Antes de la pandemia la apuesta por la digitalización de las empresas era un hecho, aunque ni todos los países, ni todas las compañías de todos los tamaños dibujaban la misma evolución. La consultora PwC vaticinaba que para este 2020, el nivel de transformación digital de las empresas industriales españolas se incrementaría hasta el 19%. No obstante, el coronavirus ha obligado a que muchas de las predicciones tengan que redefinirse. En este caso, será una revisión al alza, ya que esta crisis ha actuado como acelerador de procesos ya existentes y este era uno de ellos. 

A muchas compañías les ha podido venir bien este parón, además de las ayudas que se están impulsando a la innovación, para reinvertir parte de ese dinero a poner en marcha procesos de transformación digital que tenían planificados desde hace tiempo (automatización de la cadena de producción, robotizar sus plantas…). Así lo relata a este medio el periodista y experto en Industria 4.0, Enrique Rodal. 

En este sentido, una de las tendencias de este año y aún más con la llegada de la pandemia es la inteligencia artificial. Desde IEBS, señalan en su último informe que esta tecnología será cada vez más utilizada en áreas como la logística, el entretenimiento o la medicina. De hecho, será clave a la hora de la transformación digital que necesitan las empresas y que han tenido que impulsar, en muchos casos, a marchas forzadas. Sin olvidar que puede agilizar procesos, hacer más eficiente la toma de decisiones estratégicas, crear nuevos modelos de negocio, mejorar la interacción con los clientes o ampliar las relaciones entre los empleados de una organización. 

La respuesta de la inteligencia artificial

Si bien algunas empresas están incluyendo robots colaborativos dentro de sus empresas, no hay un componente marcado de IA, aclara Rodal. En contraste con esto, el experto en Industria 4.0 explica que un ejemplo muy claro del uso de esta tecnología para preparar los negocios para reiniciar su actividad garantizando la seguridad y evitando contagios es la visión artificial para el conteo de aforo. Es decir, disponer de cámaras que, con visión artificial, sean capaces de distinguir qué personas están transitando, la distancia entre los trabajadores de una planta de fabricación o si llevan puestas las medidas de seguridad requeridas. Pero aclara que estos sistemas "son caros, requieren entrenar muy bien esas herramientas para que sean capaces de detectar a personas humanas y no a otros objetos que puede haber en medio". De hecho, considera que no es una solución para cualquier empresa.

"La cuestión está en ver si afrontar una inversión de ese tipo va a ser rentable en caso de que dentro de un mes o tras el verano no va a tener continuidad la pandemia", apunta Rodal

"Para una pequeña tienda no tiene sentido tener una cámara de monitorización porque el propio dependiente puede controlar cuánta gente había en el interior, pero para un gran centro comercial sí". Para grandes empresas o fábricas sí puede requerirse esta inversión, que no solo es de cara a la pandemia sino que puede ser muy útil en materia de protección de seguridad laboral para evitar accidentes. 

Otro elemento vinculado a la IA son los sistemas de procesamiento del lenguaje, como los asistentes virtuales de los smartphones. Se puede instalar en un ascensor para evitar el contacto con los botones y realiza las mismas órdenes mediante comandos de voz, es decir, se le indica subir al segundo piso, por ejemplo. O en un primer momento de la pandemia se pusieron en marcha los chatbots, que escuchaban las dudas y respondía en función de lo que se le preguntaba.

Además, un uso muy importante de esta tecnología es en la analítica de datos en tiempo real tanto para monitorizar en qué puntos geográficos hay más riesgo de contagio o para saber qué puede ocurrir con el coronavirus en provincias o en cuanto a la saturación de los hospitales. Sin embargo "para alimentar una IA y que haga buenas predicciones, lo primero es alimentarla de buenos datos", aclara Enrique Rodal. Añade que viendo cómo varían las cifras de decesos, que los datos referentes a la pandemia no son buenos y no son verificables, "entrenar u ofrecer servicios de IA que sean capaces de dilucidar cómo va a transcurrir la pandemia durante un tiempo me parece prácticamente una quimera". 

Entrar en un establecimiento en la práctica

Los establecimientos abren de nuevo al público. Pero entrar a una tienda puede convertirse en otra experiencia totalmente diferente. En su apertura, muchas de ellas se habrán ataviado con diversas herramientas tecnológicas para prevenir más contagios. Una cámara térmica que mide la temperatura corporal de trabajadores o de clientes o el control de aforo en un local mediante una pantalla en la entrada, son algunos ejemplos en la nueva normalidad.

El CEO de la empresa Beabloo, Jaume Portell, ha relatado a DIRIGENTES que "este virus está acelerando la sensorización de los espacios públicos por la necesidad de proteger el aforo y la comunicación, enfocada a la transformación digital" y así generar la confianza del cliente. En su caso concreto, convierten las pantallas digitales en inteligentes y adaptan su comunicación a lo que ven los sensores. Es decir, estos sensores ven rasgos faciales -sin almacenar datos de carácter personal- y están entrenados con machine learning para detectar si las personas llevan mascarilla o no y, en caso de no portarla, le avisan en la pantalla de que no puede pasar al recinto. "Los sistemas de IA te ayudan a identificar que una cosa que se mueve por la tienda es un humano y así poder hacer un conteo o los sistemas de visión artificial entrenados para detectar físicamente la posición de las personas y calcular las distancias entre ellos para identificar zonas de riesgo", dice Portell. 

Teniendo en cuenta que la desinfección y la limpieza de grandes superficies o zonas de alta interacción y posible contagio es fundamental, la automatización de la limpieza es otra de las áreas que facilita la tecnología o la realidad aumentada para optimizar esa limpieza. En general, tiene cabida en diversos sectores como el bancario, el de oficinas, fábricas, farmacias, edificios públicos, supermercados o aeropuertos.

Aspecto legal

La utilización de estas tecnologías en los negocios suscita diversos interrogantes, a los cuales el Chief Legal Officer de Beabloo, Alex De Dios, ha dado respuesta.

¿Cómo se pueden desarrollar e introducir aplicaciones tecnológicas en los negocios y se garantice la privacidad y la seguridad de los datos de los ciudadanos?

El reglamento General de Protección de Datos en su considerando 46 establece la base jurídica para el tratamiento lícito de datos personales en casos excepcionales como el control de pandemias y su propagación. La misión se realiza en favor del interés público. Si a esto le añades la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, por la cual, el empresario tiene la obligación de salvaguardar la salud de empleados y potenciales clientes que puedan acudir a un establecimiento de trabajo o una tienda, automáticamente creo que la base legal existe toda. 

Bien es cierto que sería mejor recoger el consentimiento de todos los afectados, aunque es un caso de fuerza mayor. Hay que informarles de que estamos poniendo en marcha esta serie de medidas para salvaguardar el principio de finalidad, que es generar un espacio libre de COVID-19, y además tengo que respetar el principio de proporcionalidad y es que no me puedo quedar esos datos para siempre, sino el tiempo necesario que me sirva para conseguir ese objetivo. 

¿Hasta qué punto es legal todo este tipo de aplicaciones que detectan a posibles infectados? 

Tienes base legal para instalar una herramienta de medición de distancia entre cuerpos para ver las interacciones peligrosas e incluso para colocar un software de detección de mascarillas porque tu finalidad es preservar la seguridad en el espacio de trabajo físico. Lo que pasa es que sí debes informar al afectado con la mayor transparencia posible. Y a la vez, como empresario, deberías hacer una evaluación del impacto de ese tratamiento, ya que puedes identificar a una persona que va a acceder a un local con una temperatura superior, pero no creas un registro de qué persona es. Y adaptar las medidas en función del negocio y el contexto.