Por Ignacio Bañeres Escribano, mánager de sostenibilidad ambiental de Aenor
Ignacio Bañeres Escribano
| 25 sep 2024
La preocupación por la generación de residuos y el agotamiento de los recursos ha permanecido latente con el paso del tiempo, llegando incluso a ser cada vez más acusada. Es por eso que las tornas han empezado a cambiar y lejos de lo que se hacía antiguamente -comprar, usar y tirar- la economía circular ha fomentado que los hábitos de consumo evolucionen acercándonos cada vez más a un modelo sostenible, pero sostenible de verdad.
Por eso es importante aclarar qué entendemos por economía circular. Este tipo de sistema de producción y uso consiste en tomar conciencia de los recursos y saber darle una segunda vida -o incluso tercera- a los productos de consumo, buscando dejar la menor huella ambiental posible. Es por eso que, si se aplica correctamente, la economía circular permite que los residuos pasen a ser recursos de generación. Ya no vale con reciclar o utilizar materiales reciclados, la base está en reutilizar componentes durante todos los procesos de creación y rediseñar pensando especialmente en el desmantelamiento al finalizar la vida útil de los productos.
Pero para llevar a cabo la economía circular no basta solo con ponerle voluntad, será necesario gestionar los recursos de forma sostenible y basarse en tres principios:
Aunque pueda parecer complejo, llevar a cabo una economía circular es un procedimiento mucho más sencillo de lo que podamos imaginar. Se basa, principalmente, en variar el modelo lineal para convertirlo en un ciclo que se renueve y regenere él mismo, tal y como sucede en el curso biológico de la naturaleza. El principal objetivo de este modelo es preservar la utilidad de los productos ya existentes, obteniendo como consecuencia la disminución significativa de residuos, ya que se estarán añadiendo muchos menos nuevos recursos al ciclo productivo. En lugar de ver los residuos como un problema que debe ser eliminado, la economía circular los reconoce como materias primas que pueden ser recuperadas y reintroducidas en la cadena de suministro.
Desde el punto de vista industrial, la colaboración entre organismos y la inversión en el desarrollo de nuevas soluciones tecnológicas es fundamental para poder proporcionar productos con una menor huella de carbono y contribuir a la integración de la cadena de valor del residuo al producto final, avanzando hacia la descarbonización de la economía y la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030.
Lo cierto, es que la economía circular no sólo representa un enfoque fundamental para abordar los desafíos ambientales globales, sino que también desempeña un papel crucial en la reputación y el éxito de las empresas. Al comprometerse con prácticas sostenibles, las empresas demuestran su preocupación por el medio ambiente y su compromiso con la responsabilidad corporativa.
En este sentido y ante los retos que se le presentan a las empresas para decidir qué ámbitos de la economía circular son los prioritarios para cada una, AENOR ha desarrollado el Modelo de gestión de la estrategia de economía circular que facilita a las organizaciones una referencia de certificación para determinar la relevancia de los aspectos sobre economía circular a abordar, permitiendo así emprender el camino, y determinar a qué principios internacionales de economía circular se contribuye.
Una cuestión clave en el contexto de la economía circular es la colaboración. Por suerte, cada vez es más frecuente encontrarnos a distintos agentes que se ponen de acuerdo para un mismo fin en el marco de los compromisos de la economía circular.
Un ejemplo de esta colaboración es el proyecto desarrollado por Vegalsa-Eroski para transformar los recursos de sus establecimientos y plataformas en las bolsas de compra que pone a disposición de sus clientes al pasar por caja. Un proyecto para el que cuenta con la colaboración de dos empresas especializadas: Sogapol que gestiona los residuos plásticos y los convierte en nueva materia prima reciclada y Placasa, un fabricante de bolsas de plástico.
Otro importante hito ha sido la certificación del proyecto de Economía Circular “RECYPUR CIRCULAR 360”, coordinado por la empresa española RECIPUR, supone la implantación de un circuito de recuperación y reciclado circular de espuma de poliuretano procedente de colchones fuera de uso, generados en la Comunidad Valenciana; la materia prima secundaria resultante se emplea en la fabricación de nuevos colchones y otros elementos del sector descanso, además de piezas de aislamiento para la construcción. Las entidades colaboradoras son la EMTRE, COLCHONES DELAX y DORMITIENDA. El proyecto es escalable en volumen y replicable en otras comunidades autónomas con la adhesión de nuevas empresas (nuevos clientes y nuevos proveedores) al circuito.
Los proyectos de economía circular buscan que las empresas busquen asociaciones entre sí donde se aporte valor entre ellas y contribuyan a una economía circular real.
El sector de la construcción, tan relevante para la economía española, está dando importantes pasos para avanzar hacia la economía circular. Y en este camino, el uso de materiales con contenido en material reciclado es muy importante. Materiales que son más sostenibles sin perder valor sus prestaciones. En este sentido, recientemente Holcim ha obtenido el primer certificado AENOR de contenido en material reciclado en hormigón.
Lo cierto es que aplicar la economía circular y que surta efecto en un sector como la construcción es un reto en sí mismo. Para que un sistema operacional como este dé beneficios debe sustentarse sobre un engranaje sólido y consolidado en el que todas las partes funcionen en la misma sintonía, es por eso que la construcción es un ámbito complicado para este sistema dadas las múltiples partes con las que cuenta la industria. Ver resultados favorables de la economía circular en la construcción supone un gran trabajo previo en el que todas las secciones deben trabajar al unísono y por el mismo fin.