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“Hay cuestiones sustanciales de la RSC que normalmente se dejan de lado”

La Responsabilidad Social Corporativa ha ido ganando en importancia en los últimos tiempos dentro de la comunicación corporativa pero, ¿hasta qué punto se están consiguiendo progresos en la materia? ¿Cuáles son las áreas en las que se ha avanzado más y en qué otras es necesario mejorar? Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de RSC nos […]

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Dirigentes Digital

29 ago 2018

La Responsabilidad Social Corporativa ha ido ganando en importancia en los últimos tiempos dentro de la comunicación corporativa pero, ¿hasta qué punto se están consiguiendo progresos en la materia? ¿Cuáles son las áreas en las que se ha avanzado más y en qué otras es necesario mejorar? Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de RSC nos ayuda a entender mejor este fenómeno.

¿Cuándo comienza el desarrollo de la RSC en nuestro país?

Es complicado acertar en fijar el inicio de la implantación de la RSC en España. El debate con aval institucional de la responsabilidad social comienza a finales de los años noventa, principalmente provocado por dos factores: la constitución de una mesa de trabajo dentro de Aenor para elaborar una certificación en el mercado que permitiera discriminar a las empresas que tuvieran una mayor responsabilidad en la gestión de impactos de aquellas que no gestionasen esas externalidades, lo que supuso varios años de trabajo que posteriormente desembocaron en el proceso de elaboración de la norma ISO 26.000. Paralelamente, se constituyó la mesa cuadrada de Global Compact, que es diferente a la asociación del Pacto Mundial. No tenía personalidad jurídica y se desarrollaba a través de una sería de debates que tenían como eje central la gestión empresarial y en los que participaban diferentes actores que normalmente no se reunían para hablar de estos temas, como era la administración pública, la empresa, partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales. Ése fue el origen del marco institucional, más tarde por parte del gobierno en la anterior legislatura del Partido Popular se creó un comité de expertos, y cuando llegó el PSOE se creó un foro de expertos que derivó en lo que hoy es el Consejo Estatal.

¿Cuál es el nivel actual de cumplimiento de los compromisos de RSC en las empresas españolas? ¿En qué aspectos sobresalen y en cuáles deberían mejorar?

Es variable, nosotros huimos de hacer valoraciones genéricas en estos temas ya que depende del tipo de empresa. El avance en los últimos años se puede establecer dos dimensiones diferentes; una, a nivel de compromisos, donde podríamos decir que el avance es interesante, también desde el punto de vista del conocimiento técnico de las personas que tratan estos temas dentro de las empresas es muy diferente del perfil de los responsables de RSC que había en las empresas a finales de los noventa, que era gente muy vinculada a la comunicación y con pocos conocimientos técnicos. Quizás quién ha metido más presión son las agencias de calificación, que son las que facilitan información a inversores, índices de sostenibilidad, entre otros. Han requerido mayor perfil técnico dentro de la empresa lo que ha ahondado en que haya por lo menos una capacidad de diálogo más rica. En cuanto al compromiso real, creo que todavía los factores determinantes del comportamiento de la empresa no los guía la responsabilidad social. Sí es cierto que si consultamos cualquier web de cualquier empresa cotizada hoy en día, el tema de la RSC está en un apartado que tiene importancia y visibilidad, pero la realidad es que, a la hora de tomar decisiones, los mercados lamentablemente en muchas ocasiones no tienen en cuenta los factores sociales, medioambientales o que tienen que ver con el impacto en las comunidades a nivel económico. Hay cuestiones sustanciales de la RSC que normalmente se dejan de lado, como la fiscalidad responsable, la corrupción, la ges tión de canales de suministro, etc. En temas medioambientales, por ejemplo, los avances están motivados por presiones de ámbito regulatorio. Los últimos 15-20 años ha habido diferentes incentivos y marcos regulatorios en esta materia que han condicionado que las empresas aborden los aspectos medioambientales desde una perspectiva más técnica y de gestión real de procedimiento y quizás es en el ámbito es donde más se haya avanzado dentro de las diferentes dimensiones de la responsabilidad social.

¿Qué incidencia tiene la RSC en fondos de inversión o empresas de consultoría?

El papel de los intermediarios, que serían los despachos de abogados, las entidades financieras, las consultoras, es determinante. Lo que vemos por parte de los intermediarios que realizan labores de asesoramiento, principalmente grandes consultoras, es que hay un doble discurso e incluso un doble acercamiento contradictorio a la empresa. Por un lado, hacen las estrategias de outsourcing, de externalización de estas empresas para que abaraten costes, o lo que eufemísticamente se llama de optimización fiscal, y por otro les verifican las memorias de sostenibilidad. Sobre este aspecto hay un debate abierto a nivel europeo, sobre todo en lo referente a estrategias de optimización fiscal, sobre la necesidad de tomar medidas en relación a estos intermediarios, por el papel importante, no desde el punto de vista de generación de impactos directos, pero sí indirecta o inducidamente que tienen en las empresas, en la economía y, por tanto, en la sociedad. También el papel de los intermediarios financieros es fundamental. No tienen un impacto negativo sobre el empleo, los empleados de estas entidades suelen tener buenas condiciones laborales, no tienen impactos ambientales más allá de sus centros de trabajo al no tener actividad productiva, pero sí tienen un impacto indirecto muy importante en las decisiones que toman a la hora de seleccionar los proyectos que van a recibir financiación. Hay un acuerdo unánime de que si queremos alcanzar un modelo de desarrollo sostenible es necesario involucrar al sector financiero. Ha habido un pronunciamiento del G-20; la Comisión Europea ha elaborado ya un documento a través de un grupo de alto nivel de expertos en finanzas sostenibles que se creó hace un par de años; la OCDE también está insistiendo en estos temas; Francia en la Ley de Transición Energética ya obliga a empresas financieras con un determinado volumen a que presenten un informe anual de cómo toman las decisiones en los proyectos que invierten en función del impacto sobre el calentamiento global que tengan esas inversiones. ING ha sido recientemente demandada ante el Punto Nacional de Contacto por contribuir al cambio climático,... Es decir, empieza a haber una presión y una conciencia sobre la importancia del sector financiero en conseguir la sostenibilidad.

¿Qué aportan las prácticas de RSC a las empresas que las implantan en su operativa? ¿Qué repercusión tienen en la imagen, los resultados o la rentabilidad?

Diferenciaría dos cosas. Hay cuestiones sustanciales de responsabilidad social que no deberían dejarse al arbitrio de la empresa y menos aún sobre si eso redunda o no en beneficios, en la cuenta de resultados. Ése es el enfoque, desde un punto de vista académico, de la teoría instrumental, es decir, sólo hago responsabilidad social si tiene beneficios. Una empresa, y es el debate que hay ahora en torno a empresa y derechos humanos con el estudio de un tratado internacional en este ámbito, debe tener una responsabilidad sobre los impactos negativos que genera en los derechos fundamentales. Cuando una empresa hace uso de trabajo forzoso, contamina un río del que depende una comunidad, debe haber consecuencias y no sólo de ámbito reputacional, sino consecuencias de ámbito jurídico. Hay ciertos comportamientos que no se pueden permitir, ni dentro nuestro ámbito de soberanía nacional, ni cuando las empresas actúan fuera, donde hay fragilidad institucional, o el Estado no tiene la capacidad suficiente. En definitiva, ecosistemas propicios para que se den este tipo de situaciones. Estas cuestiones no deben dejarse en manos de la voluntariedad de la empresa, y menos en base a cómo afecta a la cuenta de resultados. Los temas sustanciales hay que regularlos, igual que hay que regular que las empresas paguen impuestos donde generan los beneficios. Más allá de las cuestiones sustanciales, evidentemente hay un tema reputacional, que es muy subjetivo, pero hay estimaciones de una consultora estadounidense que dice que entre el 70 y el 80% del valor total de las grandes empresas cotizadas hoy en día es el valor total de los intangibles, y lo ponen en relación con los años ochenta, en los que el porcentaje era de un 15%. No sé si esa ecuación es cierta, pero sí es verdad que los temas reputacionales influyen en la cuenta de resultados de las empresas, en su cotización y por tanto afectan al accionista, por lo que hoy en día el accionista cada día es más consciente de la influencia que tiene desde el punto de vista de rentabilidad como se aborden estas cuestiones. Si sale un escándalo por una incorrecta gestión por parte de la empresa, eso perjudica la cotización de sus acciones. Hay también un tema interesante, que entra en el coste de agencia que tiene el accionista con respecto al administrador y es que en el sector energético hay una fuerte resistencia a que cambie el statu quo desde hace años porque son sectores muy oligopolistas, hay mercado repartido, hay beneficios importantes anualmente, con lo cual no se quiere el cambio, sin embargo hay una serie de accionistas estratégicos con una visión a más largo plazo que saben que tarde o temprano ese statu quo no va permanecer para siempre, que la tecnología va avanzando, que las presiones son cada vez más difíciles de disimular y que llegará un momento en el que el sistema actual de generación de energía lógica y racionalmente cambiará, por lo tanto están exigiendo planes de acción a los gestores de las empresas para que afronten ese futuro imparable. Y eso es muy interesante, como desde la perspectiva de ciertos inversores, y desde la perspectiva de la rentabilidad, se está empezando a exigir que haya un cambio en los criterios, que se afronte ese futuro.

¿Cómo afectó la crisis económica a la implantación de la RSC?

Durante la crisis económica, se produjo un interesante debate sobre la necesidad de romper con la irresponsabilidad social corporativa. Lo que se demostró es que, durante los años de expansión económica, había habido una gran irresponsabilidad por parte de ciertos sectores estratégicos, más allá de campañas de comunicación envueltas en eslóganes muy bonitos. El comportamiento de muchas empresas y otros actores no había sido socialmente responsable. Lo que se debatió fuertemente fue sobre la necesidad de introducir medidas muy vinculadas inicialmente con el sector que propició la crisis, que fue el financiero, y luego extrapolarlos a otros sectores. Muchas de esas medidas que se comentaron por parte de altos mandatarios quedaron ahí, realmente ha habido pocos avances en cuanto a medidas que realmente corrijan esas deficiencias de mercado. Yo no diría que hubo un estancamiento, porque realmente había una burbuja de RSC, desde la perspectiva de que había muchas publicaciones, las agencias de comunicación crearon un hilo ex profeso de RSC, en Madrid había días en los que coincidían a la misma hora dos o tres actos sobre el tema, es decir, había toda una burbuja desde una perspectiva de mercado, creo que sostenida en cuestiones muy poco fundamentales. Todo eso se desmoronó, igual que otras burbujas, los actos, las publicaciones, los grandes eventos,... ahora, en cambio ya está recuperándose.

¿Cuáles son los retos que afronta la RSC en el futuro inmediato?

Planteo la RSC como una herramienta o un instrumento más, que tiene que estar unido a otros. Es difícil que la RSC pueda solventar los problemas que tiene un país, si no hay una estrategia coordinada por parte de los diferentes gobiernos, tanto estatales como autonómicos, en pro de la sostenibilidad, que tenga en cuenta el territorio y que favorezca un ecosistema en el que se involucren los diferentes actores, y un actor fundamental es la empresa. Difícilmente se van a conseguir resolver los retos que tiene que afrontar un país, grandes cuotas de desempleo juvenil, precariedad laboral, desigualdad, acceso de ciertos colectivos al mercado de trabajo, retos de carácter medioambiental, todo eso requiere de políticas mucho más amplias que desde la perspectiva de la RSC. ¿Qué se puede hacer desde la perspectiva de la RSC? Pues implementar una serie de políticas que están en algunos casos ya definidas en la Estrategia de Responsabilidad Social, que por ahora está parada. Fue aprobada, fue enviada a Europa pero no se ha puesto en marcha. Tiene 60 acciones y que yo tenga conocimiento se ha llevado a cabo una. Otro tema es el de la contratación pública. Las empresas, igual que los individuos, actuamos en base de incentivos y uno de los incentivos que hay es el económico. La contratación pública es un elemento que puede condicionar que haya empresas que ajusten sus políticas y su nivel de responsabilidad para poder acceder a ese pastel muy goloso. También hay que tener en cuenta los desincentivos: cuando hay grandes empresas que están involucradas en tramas de corrupción de forma reiterada, que esas empresas queden fuera de la contratación pública. Creo que esos serían elementos interesantes. Hay ahora en tramitación parlamentaria una ley, como consecuencia de una directiva comunitaria, sobre información no financiera, que creo que puede ayudar a poner orden en el mercado, que las empresas tengan por obligación que informar de una determinada manera sobre cómo gestionan los impactos en el ámbito social, ambiental y laboral, haya sistemas que trasladen la información al consumidor y que esa información sea fiable. Hoy en día, el problema que nos encontramos es la contradicción de las consultoras que, por un lado, hacen las estrategias de optimización fiscal y por otro lado hablan de nuevo capitalismo y hacen las memorias de RSC de esas mismas empresas. Son sistemas contradictorios y eso, lamentablemente, ha contribuido a generar mucho descrédito en la sociedad. Creo que no afrontar desde una visión neutral y rigurosa los temas de RSC, con todo lo que conllevan, con los condicionamientos de los mercados, con la asimetría que hay en muchas cuestiones, provoca muchas contradicciones y descrédito ante la sociedad en su conjunto.

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