La inversión alternativa ha vivido un crecimiento del 15% en los dos últimos años y todo apunta a que seguirá la misma senda en 2019. Las razones son simples: volatilidad del mercado, incertidumbre, renta fija con bajos rendimientos en los bonos soberanos, tipos de interés anormalmente bajos, etc.
En primer lugar, aunque la renta variable está recuperándose en el arranque del año, las incertidumbres que sobrevuelan el mercado son bastantes y los inversores buscan mayor protección para no sufrir en demasía escenarios como el del último trimestre de 2018. A esto, hay que sumarle los riesgos macroeconómicos que apuntan a una ralentización y una posterior recesión.
En segundo lugar, la renta fija tampoco presenta grandes esperanzas. Para un inversor en euro, apostar por los bonos americanos es complejo, ya que debido a las regulaciones se quedaría sin apenas rentabilidad. Por su parte, los bonos europeos son un activo que se esta moviendo en rendimientos más cercanos al 0 que al 1.
Además, los consejos de los expertos están haciendo lo propio. “Puede que una asignación 60/40 en acciones y bonos ya no sea suficiente para satisfacer los objetivos de inversión a largo plazo. Las inversiones alternativas pueden potencialmente reducir la volatilidad, mejorar los rendimientos y generar mayores niveles de rentas para una cartera.”, afirma BlackRock.
¿Qué son los activos alternativos?
Dentro de la inversión alternativa se puede invertir en un muy diversos activos. Desde las materias primas, hasta el inmobiliario, pasando por las empresas no cotizadas. Precisamente, en estas últimas se en Estados Unidos se pueden observar retornos del 100% en un par de años, “no son raros para aquellas compañías que finalmente salen a bolsa”, explica Ramon Blanco, cofundador y consejero de Bewater Funds.
“Los inversores cada vez buscan más diversificar y, sobre todo, descorrelacionar sus carteras”, asegura Almudena Mendaza coordinadora para Iberia de Natixis IM.
“Las inversiones alternativas presentan baja correlación con las clases de activos tradicionales, de forma que pueden ser utilizadas para diversificar carteras”, añaden desde BlackRock. Además, “pueden ofrecer rendimientos más altos que las inversiones tradicionales, especialmente durante periodos de tipos de interés bajos”, apunta la gestora.
Los datos reflejan todo lo dicho anteriormente, en España en 2018 el capital invertido en Private Equity ha alcanzado 5.844 millones de euros, una cifra no vista hasta el momento. Esta clase de activos han generado una rentabilidad superior al 13% en los últimos ocho años. Sin embargo, la inversión en energías renovables y en el sector inmobiliario siguen siendo los activos con mayor demanda en la actualidad.
2019-03-07 10:09:15