Como explica Juan José Montiel, profesor de EAE Business School, las empresas españolas están expuestas a cambios accionariales y son atractivas para los inversores extranjeros, lo que está mermando el peso de nuestra industria, situándose actualmente en el entorno al 20% del PIB. ¿Qué movimientos relevantes en las empresas españolas destacarías que se hayan […]
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| 06 nov 2023
Como explica Juan José Montiel, profesor de EAE Business School, las empresas españolas están expuestas a cambios accionariales y son atractivas para los inversores extranjeros, lo que está mermando el peso de nuestra industria, situándose actualmente en el entorno al 20% del PIB.
La globalización de la economía también se ve reflejada en los movimientos de capitales. España es un país de tamaño medio en el que un número reducido de empresas tienen peso internacional y Telefónica es una de ellas. Las cotizadas, por su tamaño y capitalización, están especialmente expuestas a estos cambios accionariales, sobre todo cuando su capital social está suficientemente diluido.
Recientemente, Wolkswagen, propietaria de SEAT desde el comienzo de los años 90 del pasado siglo, anunciaba la desaparición de esta marca en favor de CUPRA. Esto es algo que forma parte del ciclo de vida de las marcas y sus productos asociados. Lo importante no es tanto que la marca cambie como que los vehículos se produzcan en España.
En 2018, el jeque catarí Al Tahani tomando ventaja de la necesidad de cash del gran almacén, invertía en El Corte Inglés y adquiría el 11% del capital social, aunque en el 2022 ECI recompró la mitad de esta inversión.
Las empresas españolas son apetecibles para inversores extranjeros, por ejemplo, comunicaciones, bancos, tecnológicas, retail, inmobiliarias, biotecnológicas… suelen estar muy bien gestionadas y, al ser de un tamaño medio en el mercado global, son muy asequibles para estos grandes inversores que suelen buscar la inversión a largo plazo en activos estratégicos, sólidos y rentables.
En general, la presencia de grandes inversores como fondos de pensiones europeos y estadounidenses, grandes inversores privados o campeones de los sectores correspondientes suele ser una herramienta dinamizadora de la economía y genera confianza en los mercados internacionales.
Sin embargo, la cara B de la globalización puede darse si empresas extranjeras o inversores institucionales de terceros países compran participaciones o, directamente, la propiedad de las empresas con fines espurios ya sea para subordinar sus intereses a los de la empresa matriz o, en el caso de fondos soberanos, condicionar sectores estratégicos del país correspondiente e incluso su política.
Más que declive, España y el resto de los países de la Unión Europea, decidieron hace años desindustrializar sus economías y encomendar a terceros países como la República Popular China, Vietnam, Tailandia, India, etc… una gran parte de nuestra actividad industrial. Así, si en el año 2008, el peso de la industria en el PIB español era del 26,3%, desde el año 2012 se ha estabilizado en el entorno del 20% con una levísima subida en 2021 y 2022. De igual manera, Alemania ha decrecido del 31,0% en 2018 al 29,2 en 2022.
El gran impacto del confinamiento en las cadenas de suministro poniendo de manifiesto sus puntos débiles, las nuevas tensiones geoestratégicas entre China y EEUU con los vetos a empresas chinas como Huawei en sectores estratégicos, el enfrentamiento entre Rusia y Occidente, más allá incluso de la guerra de Ucrania, nos obliga a redefinir las estrategias nacionales y aún más de los grandes bloques, en nuestro caso la UE, fomentando la reindustrialización de nuestras economías.
Un cambio estratégico de esta magnitud requiere un acuerdo al más alto nivel, tanto de los gobiernos y la sociedad civil como de los organismos transnacionales de la UE.
Depende, en primera instancia, de los gobiernos y de las sociedades de cada país que, con un amplio consenso, decidan romper con la inercia de tercerización de las economías occidentales y retomar el sector secundario, e incluso el primario, en sectores clave para la prosperidad y la seguridad de las sociedades nacionales.