Cuatro razones para pensar en el fin de la globalización

Hace más de 200 años el economista David Ricardo identificó las "ventajas comparativas" que podía ofrecer cada región. Es decir, afirmó que si cada país se enfocaba en producir lo que realmente se le daba bien y participaba en el comercio internacional, todos se beneficiarían de esta “ventaja comparativa”. Lo que conocemos como "globalización" es el triunfo de esta visión. 

Sin embargo, durante la última década hemos asistido a un declive de esta tendencia. Y es que el peso de las importaciones y exportaciones en el PIB, que ha sido un factor clave para la globalización, se ha estancado durante los últimos diez años a nivel mundial. El resultado ha sido un aumento del fenómeno conocido como ‘desglobalización’.

A continuación, explicamos cuatro factores que demuestran por qué la desglobalización es algo más que una mera palabra de moda.

El primer factor es la geopolítica. Mientras que Estados Unidos había sido considerada como la única superpotencia desde el colapso de la Unión Soviética, el ascenso de China ha dado paso a un mundo multipolar. Por otro lado, también está en marcha la carrera por la supremacía tecnológica. No es de extrañar que las barreras al comercio exterior estén aumentando. De hecho, el número de políticas comerciales restrictivas se ha más que cuadruplicado desde 2002, tal y como reflejan los siguientes gráficos.

El segundo factor es que la Covid-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de las cadenas de suministro mundiales. Si los medicamentos de primera necesidad, las mascarillas y las vacunas sólo se producen en una región del mundo y una crisis provoca escasez de estos artículos, es evidente que se necesita una mayor diversificación de los lugares de fabricación. Esto nos lleva al tercer factor, las cadenas de suministro deben convertirse en redes de suministro y esto significa que habrá una oportunidad para la digitalización. Según un estudio de la consultora Deloitte, el coste de los robots se ha reducido drásticamente. Por tanto, el atractivo de la deslocalización, es decir, el traslado de puestos de trabajo fuera del mercado local de una empresa, está disminuyendo constantemente en comparación con el de los robots "onshore". Así pues, ¿por qué no producir los bienes a nivel local? Aquí entra en juego el cuarto factor, la descarbonización. Desde un punto de vista medioambiental, la importancia de producir bienes más cerca de la sede de una empresa o más cerca de su destino final también debería crecer en el futuro, ya que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, la huella de carbono y sus costes asociados. 

¿Qué implica para los inversores?

El panorama general de la desglobalización es que, al menos hasta cierto punto, tiene sentido tanto desde una perspectiva económica como sostenible. Sin embargo, no es un fenómeno homogéneo, ya que también existe una tendencia hacia el comercio mundial de servicios, datos y soluciones basadas en la nube. Dicho esto, los inversores deben tener en cuenta dos tendencias a la hora de configurar sus carteras. En primer lugar, incorporar países emergentes, debido al ascenso económico de China y otros mercados, podría consistir una estrategia adecuada, tanto por su diversificación como por las diferentes oportunidades de rentabilidad. En segundo lugar, la descarbonización, la demografía y la digitalización también deberían tenerse en cuenta como tendencias a largo plazo a la hora de invertir.
 

2023-11-08 11:20:50

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