La economía colaborativa se extiende a los barcos

En un escenario de proliferación de pago por uso, cada vez es más común encontrar plataformas para alquilar cualquier tipo de producto. De hecho, en las circunstancias actuales resultaría extraño que no fuera así. Entre sus ventajas, la vertiente económica es la que más sentido tiene, no solo porque permite ahorrar costes, sino porque también se puede sacar rentabilidad. Es, por ejemplo, el caso de las embarcaciones. 

Por sus características, este tipo de productos requieren de un gran desembolso inicial, al que hay que añadir los costes de mantenimiento, alrededor de un 10% del precio de compra anual, según expertos, lo que supone un gran desembolso para el uso que se hace del mismo a lo largo del año.

Dicen que la necesidad aviva el ingenio, y eso es precisamente lo que le ocurrió a Laurent Calando, a quien no le compensaba tener en posesión un barco cuando solo lo usaba dos semanas al año. Tras ponerlo a la venta, se dio cuenta de que muchas personas se encontraban en su misma situación, circunstancia que le llevó a conocer a Nicolas Cargou, su actual socio y el responsable de convencer a Laurent para que lo pusiera en alquiler en lugar de desprenderse de él. Así es como en 2013 nace SamBoat, una compañía náutica de economía colaborativa. 

Con base en Francia, no fue hasta 2017 cuando comenzaron su andadura internacional, con su desembarco en España. Cuatro años después, están presentes en todos los puertos de este país, con una oferta de 2.500 barcos, comenta a DIRIGENTES la country manager de la compañía en España, Amanda Zaragoza. 

A este se suman otros países europeos como Italia, Alemania y Países Bajos, al que se añade una página web específica que incluye a la región anglófona. “En España se nota que hay zonas preferidas para el alquiler de barcos: Islas Baleares, Costa Brava y Comunidad Valenciana. Los alquileres suelen ser sobre todo de unos días mientras que, en Francia, por ejemplo, la gente suele alquilarlos por semanas completas”, detalla Zaragoza. Otra diferencia llamativa es que la mayoría de las contrataciones a nivel nacional suelen ser sin patrón profesional.

Con objetivo de democratizar la náutica, SamBoat incluye en su catálogo lanchas, neumáticos, veleros o catamaranes y está dirigido a dos tipos de propietarios, principalmente: los particulares que apenas lo usan y quieren amortizar los gastos de mantenimiento; y los profesionales que quieren llenar los huecos de sus calendarios a la vez que ganan visibilidad. En este sentido, desde SamBoat aseguran que, en promedio, el alquiler de un barco durante los dos meses de temporada alta permite rentabilizar todos los gastos generados durante un año. No obstante, esto queda sujeto también a otros factores como el tipo de barco y la zona en la que se alquila.  

En el último año completo sin COVID-19, el volumen de negocio alcanzó los 15 millones de euros, cifra que, paradójicamente, se incrementó hasta los 18 millones en el año de la COVID-19, influido por el hecho de que se han comprado menos barcos, en aras del arrendamiento. “La pandemia nos ha abierto nuevas oportunidades, ya que la gente está buscando alternativas para tomar una bocanada de aire quedándose cerca de casa”, precisa Zaragoza. 

En un contexto en el que las medidas de distanciamiento social todavía son un imperativo, SamBoat prevé incrementar su flota en España alrededor de un 40% y llegar a la zona norte, todavía poco explotada por ellos. “La gran ventaja de alquilar un barco es que se pueden visitar lugares y calas escondidas donde solo se puede acceder en barco (…). Una oportunidad para estar solo y llegar a playas donde te encontrarás con poca gente”, incide.