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Arte, ¿negocio o placer?

En 2020, en plena pandemia, el mercado del arte sufrió un momento desafiante con las subastas en persona canceladas, aunque el cambio a las pujas y compras online hizo que en particular el mercado de arte contemporáneo se apreciara un 15,1%, con más jóvenes comprando arte, y las ventas en línea se han consolidado como […]

Dirigentes Digital

30 dic 2021

En 2020, en plena pandemia, el mercado del arte sufrió un momento desafiante con las subastas en persona canceladas, aunque el cambio a las pujas y compras online hizo que en particular el mercado de arte contemporáneo se apreciara un 15,1%, con más jóvenes comprando arte, y las ventas en línea se han consolidado como se pudo ver hace unos días en las grandes casas de subastas neoyorquinas.

El arte posee la capacidad de transmitirnos muchas sensaciones y emociones, expresar ideas y motivarnos además de activar la creatividad y los sentidos del espectador. Pero los elevadísimos precios que alcanzan las obras de arte hacen reflexionar sobre qué inspira a alguien a pagar una fortuna por ellas: placer o negocio.

El negocio del arte

En palabras del renombrado artista Andy Warhol “hacer dinero es un arte, trabajar es arte y los buenos negocios son el mejor arte”. Warhol ya relacionaba el arte con losnegocios, y aunque no es un bien de primera necesidad, sí se puede convertir en una gran opción de inversión. Pero hay que recordar que es un activo no líquido, por tanto tarda mucho más en venderse, y aunque su valor monetario sea muy alto, es difícil convertirlo en efectivo de inmediato.

El arte es una inversión a largo plazo, a diferencia de muchas otras inversiones, porque aumenta su valor con el tiempo. Un ejemplo es la obra “In This Case” hecha en 1983 por el artista Jean-Michel Basquiat que en 2002 fue valorada en 1 millón de dólares y que en mayo de 2021 se vendió en la casa de subastas Christie’s por 93 millones de dólares.

De alguna manera comprar una obra de arte de un importante o destacado artista es similar a comprar acciones de una gran empresa, ya que ambas comparten la calidad y la liquidez asegurada. Pero el mercado del arte no está muy correlacionado con el de valores o el de bonos y es por ello que no se ve muy afectado por lo que esté ocurriendo en los mercados financieros. Eso sí, aunque el arte mueva dinero, también sufre crisis. En 2009 cuando el S&P 500 alcanzó un mínimo del 57% por debajo de su pico y comenzó a recuperarse lentamente, el mercado del arte experimentó una fuerte contracción en la cantidad de obras de arte caras que se com- praron. En total, la caída en los precios del arte para los 100 mejores artistas se estimó entre el 26% y el 28%, solo la mitad que la Bolsa neoyorquina, y los precios de las obras de calidad excepcional demostraron ser resistentes y repuntaron rápidamente.

Según un informe de “Artprice by Artmar- ket” (una base de datos de precios de arte en línea creada en 1987 en Francia) desde el año 2000, la cima del mercado del arte se ha apreciado a una tasa promedio anual del 8,9%, mientras que el mercado de valores ha crecido a una tasa del 3,4% en el mismo período.

Por ejemplo hace unos días se vendía en Sotheby’s por $12,9 millones un Renoir (‘Jeune falle à la corbeille de fleurs’) que una familia tuvo en su colección privada durante casi 80 años y ‘Coin du basan aux nymphéas’ de Monet estuvo sin ser subastado durante 25 años y alcanzó una cifra de casi 51 millones de dólares.

En general, las obras de artistas vivos prolíficos se tasan a un valor inferior a las de artistas fallecidos, considerados maestros, a los que se les atribuye un número finito de obras y por tanto su valor aumenta más rápido que el de artistas contemporáneos. Las obras de arte que se definen como “bellas artes” tienen más probabilidades de ser únicas y raras, lo que les da más valor. Un ejemplo es “Joven sujetando un medallón” de Sandro Botticelli vendido en marzo de este año en la casa de subastas de Sotheby’s en Nueva York por un récord de 92,2 millones de dólares.

Las obras que han sido creadas por los artistas más importantes de la historia y que son muy reconocidas a nivel global son con- sideradas blue chips, del mismo modo que en los negocios las empresas más grandes o más antiguas son llamadas de la misma manera. Tienen un precio de seis a ocho dígitos y su historial de ventas en subastas es muy alto, incluso rompen récords. Entre ellos está Van Gogh. Tres de sus obras consiguieron por si solas 154 millones de dólares con sus ven- tas este noviembre en Christie’s: 'Cabanes de bois parmi les oliviers et cyprès', fue vendida por $71.350.000, 'Meules de blé' con un precio de 35.855.000 dólares, un récord para una obra en papel del artista, y 'Jeune homme au bleuet', pintada por Van Gogh dos meses antes de su muerte, logró $46.732.500, muy por encima de su estimación previa a la venta de 5 a 7 millones. Paul Cézanne, otro de los considerados blue chips, con su ‘L’Estaque aux toits rouges', una obra expuesta en público una sola vez desde que fue pintada, alcanzó la cifra de 55.320.000 dólares.

Pero que la pieza o el artista sean notorios no es lo único importante para que una obra de arte sea una buena inversión. Para que se aprecie también se tiene que tener en cuenta la autenticidad, la condición de la misma, la rareza y hasta el significado cultural. Por tanto vale la pena investigar antes de comprar e invertir en arte.

Como las acciones y los bonos, el low art puede aumentar su valor muchísimo si un artista prometedor continúa con una carrera exitosa. Un ejemplo es la pintora estadounidense Amy Sherald, de 48 años, que desde que en 2008 pintase el retrato oficial de Barack Obama el valor de sus piezas se han aprecia- do considerablemente, tanto que a finales de 2020 la casa de subastas Phillips de Nueva York vendió un cuadro de Sherald titulado ‘The Bathers’ en por $4.260.000, 21 veces más caro que su estimación más alta. Y con sólo 34 años, la artista estadounidense Avery Singer vendió en Phillips uno de sus cuadros llamado 'Untitled' por 4,1 millones de dólares en 2018.

Para aquéllos que quieren invertir en arte y no saben por dónde empezar, y para analizar el desempeño del mercado de arte de alta gama, se puede consultar el “ArtPrice100”, un índice que considera a los 100 artistas más importantes que venden en subastas. El índice utiliza una extensa base de datos de más de 6.300 casas de subastas y se pondera según el desempeño promedio de un artista durante los últimos cinco años. Al igual que el S&P 500, el índice se ajusta anualmente, de modo que los nuevos artistas exitosos se unen mientras que los que ya no son relevantes salen de la lista. En el número 1 se en- cuentra Leonardo Da Vinci después de que en noviembre de 2017 se vendiera su obra 'Salvator Mundi' por 450,3 millones de dólares. “ArtPrice100” ha demostrado que durante los últimos 18 años, este grupo de artistas cuyas obras alcanzan los precios más altos y cuentan con la mayor base de coleccionistas, han experimentado una increíble acumulación de valor, superando al S&P 500 en más del 250%.

Casas de subastas

Nueva York, Londres y Hong Kong son los principales mercados para los tres principales operadores de subastas de arte: Christie’s, Sotheby’s y Phillips, lo que les permite satisfacer la demanda estadounidense, europea y asiática simultáneamente.

Juntos representan el 70% del mercado del arte contemporáneo por volumen de negocios, de solo el 10% de los lotes vendidos. A nivel mundial, sus ventas son inferiores pero lo compensan con los altos precios de lo que venden. Los otros 10 operadores principales de subastas a nivel global son todos asiáticos y en su mayoría chinos, incluidos China Guardian, Poly, RomBon, Beijing Council y Beijing Yubao.

En 2020, y a pesar del coronavirus, Sotheby’s vendió obras por valor de 5.000 millones de dólares y sus ventas privadas, fuera de subasta, fueron de 1.500 millones.

Por su parte las ventas de la casa de subastas Christie’s alcanzaron el año pasado 4.400 millones de dólares. Además tanto Christie’s como Sotheby’s, consideradas las dos princi- pales casas de subastas, realizaron más de 150 ventas online el año pasado y un 30% de los compradores online tenía menos de 40 años.

En cuanto a la facturación, Christie’s se lleva una tasa del 14,5% de las obras más baratas vendidas en sus subastas y el 25% de las más caras. Sotheby’s por su parte aplica una tasa del 14,9% a cada pieza subastada por más de 4 millones de dólares y el 26% de las más baratas vendidas.

La tercera casa de subastas con más facturación el último año ha sido Phillips, especializada en obras de arte contemporáneo, con el 10% de los ingresos. Estas 3 juntas representaron dos tercios del total mundial.

Respecto a la facturación mundial de arte contemporáneo, destacan Nueva York y Hong Kong con el 60%. De hecho Hong Kong ha registrado un crecimiento excepcional de facturación del 277%. Y es que el mercado asiático se está convirtiendo en el principal centro del arte contemporáneo, tanto para artistas asiáticos como para gran número de occidentales. En los últimos 12 meses China se convirtió en el primer centro mundial de arte contemporáneo, con un 40% de facturación global, seguido de Estados Unidos con el 32% y Reino Unido con el 16%.

El arte contemporáneo al alza

Según un informe de “Artprice by Artmarket” en los últimos 21 años, el mercado del arte contemporáneo ha registrado un aumento de volumen del 2.700%.

El segmento del arte contemporáneo, que incluye a los artistas nacidos después de 1945, ha tenido un rendimiento histórico de facturación en las subastas durante el primer semestre de 2021, con un aumento del 50% respecto al primer semestre de 2019. Y seguro que bate récords cuando se añadan las cifras de final de 2021 con las subastas de noviembre en las principales casas de subastas del mundo.

Entre las obras contemporáneas que han batido récords este año están el retrato de 'Jean-Michel Basquiat' hecho por Andy Warhol en 1982, y que alcanzó los $40.091.500 o 'Mousquetaire à la pipe II' de Pablo Picasso que logró $34.710.000, ambos vendidos en Christie’s.

El periodo 2020-2021 ha sido el mejor de la historia de las subastas de arte contemporáneo, tanto en número de piezas vendidas como en términos de facturación a nivel global. El 70% de las obras ofrecidas encontraron comprador y, en el último año, en concreto se vendieron 102.000 obras contemporáneas por una cantidad total de 2.700 millones de dólares, lo que representa el 23% de todo el mercado del arte en 2020-2021 y un 117% más en comparación con el periodo 2019-2020.

La pintura fue la categoría líder, tanto en términos de valor (73%) como en lotes vendidos (42%), aunque están tomando fuerza piezas escultóricas, un ejemplo es la venta de la escultura de acero inoxidable 'Rabbit' de Jeff Koons, que representa un conejo, y que fue vendida por 91 millones de dólares en 2019, superando en ese momento el precio récord de un trabajo vendido por un artista vivo.

Pero las excelentes cifras que mueve el segmento de arte contemporáneo se deben sobre todo a la espectacular llegada de los NFT (objetos únicos no fungibles, NFT, en sus siglas en inglés). Son piezas digitales elaboradas a partir de unos códigos que las hacen únicas, impiden su reproducción masiva ya que su autor puede limitar su uso y copia, proteger su proveniencia y, lo que es más importante, resguardar su autenticidad en la red. Los NFT generaron nueve resultados de 7 dígitos.

La obra de arte digital 'Everydays' del artista Beeple, fue el primer NFT vendido en una subasta en marzo de 2021, alcanzando los 69 millones de dólares y representa por sí sola el 3% de la facturación total del segmento de arte contemporáneo. Mike Winkelmann, conocido como Beeple, se convirtió así en el artista vivo más caro del mundo con esa pieza. Este artista digital, diseñador gráfico y animador estadounidense de 40 años, es conocido por usar varios medios en la creación de obras cómicas y fantasmagóricas que hacen comentarios políticos y sociales usando figuras de la cultura pop como referencia. Su última obra subastada este noviembre en Christie’s ha sido 'HUMAN ONE' (una escultura en forma de caja de más de dos metros de alta y que tiene cuatro grandes pantallas LED que en forma de video deja ver a un astronauta con casco paseando rítmicamente a través de entornos distópicos). Fue vendida a un postor que pujaba online por casi 29 millones de dólares. El “contrato inte- ligente” de venta de esta obra está especialmente codificado para que Beeple mantenga el control remoto sobre lo que se muestra en las pantallas, y él mismo podría sorprender al coleccionista mostrándole un nuevo trabajo donde ahora se ve el astronauta.

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