Los beneficios y perspectivas de la implementación de la identidad digital a nivel global son muy positivos. Estamos hablando de una tecnología con un gran potencial de crecimiento. Numerosas empresas se han volcado a desarrollar sistemas relacionados con la huella digital, el reconocimiento facial o de voz y las contraseñas digitales. Tienen aplicaciones en casi […]
Dirigentes Digital
| 31 may 2019
Los beneficios y perspectivas de la implementación de la identidad digital a nivel global son muy positivos. Estamos hablando de una tecnología con un gran potencial de crecimiento. Numerosas empresas se han volcado a desarrollar sistemas relacionados con la huella digital, el reconocimiento facial o de voz y las contraseñas digitales. Tienen aplicaciones en casi todos los campos empresariales y también en la vida cotidiana de las personas y sus posibilidades de obtener pingües beneficios son indudables.
En el mundo aún hay 1.000 millones de personas que no cuentan con ningún tipo de identificación y 3.400 millones sin huella digital, es decir, sin identificación digital. Estas cifras representan una gran oportunidad para generar beneficios de forma global gracias al potencial económico que el ID digital puede producir en el conjunto de sectores de actividad.
El último informe de la firma de consultoría McKinsey & Company, pone de manifiesto que, a diferencia de las identificaciones tradicionales en papel, tales como los pasaportes o permisos de conducir, están desfasados y plantean cada vez más dudas en torno a su seguridad.
La ID digital se distingue porque su autenticación se realiza a través de un canal digital. Esto permite acceder a innumerables servicios y prestaciones sociales, fomentar el derecho a la información y al voto en elecciones, promover servicios financieros -créditos o inversiones- o potenciar la educación, entre otros. En este sentido, la capacidad de expedición de un ID digital no está limitada al sector público, ya que puede ser emitido tanto por un gobierno nacional o local como por un consorcio de organizaciones privadas o sin ánimo de lucro, o por una entidad individual. La definición de ID digital también se aplica independientemente de la tecnología utilizada para realizar la autenticación digital, que puede abarcar desde el uso de datos biométricos -como la huella digital o el iris de los ojos-, hasta contraseñas, PIN o dispositivos inteligentes -mayoritariamente smartphones-, códigos QR o tokens de seguridad.
Generando oportunidades de crecimiento económico y social
En un contexto de pleno desarrollo de procesos de digitalización tanto en el sector público como en el privado, y de incremento exponencial del uso de dispositivos conectados, la expansión del ID digital permite desbloquear valor y generar grandes oportunidades de crecimiento económico y social, con una mayor integración de los individuos en la vida económica. En este sentido, la identificación facilita la generación de beneficios y la interacción de los individuos con empresas, gobiernos y otras entidades en seis roles bien diferenciados:
Consumidores y Proveedores de bienes y servicios: con el fin de simplificar el registro y la autenticación, hacer más seguros los pagos digitales y facilitar la identificación e-KYC (Know Your Customer) para servicios financieros.
Trabajadores y Empleadores: para facilitar la identificación del talento, verificar la experiencia de forma automática y hacer eficientes los servicios de nómina salarial.
Microempresas, y consumidores, e instituciones de distinta naturaleza: con el objetivo de tener un registro formalizado del negocio, y una mayor seguridad en contrataciones y transacciones.
Contribuyentes y Beneficiarios, y Proveedores públicos de bienes y servicios: para simplificar servicios de e-gobierno, facilitar la declaración digital de impuestos y favorecer el desembolso directo de las ayudas gubernamentales.
Propietarios de activos, y Proveedores de servicios relacionados con activos y compradores: para formalizar la propiedad de la tierra y facilitar compras y ventas.
Según estas consideraciones se estima que, en 2030, la identificación digital podría “desbloquear” de media un valor económico equivalente al 6% del PIB en las economías emergentes, mientras que en laseconomías desarrolladas podría alcanzar un valor económico de aproximadamente del 3% de media, asumiendo altos niveles de adopción y uso en múltiples sectores. En cuanto a España, el ID digital cuenta un potencial de creación de valor especialmente en la base salarial, las ayudas sociales y la eficiencia de inversión en capital, y en menor medida en la lucha contra el fraude, la asistencia sanitaria y el desempleo.