La crisis ha resultado en un nuevo paradigma económico. Frente a recetas pasadas como la austeridad de la última crisis, las autoridades monetarias y fiscales han cambiado de receta, en la que el ingrediente principal ha sido el apoyo público casi ilimitado. El desafío ahora es salir de una crisis que siempre fue concebida como […]
BancaDirigentes Digital
| 14 jul 2021
La crisis ha resultado en un nuevo paradigma económico. Frente a recetas pasadas como la austeridad de la última crisis, las autoridades monetarias y fiscales han cambiado de receta, en la que el ingrediente principal ha sido el apoyo público casi ilimitado. El desafío ahora es salir de una crisis que siempre fue concebida como temporal pero que ha tenido consecuencias estructurales.
Diferentes expertos debatieron sobre la manera en que se ha hecho frente a la crisis en un coloquio organizado por el Consejo Económico Social (CES), llamado ‘Impacto de la pandemia: consecuencias y retos’. Gran parte del debate se centró en el diálogo social, lo que Antón Costas, presidente del CES, calificó como un acierto porque permite “elaborar políticas mediante consenso”. “Reduce el conflicto y mejora la productividad, aunque es cierto que exige más tiempo”, concedió Costas.
Raymond Torres, consejero del CES, explica que los 9 acuerdos que se han celebrado en los últimos meses “abordan cuestiones trascendentales”. En particular, cree que “gracias a estas medidas el impacto sobre los trabajadores y las empresas ha sido más limitado de lo que cabría esperar”.
Sobre todo, estos acuerdos han tenido efecto sobre el empleo. Torres calcula que la recesión de los años 90 hizo incrementarse en 9 puntos porcentuales la tasa de paro, mientras que la doble crisis financiera la elevó en 19 puntos. En cambio, las normas aprobadas durante la pandemia han evitado un golpe mayor, de modo que el desempleo solo se resintió en dos puntos. Desde su punto de vista, lo bueno que tiene el diálogo social es que origina políticas que “tienen un diseño más realista”.
Ana de la Puebla, catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid, considera que “todas las medidas han mostrado la voluntad de dar cabida al diálogo social y de ahí su éxito”. No obstante, de la Puebla identifica algún que otro inconveniente de conceder tanta importancia al diálogo social. En primer lugar, existe el riesgo de que se planteen acuerdos de mínimos que limiten el alcance de las medidas. Por otro lado, se produce un debate que resta espacio al parlamento, que debería ser “el espacio natural” para acordar determinadas cuestiones.
En otro orden de cosas, Miguel Ángel Malo, profesor de Economía y Empresa de la Universidad de Salamanca, echa en falta en el diálogo social que se analicen las consecuencias de la digitalización sobre el mercado de trabajo. Asimismo, hace un llamamiento para que la administración pública se ponga al día “con rapidez”.
Malo destaca el reto de “descongelar” la economía sin que nada se estropee porque es algo que “no se ha hecho nunca”. Por otro lado, el profesor cree que los fondos europeos no deben atender a un criterio de “reparto” sino de “inversión” para mejorar la productividad española. “Sin incrementar la productividad, la deuda pública será una losa”, sentencia.
Por último, Óscar Arce, director general de Economía y Estadística del Banco de España, destaca la reacción de los organismos públicos, que representa “una de las grandes diferencias con la anterior crisis”. “El grado de contundencia y de celeridad ha sido mucho más claro y contundente, eso ha aliviado el impacto de la crisis”, reflexiona Arce.
La cuestión ahora pasa por dirigir los estímulos fiscales y monetarios “a aquellas partes que son más vulnerables”. Una vez que la crisis haya pasado y se retiren dichos estímulos, “será el momento de plantearnos cómo devolver esa posición presupuestaria a un mejor lugar para poder volver a utilizar las palancas fiscales en crisis futuras”. En cuanto al diálogo social, Arce destaca que se necesita “contar con ese amplio consenso social” para llevar a cabo reformas duraderas.
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