¿Quiere tener éxito en sus inversiones? Empiece por no cometer estos errores

Después de muchos años trabajando con inversores en diferentes partes del mundo, hemos tenido la oportunidad de recopilar las mejores prácticas, y también algunos errores, que se repiten con más frecuencia de la deseada. Independientemente del tipo de inversor, y de la parte del mundo en la que opera, hemos constatado que se trata de equivocaciones comunes, pues, como decía Benjamin Graham, “el principal problema del inversor, e incluso su peor enemigo, es probablemente él mismo”.

Errores habituales

  1. Falta de planificación. Seguimos viendo que, en muchas ocasiones, el inversor comienza el proceso por el final, es decir, buscando ideas mágicas en forma de inversiones, convencido de que podrá maximizar las rentabilidades. Esto no funciona. Conviene empezar con un ejercicio de reflexión sosegado, pues el patrimonio no es un fin, sino un medio para lograr nuestros objetivos. Por tanto, es esencial identificar objetivos, necesidades y plazos en los que se pretenden satisfacer. A continuación, esto se traducirá a parámetros financieros, logrando así la política de inversión, que es la piedra angular sobre la que descansa una adecuada estrategia inversora. Por último (y no al principio), se buscarán los productos que mejor se adapten a las exposiciones por clases y subclases de activos donde deseemos invertir.
  2. Insatisfacción en los inversores. Observamos cierto descontento de los inversores ante los resultados obtenidos por sus carteras, debido generalmente, a que no han ganado dinero en el corto plazo. Sin embargo, conviene ser realistas y no exigir a las inversiones financieras máxima rentabilidad y mínimo riesgo. De hecho, es algo que no pedimos a otras clases de activos (empresas, inmobiliario, venture capital, etc). Este comportamiento, se debe en gran parte a que, en las inversiones financieras podemos ver a diario la evolución de los precios, algo que no ocurre con empresas e inmuebles. Esa liquidez, característica positiva de las inversiones financieras, se acaba percibiendo como “un problema”, pues favorece la creencia de que se trata de activos más volátiles.
  3. Pretender anticipar los movimientos del mercado. Esto provoca movimientos de entrada y salida constantemente, mermando las rentabilidades que se pueden obtener. De hecho, numerosos estudios demuestran que los inversores en fondos de inversión acaban recogiendo rentabilidades mucho menores a las de los índices por este motivo. Por ejemplo, según Dalbar Financial Services, en EE. UU. los inversores recogen entre el 25% y el 30% de la rentabilidad obtenida por los índices bursátiles a largo plazo. Las decisiones erróneas de entrada y salida conducen a la pérdida de valor. Cabe destacar que, las emociones juegan un papel capital en este aspecto. Por ello, uno de los grandes retos de los inversores es conocer los sesgos que le pueden afectar, para mitigarlos o, al menos, tratar de minimizarlos.
  4. No otorgar la importancia debida a los costes. Hay que tener presente que, parte del ahorro que se invierte va destinado a satisfacer los costes de las inversiones realizadas. Al igual que sucede cuando se adquiere una vivienda, donde se paga el precio establecido, pero también otros costes asociados (notario, tasador, impuestos, inmobiliaria, etc.). Cuando se adquiere un fondo de inversión se hará frente a la comisión de gestión del fondo, a la custodia en la entidad correspondiente, la comisión de asesoramiento, etc. Los costes a los que se expone el inversor pueden ser visibles y no visibles, pero irán mermando la rentabilidad de las carteras. De hecho, suponen el drenaje más relevante de la rentabilidad en las inversiones realizadas. Pequeñas diferencias anuales en los costes reducen de manera muy significativa el patrimonio final, al cabo de los años. Si bien como inversores, no podemos controlar los mercados, sí podemos y debemos controlar los costes asumidos. 
  5. Escasa o nula gestión de riesgos. La gestión patrimonial no es más que eso, gestión de riesgos. Aunque a veces se olvida. La búsqueda desesperada de rentabilidad suele acarrear una gestión de riesgos menos exigente, originando en muchos casos, problemas de gran enjundia. Es imprescindible, identificar los posibles riesgos, y escoger a conciencia, aquellos que estamos dispuestos, y tenemos capacidad para asumir. El resto serán desechados. Es relevante que las ambiciones no superen las capacidades.

Conclusión

Tras muchos años observando las variables que determinan el éxito de los buenos inversores, podemos concluir que, centrarse únicamente en la parte estrictamente financiera, no es un enfoque correcto. Además, del ámbito financiero, hay que trabajar el lado más emocional. El mercado irá poniendo a prueba al inversor. La respuesta que éste ofrezca dependerá en gran parte, de cómo sea capaz de gestionar sus emociones.

Adicionalmente, conviene tener la humildad suficiente, para incorporar los aprendizajes que han dejado los inversores a lo largo de la historia, para al menos, evitar cometer los mismos errores. Si además de pensarlo, lo ponemos en práctica, seguro que no se pasarán por alto los aspectos mencionados anteriormente. Esto no garantiza el éxito, pero no hacerlo, en el largo plazo, suele repercutir negativamente en los resultados obtenidos por el inversor.

2022-03-18 11:02:25

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