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Asia-Pacífico va a liderar el crecimiento económico en 2019

Asia-Pacífico es, desde hace años, la región con el crecimiento económico más rápido del planeta. Por lo general, suele crecer el doble que la media mundial (excepto Japón, en recesión-deflación recurrentes desde los años 90). India, además, ha relevado a China como la locomotora de Asia, si bien otras economías menos desarrolladas, como Birmania, Filipinas […]

Internacional

Dirigentes Digital

30 jul 2019

Asia-Pacífico es, desde hace años, la región con el crecimiento económico más rápido del planeta. Por lo general, suele crecer el doble que la media mundial (excepto Japón, en recesión-deflación recurrentes desde los años 90). India, además, ha relevado a China como la locomotora de Asia, si bien otras economías menos desarrolladas, como Birmania, Filipinas e Indonesia también han logrado consolidar su crecimiento económico alrededor del 5-6%. China, en plena guerra comercial con EEUU, va a reducir su superávit por cuenta corriente hasta el 0,1% del PIB. Esto, dada su creciente deuda, podría situar al gigante asiático en una situación de vulnerabilidad financiera a medio plazo. Sin embargo, todavía no existe riesgo sistémico en China, según coinciden prácticamente todos los analistas consultados por DIRIGENTES. El modelo económico ha cambiado.

“Es momento de crecer menos, pero mejor, hacer una transición desde el sector industrial al terciario-tecnológico”, insisten desde Pekín. El plan “Made in China 2025” seguirá avanzando sobre un modelo económico basado en más tecnología, conocimiento, productividad e I+D. En 2025, la automatización de los procesos productivos mediante big data, cloud business, blockchain e inteligencia artificial deberá haber alcanzado el 85% (frente al actual 58%). Se espera, entre otros objetivos, alcanzar un ratio de 100 robots por cada 10.000 empleos manufactureros (frente a los actuales 36). Y, al mismo tiempo, la contribución de los diferentes avances científico-técnicos sobre el PIB chino deberá haber alcanzado una cuota del 60% en 2025.

GUERRA COMERCIAL CON ESTADOS UNIDOS

La guerra comercial con Estados Unidos quizás acabe restando ocho décimas al PIB chino, que crecería un 6%, en 2019. Para contrarrestar los aranceles estadounidenses, del 25%, la divisa china también experimentará una depreciación adicional (en niveles cercanos a siete renminbis/dólar). Sin embargo, la contribución negativa de las exportaciones chinas al PIB será del 0,5%. “Si Estados Unidos mantiene la guerra comercial contra todas las exportaciones procedentes de China, como han amenazado desde Washington, ello podría costar hasta dos puntos al PIB”, señala Wang Tao, economista jefe del banco UBS, en conversación telefónica con DIRIGENTES. Es decir, el peor de los escenarios sitúa a China con un crecimiento económico del 5,5% en 2019, lo cual ocurriría tras haberse elevado todas las tasas arancelarias en EEUU al 25%.

Las ventas inmobiliarias, por otra parte, está previsto que retrocedan un 6%. Y el consumo interno también puede desacelerarse unas décimas. En este escenario, todo hace indicar la inminencia de nuevos estímulos económicos, tanto fiscales como monetarios. El crédito bancario se espera que crezca un 11%. Y la inversión en infraestructuras, con un crecimiento testimonial este año, alcanzará nuevamente los dobles dígitos durante 2019 (+11%). “Con una deuda pública cercana al 80% del PIB, existe margen fiscal para nuevas inversiones en infraestructuras, si bien es recomendable evitar un endeudamiento innecesario”, alerta Zhang Ning, de UBS. Si consideramos otros agentes económicos, no solamente las administraciones públicas, el endeudamiento total en China suma un 240% del PIB. El incremento sostenido de la oferta monetaria, por otra parte tendrá efecto sobre los precios, que repuntarán un 2,4% durante 2019.

SUDOKU ECONÓMICO EN JAPÓN

La desaceleración en Japón hará que el PIB crezca, solamente, un 0,9% durante 2019. El desempleo nipón, es cierto, sigue siendo inferior al 3%. Pero las subidas de impuestos, para financiar una deuda pública superior al 250% del PIB, continúan haciendo mella sobre el consumo. Hace ahora treinta años, cuando las tenencias en acciones e inmuebles perdieron una buena parte de su valor, tuvo lugar el conocido como “efecto pobreza”, lo cual afectó negativamente al consumo nipón. Las firmas japonesas, ante un menor consumo, invirtieron menos. Y los precios descendieron hasta instalarse en una deflación crónica. El desempleo masivo se pudo evitar congelando los salarios que, en términos reales, apenas han variado desde 1990. Esto ha tenido como consecuencia menos consumo doméstico y, además, menos inversión de las empresas. Para contrarrestar esta espiral negativa, diferentes gobiernos japoneses han optado, sin demasiado éxito, por aprobar paquetes de estímulo económico con vistas a reactivar el PIB. Sin embargo, pese a todo el dinero facilitado desde las administraciones, o el propio BOJ, los consumidores japoneses mantienen una propensión al ahorro excepcionalmente elevada.

No están dispuestos a gastar. Por la parte fiscal, junto al envejecimiento demográfico, los incrementos continuados del gasto público generan una deuda creciente que se debe financiar con subidas de impuestos (penalizando gravemente el consumo). Y, por la parte monetaria, generar inflación sin aumentar proporcionalmente los salarios tampoco estimula el consumo, más al contrario, provoca una merma del poder adquisitivo. Mientras no existan políticas específicas para estimular el consumo, será imposible consolidar una subida de los precios que permita salir de estancamiento económico en Japón. Si aumentara la productividad, los salarios se incrementarían, además del consumo. Y, si también bajasen los impuestos, subiría el poder adquisitivo del consumidor. Todo ello podría dar lugar a un círculo virtuoso donde aumentase la demanda de consumo sin hacerlo los costes vía inflación. El último dato del PIB japonés ha sido positivo, un 2,1% en tasa anualizada, cuando se esperaba una recesión. La inflación, coinciden los análisis más optimistas, no alcanzará el 2% antes de 2022.

INCERTIDUMBRE EN ASIA

Las economías asiáticas industrializadas, dicho todo lo anterior, tampoco van a crecer más del 2% en 2019. Corea del Sur, incluso, podría ver reducido su superávit por cuenta corriente hasta tres décimas (lo cual indica una cierta desaceleración de los intercambios comerciales a escala regional). Pasará del 5% al 4,7%, según UBS. El won surcoreano, ahora mismo, es la divisa más débil de Asia, con un retroceso acumulado este año del 6,5% frente al dólar estadounidense. En este escenario, su banco central no debe rebajar tipos, lo cual ejercerá cierta presión a la baja sobre el PIB. Indonesia, que ha celebrado elecciones presidenciales en abril, va a mantener un crecimiento estable, ligeramente por encima del 5%, durante los próximos dos años.

Sin embargo, las presiones a la baja sobre su divisa podrían incrementar los tipos de interés, afectando negativamente al PIB. El déficit por cuenta corriente, sumado a una aversión creciente al riesgo en los mercados, es un riesgo económico considerable para muchas economías asiáticas con divisas históricamente débiles. Conforme EEUU sube sus tipos de interés, las fugas de capital desde Asia serán más frecuentes, sobre todo en países como Corea del Sur, Malasia o Indonesia. Sin embargo, el desempleo continúa en niveles bastante bajos, con tasas medias del 3-5%.

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