Se acerca a 200 el número de países en los que se han registrado casos de coronavirus (186 a la publicación de este artículo), que superan ya los 419.000 a nivel mundial. Por sí solos, esos datos ya reflejan un acontecimiento que quedará en los libros de historia. Además, la magnitud de la pandemia se […]
BancaDirigentes Digital
| 25 mar 2020
Se acerca a 200 el número de países en los que se han registrado casos de coronavirus (186 a la publicación de este artículo), que superan ya los 419.000 a nivel mundial. Por sí solos, esos datos ya reflejan un acontecimiento que quedará en los libros de historia. Además, la magnitud de la pandemia se agranda cada día, por lo que su impacto social y económico afecta a todos los continentes.
Esta es la principal diferencia con la crisis de 2008, ya que en esta ocasión hay un mayor número de países afectados, desde Asia, donde se produjo el primer brote, hasta Europa, Oriente Medio, América y África. Tal y como recoge el Banco de España en su informe trimestral, las bolsas han sufrido caídas similares a las de 2008, de aproximadamente un 30% desde que se conoció la expansión del virus. El Fondo Monetario Internacional coincide en que “el shock del coronavirus es grave incluso en comparación con la crisis financiera mundial en 2007–08”.
En ese sentido, la afección de la economía mundial pasó por dos fases. Las primeras medidas de confinamiento en China, en concreto en la ciudad de Wuhan apenas tuvieron impacto en los mercados mundiales. Lo que sí comenzó a causar estragos fue “la expansión del virus a otras áreas geográficas”. Esta fase, que sucedió hace apenas un mes, “precipitó una caída de los índices bursátiles mundiales de una cuantía no registrada desde 2008”, explica el supervisor español.
Una de las conclusiones que extrae el FMI es que la contención del virus, como muestra el caso de China, se hace “a costa de la desaceleración de la actividad económica”. La cuestión está en que no todos los países pueden hacer frente de la misma manera a esa paralización. El FMI da por supuesto que la epidemia se propagará por todo el mundo, pero explica que “los más afectados necesitarán apoyo para contener el virus y retrasar su propagación a otros países”. Según el FMI, el primer trimestre dejará “una profunda huella” en todo el año. Así, habla de “un shock total que afectó simultáneamente a la oferta y la demanda”.
Es de esperar que esta situación se empiece a ver en el resto del mundo, dado que se han tomado medidas similares. El organismo internacional ha publicado diversos análisis que refieren a regiones vulnerables, como son Oriente Medio y África. Explica que el desafío “será especialmente desalentador” para los países que se encuentran en conflictos en Oriente Medio, con especiales dificultades para preparar sistemas de salud “débiles” de por sí.
De hecho, una de las principales fuentes de riqueza de esa zona, el petróleo, ha experimentado un descenso del 50% en sus precios. Además, el FMI es pesimista y advierte que “se prevé que las crisis entrelazadas asesten un duro golpe a la actividad económica de la región”. Por contextualizar, estas crisis entrelazadas a las que se refiere el organismo que encabeza Kristalina Georgieva son la sanitaria y la de los precios del petróleo.
Hasta el momento, la pandemia “está causando importantes trastornos económicos”. El organismo monetario enumera la caída de la demanda interna y externa, la reducción del comercio, la perturbación de la producción, la caída de la confianza de los consumidores y el endurecimiento de las condiciones financieras.
Además de las pérdidas de sectores como el turismo, la hostelería o el comercio minorista, que también han sucedido en otros países, el FMI hace alusión a la salida de capitales de esa área. Se estima que han dejado de entrar 2.000 millones de dólares desde mediados de febrero, que han ido a parar a activos seguros. Asimismo, la dificultad para encontrar financiación se agrava, teniendo en cuenta que la deuda soberana regional que vence en 2020 asciende a 35.000 millones de dólares.
Como en el resto del mundo, los esfuerzos económicos se destinarán a paliar la crisis sanitaria y a reforzar los sistemas de salud, y también a proteger a la población más vulnerable. En 2008, África “se salvó de la peor parte de la crisis financiera mundial”, dice el FMI. En aquel momento, la región estaba menos integrada en los mercados financieros mundiales, de modo que el cierre de la financiación afectó “solo a un puñado de países”.
La situación ahora es distinta y “muchos países del África subsahariana tienen un margen limitado en sus presupuestos para aumentar el gasto”. Eso significa que dependen de la financiación de los mercados mundiales de capital. El contexto no es halagüeño, ya que el turismo, el transporte y el comercio “están sufriendo”, lo que acaba significando “menos trabajo remunerado, menos ingresos”, que reducen la capacidad de gasto de los estados.
Por otro lado, el descenso de la demanda global puede producir “interrupciones en la producción y en las cadenas de suministro mundiales”, que afectarán más al comercio. En cuanto al petróleo, la dificultad se agrava en África, ya que cada disminución del 10% en los precios del crudo reducirá un 0,6% el crecimiento económico de los exportadores, que tendrá su contraprestación en la balanza fiscal, al aumentarla en un 0,8% del PIB.