Como a todos los bancos europeos, la crisis financiera obligó al primer banco de Italia a replegar velas en su expansión internacional y redefinir su estrategia. El banco salió de España en 2011, con la venta de su participación en Banco Sabadell y cerrarando la única oficina que tenía en España. Pero siguió manteniendo su relación con grandes clientes desde las delegaciones de Viena y Múnich.
UniCredit ha anunciado hoy el lanzamiento de su oficina en Madrid, donde mantiene una sólida base de 60 grandes clientes. Federico Ghizzoni, consejero delegado de UniCredit, ha declarado en la presentación, en la Bolsa de Madrid, "como líderes europeos, estamos encantados de abrir una nueva oficina en España, una de las economías que más crecen en Europa y que disfruta de una excelente relación con los demás países del continente", y añadido que: "nuestro objetivo es ser un líder en banca corporativa y de inversión entre España y nuestros principales mercados en Europa (Italia, Alemania, Austria, y Europa Central y del Este)".
Para esta nueva etapa, Pedro Fernández de Santaella, histórico dirigente de Barclays en España, será el encargado de guiar a la entidad. El consejero delegado en España ha destacado que "UniCredit pondrá a disposición de sus clientes en España una plataforma internacional muy sólida para sus operaciones en el mercado de capitales, la mejor red bancaria posible en varios países europeos".
Fernández de Santaella añadió que "el banco está en disposición de aprovechar los estrechos lazos que unen España con Italia y Alemania, y el constante incremento de los flujos comerciales entre España y los países del Centro y Este de Europa; en los últimos años, ha aumentado la expansión de las empresas españolas hacia el exterior, sobre todo donde esa presencia era menor, como en Europa Central y del Este".
La entrada de la entidad italiana, en un momento donde otros gigantes de la banca mundial echaron el cierre a su negocio en España, como Barclays y Citibank. La crisis económica y la dura competencia que ofrecen las entidades locales hacen de España un mercado difícil para los bancos extranjeros.
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