La Agenda 2030, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 2015, definió 17 objetivos prioritarios (ODS) que sirven de marco para alcanzar un desarrollo sostenible por parte de los países miembros. Erradicar la pobreza, acabar con el hambre en el mundo, alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres o la protección de los […]
Dirigentes Digital
| 31 oct 2023
La Agenda 2030, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 2015, definió 17 objetivos prioritarios (ODS) que sirven de marco para alcanzar un desarrollo sostenible por parte de los países miembros. Erradicar la pobreza, acabar con el hambre en el mundo, alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres o la protección de los ecosistemas del planeta son algunas de las principales metas que nos hemos marcado como sociedad global.
Sin embargo, en el último informe publicado por la ONU, se ha puesto de manifiesto que acontecimientos como la pandemia del COVID, la guerra de Ucrania y el aumento de los precios de los alimentos han deshecho parte del camino emprendido en los últimos años. Todo ello en un contexto en el que la humanidad ya consume dos veces la tasa de reposición del planeta. Una presión que aumenta a medida que la población crece en países en desarrollo cuyos ciudadanos acceden a estándares de vida similares a los de las sociedades occidentales, con modelos de producción y consumo lineales, que suponen una extracción masiva de recursos y el agotamiento de muchas materias primas clave.
En este difícil contexto, la tecnología se convierte en la gran esperanza, en la medida que produzca avances que contribuyan a cubrir las necesidades de una población mundial en crecimiento y con mayores estándares de vida, con una menor presión sobre los recursos.
Necesitamos apostar por aquellas soluciones tecnológicas que nos ayuden a llevar acabo la transición desde una economía lineal que requiere cada vez más recursos para garantizar el bienestar de la población mediante el consumo, hacia modelos más sostenibles y circulares. Solo apostando por este desarrollote cnológico conseguiremos el deseado equilibrio entre el progreso económico y social y la sostenibilidad.
Es decir, la inversión en I+D+i es el único camino que nos permitirá recuperar el tiempo perdido. Contar con soluciones más eficientesnos permitirá proteger los ecosistemas que, a su vez, nos podrán seguir suministrando las materias que necesitamos para desarrollarnos.
La digitalización ha supuesto un gran hito como motor de progreso. Nos ha permitido alumbrar nuevas tecnologías que apenas estamos empezando a impulsar y que van a revolucionar nuestra forma de vivir. La inteligencia artificial está permitiendo la optimización de nuestros recursos y de todo tipo de actividades económicas, como, por ejemplo, los diagnósticos precoces, que ahora hacen posible anticipar enfermedades graves al descubrir patrones que antes permanecían ocultos.
De esta manera, la inteligencia artificial con su capacidad predictiva es un ejemplo de los desarrollos de nueva generación que prometen traer grandes beneficios para nuestra sociedad. Monitorizar nuestro medioambiente, mejorar la producción agrícola o incluso predecir desastres naturales como los que se han producido recientemente en Marruecos o Libia son solo algunos de los beneficios que podremos extraer de esta nueva tecnología.
Sin embargo, hay que hacer un uso maduro de estos avances pues también planteanr iesgos y dilemas. La ética es un factor clave en la implantación de la tecnología. Debemos ser conscientes de los riesgos que pueden entrañar: la privacidad de la información, el almacenamiento seguro de los datos y la protección de los ciudadanos de sus abusos potenciales son clave.
Podemos decir que el compromiso con la sostenibilidad de la industria tecnológica es doble. Por un lado, está incorporando a sus procesos las herramientas necesarias para ser más eficiente. Por otro, sus propios desarrollos han contribuido al desarrollo sostenible de nuestra sociedad. Es cierto que quedan retos importantes a los que debemos hacer frente, como el tratamiento de los residuos y el aprovisionamiento de materiales, entre otros, pero no hay duda de que la innovación tecnológica se ha convertido en la mejor aliada para cumplir nuestros objetivos.
Otro ejemplo, hasta hace poc oinesperado, es la industria de la defensa, un sector cuyos desarrollos duales brindan seguridad para la ciudadanía, y que se sitúa en la primera línea de la innovación. La computación cuántica o la fotónica suponen revoluciones tecnológicas que ya emergen desde los laboratorios de empresas de la industria y que prometen revolucionar el mundo digital tal y como lo conocíamos hasta ahora.
La industria de defensa es garante de estabilidad a través de la disuasión que supone la ventaja tecnológica, por lo que sus niveles de adopción de avances tecnológicos se sitúan en primera línea de la innovación, siendo un buen lugar donde observar de forma anticipada los grandes cambios y disrupciones que se avecinan. La misión principal de la industria de defensa no es iniciar un conflicto, sino actuar de arma disuasoria frente a tentaciones belicistas de terceros. La ventaja tecnológica se convierte en la mayor garantía de paz en un mundo que vuelve a enfrentarse en bloques.
Sabemos que vivimos en un mundo donde los recursos son escasos. La gestión inteligente de los mismos, optimizando su aplicación a la vez que garantizamos su acceso a todo el mundo, es primordial. Debemos aprovechar el poder de desarrollo que nos brindan las nuevas tecnologías, permitiendo que nuestro planeta tenga el tiempo de recarga necesario para que este crecimiento sea de forma sostenible. Ya tenemos los medios y los fines, ahora nos falta la determinación para llevarlos a cabo.