El optimismo suele acompañar a los gobernantes cuando hacen un anuncio o preparan una determinada medida. La realidad suele poner en relieve las diferencias entre lo que se cree que puede pasar y lo que realmente pasa. Por tanto, cabría preguntar qué sentido tiene organizar un proyecto para un problema si el análisis previo no […]
BancaDirigentes Digital
| 06 nov 2020
El optimismo suele acompañar a los gobernantes cuando hacen un anuncio o preparan una determinada medida. La realidad suele poner en relieve las diferencias entre lo que se cree que puede pasar y lo que realmente pasa. Por tanto, cabría preguntar qué sentido tiene organizar un proyecto para un problema si el análisis previo no es certero.
Uno de los que se hacen esta pregunta es Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, que analizó la semana pasada el proyecto de Presupuestos Generales del Estado (PGE). El Gobierno defendió que estos Presupuestos eran los que le hacían falta al país, con un carácter expansivo para sostener la economía pero, a la vez, con subidas de impuestos para compensar.
Por otro lado, se tiene la esperanza de que se recibirán 27.000 millones de euros de las arcas europeas que servirán para dar impulso a la economía española. De Cos mostró sus reservas con respecto a la ilusión que desprende el Ejecutivo que preside Pedro Sánchez y desmonta gran parte de los supuestos sobre los que está fundamentado el proyecto de PGE.
El primero que analiza es el que hace referencia a las ayudas europeas. Reconoce el impacto que supondrá esta inyección de dinero pero recuerda una y otra vez que, más allá de utilizarse para poner diques a las inundaciones más urgentes, deben servir para financiar proyectos que generen riqueza a largo plazo. Sin embargo, duda de que se ejecutarán plenamente estos fondos que, según cree el Gobierno, elevarían más de 2 puntos porcentuales el crecimiento económico de España en 2021.
De Cos pone sobre la mesa que nunca en la historia de España se han ejecutado los fondos europeos en un porcentaje superior al 80%. “El supuesto de ejecución plena de los fondos europeos y los multiplicadores del uso de estos fondos (…) parecen optimistas a la luz de la evidencia histórica y empírica”, reflexiona el gobernador.
En cualquier caso, la materialización de estas previsiones no solo afecta a la cifra de PIB. El desempleo es la variable que más puede cambiar con respecto a las expectativas del Gobierno. Los PGE confían en que la tasa de desempleo en 2021 alcance el 17,1%, que coincidiría con el mínimo que calcula el Banco de España. El organismo supervisor que la tasa de paro puede alcanzar un máximo del 18,6%. En ese sentido señala como una diferencia significativa que el Gobierno espere una bajada del paro en 2021 de 0,8 puntos porcentuales, mientras que el Banco de España asegura que crecerá entre 2,3 y 3,5 puntos porcentuales. Es decir, como poco, la tasa de paro quedaría en el 19,4% a finales de 2021, y no en el 16,3% que justifica el Gobierno.
De Cos explica que su institución no ha tenido en cuenta los posibles beneficios de aplicar los fondos europeos pero advierte de que “no pueden justificarse exclusivamente por la no inclusión de los efectos del programa NGEU en los escenarios del Banco de España”. En el supuesto de que se ejecuten totalmente las ayudas, la reducción sería del 0,6%, según prevé el Gobierno.
En el capítulo de ingresos y gastos, de Cos incide en que el análisis macroeconómico, como se ha visto, puede llevar a engaño. En primer lugar, se plantea que la mejora de la actividad puede ayudar a que se reduzcan algunas partidas de protección social. Sin embargo, el hecho de que la pandemia siga dando coletazos somete a la economía a una gran incertidumbre, de modo que, según lo ve el dirigente del Banco de España, “es posible que el gasto en estas partidas no pueda llegar a reducirse tanto como se prevé”. En particular, señala que el uso de los ERTE puede prolongarse y que, por tanto, esa partida no se reduciría.
También critica el criterio por el cual se subirá indiscriminadamente los sueldos de los funcionarios públicos. Cree “más conveniente” que se realicen aumentos en determinados sectores “más focalizados (…) por ejemplo, en el personal sanitario”. Más allá de ese ejemplo, se incide en el hecho de tomar decisiones de este tipo “de acuerdo con criterios objetivos”.
Con los ingresos sucede que de Cos es consciente de que las cuentas españolas sufrirán un deterioro importante que será preciso abordar “tan pronto se supere la pandemia”. En consecuencia, sabe que es necesario establecer impuestos y una reforma fiscal. Tanto con las subidas de impuestos que ya existían (IRPF, Patrimonio, etc.) como de los que entrarán en vigor el año que viene (Tasa Tobin, Tasa Google y de Plásticos de un solo uso), el Gobierno pretende recaudar 6.600 millones de euros. Esta cifra vuelve a estar en entredicho por la posible evolución adversa de la pandemia.
No obstante, el gobernador del Banco de España pone el acento en los “síntomas de fragilidad” de la economía española que “no aconsejan un aumento generalizado de la presión fiscal”. Por ello, cree que habría sido más recomendable retrasar la introducción para cuando la recuperación sea más robusta. En este aspecto, de Cos parece sugerir una especie de compensación para las rentas más bajas, que serán las que más dañadas por la crisis. Lo formula diciendo que pueden necesitarse “mecanismos compensatorios para aquellos segmentos de la población de menores rentas que pudieran experimentar algún perjuicio como consecuencia de las reformas llevadas a efecto”.