El mundo de las fintech se encuentra en constante crecimiento y España no se queda atrás en este desarrollo. Cada vez es más frecuente comprobar cómo tecnologías de segmentos como la agregación financiera de datos y cuentas bancarias, la gestión pasiva de inversiones y las pasarelas de pago comienzan a tener un papel relevante en […]
Dirigentes Digital
| 07 oct 2021
El mundo de las fintech se encuentra en constante crecimiento y España no se queda atrás en este desarrollo. Cada vez es más frecuente comprobar cómo tecnologías de segmentos como la agregación financiera de datos y cuentas bancarias, la gestión pasiva de inversiones y las pasarelas de pago comienzan a tener un papel relevante en el mercado. Este país se encuentra entre los más avanzados en este nuevo contexto. No obstante, tal y como señala Pablo Blasco en su libro Fintech banking. Las finanzas del futuro y el nuevo mundo del dinero, todavía no ocupa una posición prominente como sí sucede en otros países como Reino Unido o Estados Unidos.
El papel de las fintech en el nuevo mundo del dinero encuentra su sentido al observar, entre otros aspectos, que “los escenarios apuntan a la descentralización de las finanzas” y, también, “a la creación de espacios seguros desde los que almacenar y transaccionar en este nuevo mundo digital en todas sus variantes privadas y/o públicas”, explica el experto. La tecnología ha permitido que un gran número de start-ups fintech hayan comenzado a competir “en posiciones de precios más bajos y con servicios completamente automatizados”, lo que ha provocado el impulso de algunas de sus principales ventajas entre las que llama la atención la aparición de servicios más ágiles, una de las capacidades competitivas que marcarán los próximos años.
Por su parte, otra de las características de los modelos de negocio fintech que, a su vez supone un beneficio para las personas, es su capacidad para entender con mayor facilidad el contexto de un cliente y poder “gestionar sus datos de forma inteligente para personalizar sus productos y servicios”.
En este sentido, el valor que aportan al cliente se entiende desde dos direcciones. Por el lado de la experiencia, sobre el que Blasco detalla que hay que entender sus necesidades, contexto y realidad, así como adaptar los productos y servicios a los diferentes escenarios; Y por el de la operativa, “siendo ágiles en el servicio y rápidos en la resolución de problemas”. De esta forma, “la integración entre ambos lados de la ecuación implica poseer una visión única de los procesos centrados en el cliente y no en la organización ni en el de nuestros productos”, indica.
Para el autor, uno de los problemas que encuentra España para situarse a la misma altura que los países más evolucionados de este campo es que, aquí, “tanto el mercado de empresas como el de particulares siguen influidos por la banca tradicional”. Por ello, ante la pregunta de si las fintech y los bancos tradicionales pueden coexistir o, por el contrario, estos últimos están abocados a desaparecer, su respuesta alude a que tal y como se ha apreciado en la última década, la tendencia apunta a una “cierta coexistencia”.
En esta línea, no solamente incluye a estos dos elementos, sino que destaca la figura de “muchos actores que ya compiten en esta industria y que provienen de otros sectores de la economía”. Así, el factor determinante del éxito en este escenario competitivo estará definido “por quién dirige y controla la relación con el cliente”. Un punto en el que Blasco subraya que otros actores que no son los bancos han tomado, por el momento, la delantera en el mercado.
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