigentes Digital
| 03 jul 2020
La primera pieza es el viajero o turista, que en estas fechas del año no solía dudar en subir las escalerillas de un avión para explorar lugares lejanos. La segunda son las aerolíneas, que sufren una caída en la demanda de vuelos del 54% en el año, que se concretan en la cancelación de 7,5 millones de vuelos desde enero hasta julio.
Como en un dominó, estas dos primeras fichas empujan a unas cuantas más, que se tambalean hasta caerse. Los propios aeropuertos se resienten, al igual que lo hacen los fabricantes de aviones o los bancos, que ven peligrar sus préstamos a las aerolíneas.
Ryanair, la principal aerolínea europea de bajo coste, reportó ganancias referidas al año pasado, si bien este año tendrá que jugar con otras fichas. Calcula pérdidas de 200 millones de euros por culpa del coronavirus, que tratará de capear con recortes de sueldos y despidos de hasta 3.000 personas. Con aciagas cifras, los pilotos aceptaron una reducción del 20% sueldo para salvar 260 empleos. No obstante, eso no frena la idea de la aerolínea irlandesa de continuar con el ajuste de su plantilla.
Easyjet sigue una ruta similar. En el caso de la segunda mayor aerolínea lowcost del continente, los despidos podrían afectar a 4.500 trabajadores. Esto supondría una reducción de la plantilla del 30%. Las perspectivas tampoco dan mucho lugar para la esperanza, dado que espera tardar tres años en recuperar la demanda de 2019. No obstante, la compañía confía en que estos ajustes sirvan para fortalecer su oferta y hacerla más competitiva. Mientras, pelea por obtener liquidez vendiendo y arrendando aeronaves. Asimismo, ha acudido al fondo para empresas del Reino Unido para obtener una liquidez total de 2.200 millones de euros.
De ese modo, las aerolíneas intentan resistir el impacto de la crisis, que les hará perder 75 mil millones de euros, según la principal organización del sector (IATA). El efecto sobre actividades adyacentes se hace notar, como sucede en el caso de los propios aeropuertos.
Aena, el gestor de los aeropuertos españoles, así como de otros 23 ubicados en Reino Unido, Brasil, México, Jamaica y Colombia, se prepara para lo que pueda venir. A finales de febrero decidió dedicar el 80% de sus beneficios al pago de dividendos (1.137 millones de 1.421 millones), y el resto a reservas. En vistas de la dificultad para evaluar el impacto futuro de la crisis en el sector, el gestor aeroportuario opta por fortalecer su solvencia.
Por tanto, Aena dedicará 1.395 millones de euros a reservas voluntarias y el resto (26 millones) a reservas de capitalización. Esto implica que Aena suspende el dividendo de este año con la justificación del impacto que ha tenido la crisis en la economía española y “muy especialmente en el sector del transporte y turismo”.
Otro segmento que merece mención es el de los fabricantes. En línea con las expectativas del resto del sector, Airbus no cree que los vuelos alcancen el nivel precrisis hasta 2023 o incluso 2025. Por ello, se dispone a eliminar 15.000 puestos de trabajo para adaptarse a la producción de aviones comerciales. El CEO de la multinacional europea, Guillaume Faury, excusó estos planes diciendo que “Airbus se enfrenta a la crisis más grave que este sector ha experimentado nunca”.
Al otro lado del Atlántico, Latam Airlines se declaró en quiebra a finales de mayo. Dados los créditos contraídos con Banco Santander y que Latam Airlines no podrá hacer frente a los mismos, el banco que preside Ana Botín tendría que hacerse cargo del pago de hasta 488 millones de euros.