Libelium nació hace ya casi 20 años en Zaragoza. Dedicada al diseño de soluciones inteligentes, esta compañía trabaja en tres verticales: Sustantibility, Smart cities & infraestructure y Agrifood y lo hace ya por todo el mundo. Así, Libelium está presente en América Central, América del Norte y Europa. Alicia Asín, CEO de la organización, explica […]
Dirigentes Digital
| 02 nov 2023
Libelium nació hace ya casi 20 años en Zaragoza. Dedicada al diseño de soluciones inteligentes, esta compañía trabaja en tres verticales: Sustantibility, Smart cities & infraestructure y Agrifood y lo hace ya por todo el mundo. Así, Libelium está presente en América Central, América del Norte y Europa. Alicia Asín, CEO de la organización, explica su estrategia, el papel de la UE en el desarrollo de la tecnología y cuenta qué es la datocracia, un término que ella misma ha acuñado.
Estamos desarrollando una estrategia de crecimiento tanto orgánica como inorgánica que comenzó con la entrada en el capital de Axon Parters en 2021 y continuó con la adquisición de Hopu en 2022.
La innovación en nuevas soluciones, aportando mayor valor añadido a través de la IA y la ciberseguridad, el buen trabajo de aprovisionamiento y gestión de compras y el posicionamiento destacado en el mercado nos ha permitido crecer en unos momentos de gran incertidumbre, entre pandemia, crisis de componentes e inflación en los que muchas otras empresas han perecido.
Actualmente, sólo 14 de los 151 municipios obligados a tener diseñadas sus Zonas de Bajas Emisiones han hecho los deberes. Hay 900 millones de fondos Next Generation EU transferidos a las comunidades autónomas para financiar proyectos que contribuyan al funcionamiento de las ZBE y fomenten la movilidad sostenible y digitalizada.
Libelium pone a disposición de las ciudades que necesiten diseñar y gestionar sus ZBE nuestra experiencia y soluciones ya instaladas en ciudades como Cartagena, Helsinki o Ansterdam.
Ofrecemos una solución que integra la Inteligencia Artificial para el análisis de los datos de calidad del aire.
Nuestros dispositivos capturan los datos de contaminación atmosférica más relevantes, incluidos el polvo y la materia particulada. Esto datos se suman a otros datos de las plataformas de las propias ciudades y otras fuentes de datos (meteorología, tráfico, etc.) para aplicarles diferentes modelos algorítmicos que ofrezcan a los administradores las mejores soluciones para reducir las emisiones de CO2 en sus ciudades y gestionar eficazmente las Zonas de Bajas Emisiones.
Hay una tendencia creciente en la adopción de nuevas tecnologías por parte de las empresas. La Unión Europea (UE) ha desempeñado un papel fundamental en impulsar esta transición tecnológica con una serie de incentivos y ayudas financieras para la digitalización de las empresas. Estos programas de financiación y apoyo a la digitalización han alentado a muchas empresas a embarcarse en proyectos tecnológicos innovadores.
Además, la obligatoriedad de cumplir con ciertas normativas y requisitos de cumplimiento, especialmente para acceder a estos fondos y proyectos europeos, ha contribuido a la adopción de soluciones inteligentes que les permitan llegar un tracking de los indicadores propuestos.
Existen elecciones que impactan en nuestra vida como ciudadanos o consumidores, las cuales no deben depender de ideología política, sino que deben fundamentarse en aspectos puramente técnicos. A este enfoque de toma de decisiones que combina el uso de datos con inteligencia, cumplimiento de normativas y responsabilidad lo llamamos datocracia. La cultura que se estamos desarrollando como ciudanía de capturar y utilizar datos tiene el potencial de generar cambios sustanciales en la forma en que operamos y contribuimos al medio ambiente.
En Libelium nos gusta decir que el dato es un nuevo lenguaje universal para tener conversaciones abiertas entre administradores públicos, ciudadanía y empresas sobre cómo queremos desarrollar la nueva forma de vivir, producir y consumir que el planeta nos está exigiendo.
Tomemos como ejemplo las zonas de bajas emisiones en una ciudad, obligatorias para las ciudades y municipios de más de 50.000 habitantes. Eso en España son 149 localidades. Aún hay mucha controversia al respecto ya que significa un cambio de paradigma casi filosófico de cómo debemos comenzar a concebir las urbes que mucha gente ha sentido como algo impuesto.
Con los datos en la mano es difícil debatir.
En lugar de que la decisión de implementar estas zonas se base en preferencias políticas o ideológicas, se recopilan datos sobre la calidad del aire, las emisiones de vehículos, los flujos de personas y el tráfico, por ejemplo. Estos datos ayudarán a detectar y determinar la ubicación y las restricciones adecuadas para una zona de bajas emisiones. Esto sería un ejemplo de datocracia en acción, donde la toma de decisiones se fundamenta en datos.
En este asunto es importante el papel que está teniendo al UE con los espacios de datos, que quiere poner a las personas en el centro. La estrategia europea de datos nació con la idea de poner coto a servicios que abusan de los datos de los ciudadanos europeos como Google o Facebook, pero se van a convertir en el centro de la estrategia de crecimiento económico de Europa, ya que los datos se usarán para la mejora de la gobernabilidad y calidad de vida en lugar de para usos privativos y poco transparentes.
Los espacios de datos nos van a permitir a empresas como Libelium a ofrecer mejores servicios y soluciones en pro de la sostenibilidad y la calidad de vida de los ciudadanos.
La incertidumbre viene dada en gran medida por el cambio climático. Parecía que un planeta más cálido y con fenómenos meteorológicos más extremos era algo que le íbamos a dejar a nuestros nietos y resulta que lo estamos viviendo ahora.
La tecnología IoT (Internet de las Cosas) se presenta como una herramienta fundamental para ayudar a las empresas y ciudades a ser más sostenibles y resilientes tanto desde un punto de vista ambiental como económico.
Su capacidad para proporcionar datos en tiempo real, optimizar recursos y mejorar la toma de decisiones tiene el potencial de ayudar a las empresas y ciudades a enfrentar los desafíos actuales y futuros.
La IA puede actuar como acelerador de soluciones inteligentes basadas en datos. Una IA es capaz de procesar y analizar insights a una velocidad mayor que una persona, lo cual es de gran ayuda. Sin embargo, no debemos olvidar que la IA se basa en modelos matemáticos y estadística avanzada que no escapan a los sesgos. Esto puede llevar a conflictos de resultados cuando se trata de tomar decisiones. La parte humana, la que conoce el contexto y aporta la visión ética, siempre será necesaria.