La transformación digital y el reto demográfico son dos de los problemas que afronta España en el siglo XXI. En un mundo cada vez más atomizado y en el que la riqueza se concentra de manera progresiva en torno a las grandes metrópolis, los pequeños núcleos poblacionales se han convertido en los grandes perdedores de […]
Dirigentes Digital
| 03 may 2022
La transformación digital y el reto demográfico son dos de los problemas que afronta España en el siglo XXI. En un mundo cada vez más atomizado y en el que la riqueza se concentra de manera progresiva en torno a las grandes metrópolis, los pequeños núcleos poblacionales se han convertido en los grandes perdedores de la globalización.
En lo que llevamos de siglo, pese a que España ha ganado seis millones de habitantes, estos no se han distribuido de forma homogénea. Son cuatro las Comunidades Autónomas que han perdido población (Extremadura, Castilla y León, Asturias y Galicia), y el proceso no ha hecho más que acelerarse, ya que en la década pasada, las regiones que perdieron población aumentaron a nueve (las cuatro ya mencionadas, Aragón, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, La Rioja y Cantabria).
A nivel municipal, el efecto es más palpable, ya que son 6.232 los municipios que pierden población (de un total de 8.131). Esta pérdida de población tiene un efecto arrastre sobre el tejido productivo de estas localidades, cuyo efecto más reciente es el cierre de sucursales bancarias en muchos de estos pueblos.
Según la Secretaría de Estado para el Avance Digital, antes de la pandemia, alrededor de 13 millones de perosonas en nuestro país no tenían conexión a Internet. Pese a que los motivos de la brecha digital son diversos, sobresale el geográfico para explicar la diferencia que existe en el acceso a la red. Si miramos cifras de la Unión Europea, según Eurostat, en 2019 un 10% de las zonas rurales no tenían ninguna cobertura y un 41% solo tenían banda de 30 MBytes.
Al combinar la falta de oportunidades, la escasez de infraestructuras, el deficiente acceso a Internet y el cierre de sucursales bancarias, se crea un cóctel perfecto para explicar la pérdida de población que sufren esos territorios.
En este contexto, la digitalización se abre paso como la solución más eficaz para revitalizar estos nucleos poblacionales a medio plazo. Además, la pandemia ha reforzado el crecimiento del teletrabajo, que salva el principal hándicap de las zonas despobladas: su lejanía con respecto a las grandes ciudades donde se concentran las empresas y, como consecuencia, la mayor parte de las ofertas de trabajo.
Por ello, instituciones públicas y privadas apuestas por mejorar infraestructuras y ofrecer formación para mejorar las capacidades digitales y las herramientas disponibles en aquellas zonas más alejadas de las ciudades. En este sentido, hay organizaciones como Cibervoluntarios, que desarrollan programas enfocados a distintos colectivos para ayudarles en el manejo de las herramientas digitales y que desarrollan buena parte de su trabajo en el entorno rural -entre el 25% y el 40% del total-. Mediante formación online y presencial, dotan a mujeres, a jóvenes, a la población migrante o a entidades -empresas o ayuntamientos- de los conocimientos que necesitan para poder desarrollar su día a día. En definitiva, ofrecen sus servicios a aquellas personas que se encuentre en situación de vulnerabilidad digital.
Se trata de medidas enfocadas a mejorar la calidad de vida en el mundo rural, evitar el aislamiento de sus habitantes y proporcionar una mayor autonomía a los mismos. Así, personas mayores o con diversidad funcional pueden participar de forma más activa en la sociedad.
La importancia estratégica de la aplicación de estas medidas se refleja en el empeño de las instituciones en impulsar planes para acelerar la digitalización. Así, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación aprobó a finales del año pasado el II Plan de Acción 2021-2023 de la Estrategia de Digitalización del sector agroalimentario y el medio rural, que está dotado con 64 millones de euros destinados a 21 actuaciones, como la apertura de datos, la formación y asesoramiento en competencias digitales, la generación de información o la financiación al emprendimiento digital.