La promesa de una revolución plena en el sector de las telecomunicaciones de la mano de la tecnología 5G parece que, por el momento, son solo eso, promesas. Oportunidades asombrosas de negocio, avances médicos, la tecnología más puntera jamás vista o una veloz conectividad, son algunas de las bondades que esta industria prometía. Pero ni […]
Dirigentes Digital
| 07 abr 2022
La promesa de una revolución plena en el sector de las telecomunicaciones de la mano de la tecnología 5G parece que, por el momento, son solo eso, promesas. Oportunidades asombrosas de negocio, avances médicos, la tecnología más puntera jamás vista o una veloz conectividad, son algunas de las bondades que esta industria prometía. Pero ni las inversiones multimillonarias de los grandes operados ha logrado sacar a flote el 5G.
El desafío que planteaba la tecnología 5G, puso a la sociedad en alerta ante lo que prometían que iba a cambiar el curso de la humanidad. Sin embargo, no solo no existen negocios que avalen este avance, sino que desde la inversión inicial de las grandes operadoras estadounidenses T-Mobile, Verizon y AT&T, ningún otro gigante ha vuelto a poner dinero en el proyecto.
Convencer al consumidor de que la quinta generación de la telecomunicación es el futuro, no está siendo tarea fácil. El beneficio no tangible que la nueva tecnología supondría, sumado a otras teorías que rodean el proyecto, está logrando ensombrecer el desafío que supondría ponerla en marcha.
A la revolución del 5G le han salido detractores. Cuando se pensaba que esta revolucionaria tecnología “sería la panacea universal”, últimamente no ha parado de sumar adversarios que aseguran incluso que podría ser una de las fuentes propagadoras de la Covid o que su radiación podría ser perjudicial para la salud.
Recientemente, eran las aerolíneas las que se sumaban a esta conspiración partiendo de que ciertas frecuencias del 5G interfieren en los radares aéreos y, por tanto, poniendo en peligro la vida de los pasajeros.
No obstante, sin haber aún pruebas fehacientes que lo demuestren, sí que se puede hablar de un hecho innegable que lo rodea y, a su vez, su peor enemigo. El 5G aún no ha llegado. A su vez, las principales tecnológicas, como Google o Microsoft, siguen trabajando para superar a las redes ultrarrápidas del 5G, y llegado el momento de que esta se implemente en la sociedad, ya habrá otras tecnologías que la hayan superado.
A día de hoy, la capacidad 5G tan solo está disponible en plataformas de e-sport, donde los torneos requieren una alta cobertura de red. Pero esa necesidad de una inmediatez en el tiempo de respuesta, conocido por el término ‘baja latencia’, aún es imperceptible para el consumidor.
Paradójicamente, la tecnología de quinta generación ha encontrado el filón perfecto en la conectividad de los hogares. A mayor velocidad, mayor demanda de servicios. Un área donde se puede explayar uno y, donde los clientes encuentran una alternativa inalámbrica a sus proveedores de telefonía. Eso es el 5G.
Los hogares han resultado ser un campo perfecto para la tecnología 5G. Los gigantes tecnológicos, compiten para que, las redes saquen partido a todo su potencial, pero, sin embargo, dista muy lejos de ser lo que prometía ser.
El 5G se ha quedado en una experiencia. En una característica adicional en el campo de la telefonía en donde los paquetes de las operadoras, dispuestos a captar clientes, han encontrado la oportunidad perfecta para dar rienda suelta a la tecnología de quinta generación sin tener que dar más explicaciones de las necesarias a sus inversores.
