Tanto el Banco Central Europeo (BCE), como la Reserva Federal (Fed) estadounidense, han vuelto a dar un ‘golpe sobre la mesa’ para calmar las tensiones de los mercados financieros y tratar de devolver la confianza. El primero, con un arsenal de estímulos para impulsar crecimiento e inflación; y, la segunda, con un mensaje claramente dovish […]
Dirigentes Digital
| 04 abr 2016
Tanto el Banco Central Europeo (BCE), como la Reserva Federal (Fed) estadounidense, han vuelto a dar un ‘golpe sobre la mesa’ para calmar las tensiones de los mercados financieros y tratar de devolver la confianza. El primero, con un arsenal de estímulos para impulsar crecimiento e inflación; y, la segunda, con un mensaje claramente dovish (acomodaticio) y de cautela respecto a las próximas subidas de tipos (reduciendo los posibles incrementos a dos en el año).
El respaldo de las autoridades monetarias a la economía no ceja y se mantiene firme, pero las suspicacias, cada vez mayores, sobre la eficacia de sus medidas, ante una macro que no remonta, y los nuevos shocks, desde emergentes y materias primas, especialmente el petróleo, no desaparece. Y es, una vez más, en el sector financiero en el que se concentran todos estos ‘vientos a favor’ y ‘en contra’ que toman la forma de volatilidad, riesgo y pérdidas bursátiles, que se acrecientan con los interrogantes propios de una industria que no termina de sanearse, sobre todo en Europa…
Para Scander Bentchikou, especialista en valores financieros de Lazard Frères Gestion, el ‘bazuca de Draghi’ debería tener escasos efectos en la evolución a corto plazo de los resultados de la banca del Viejo Continente, ahora bien, "ha conseguido mejorar considerablemente la percepción a medio, eliminando un riesgo real para la rentabilidad del sistema".
En concreto, este experto llama la atención sobre el mensaje del banquero italiano de que "no proseguirá con la bajada de los tipos a los que son remunerados los excedentes de liquidez depositados en el BCE. Esto no sólo debería contribuir a tranquilizar al sector mutualista alemán, muy expuesto a esta problemática, sino que debería tranquilizar también a los bancos de Europa meridional, sobre todo en España y en Italia, donde los créditos son en su mayoría de tipo variable".
Por otra parte, añade, es clave la puesta en marcha de una nueva ‘barra libre’ de liquidez (TLTRO): "A partir de ahora, los bancos de la Zona Euro podrán, por primera vez, pedir préstamos a tipo negativo al BCE. Esto debería inmunizar a la banca europea y permitirle refinanciar las caídas de los bonos incluso si las condiciones de los mercados para la emisión pudieran seguir siendo poco favorables". Pero, sobre todo, concluye, la autoridad monetaria ha dejado claro que "no quiere dañar la rentabilidad del sistema bancario".
El sector, subraya, cotiza a niveles casi tan bajos como los de la crisis soberana europea o incluso la quiebra de Lehman Brothers en 2008, por tanto, "muchas preocupaciones ya están integradas en las cotizaciones". El momentum de los resultados permanece bajo presión a corto plazo, "pero la recuperación europea se confirma y la del crédito está reiniciándose. Al tiempo que se mantiene una fuerte disciplina en materia de selección, vemos en los niveles de valoración actuales del sector una oportunidad a medio plazo, más que un riesgo negativo".
Recordemos que desde el Departamento de Análisis de Bankinter apuntaban a una una revalorización media de la capitalización bursátil de la banca europea superior al 25% en los próximos 12 a 18 meses. Ahora bien, matizaban, solo se beneficiarán del ansiado rebote aquellas entidades que cumplan con ciertos requisitos: tener un coste de financiación elevado o superior a la media, una mayor dependencia de la financiación mayorista o un ‘Loan-to-Deposit ratio’ superior al 100%, contar con un mayor peso relativo de la cartera de bonos a vencimiento y que los activos improductivos (‘NPAs’) tengan un mayor peso sobre el activo total. Teniendo en cuenta estos parámetros, sus principales apuestas son los grandes bancos italianos (Intesa o Unicredit) y Deutsche Bank.
Mientras, Fabio Mostacci, analista de Mirabaud Securities España, apunta que "los bancos españoles están mucho mejor capitalizados hoy que en 2008. Por tanto, una recesión no debería conllevar a una crisis sistémica provocada por un peligro de quiebra de entidades bancarias tal y como ocurrió en 2009-2012". No obstante, reconoce que la industria se enfrentaría "a un período prolongado de ROEs deprimidos, lo que en nuestra opinión justificaría unos múltiplos significativamente más bajos que los actuales".
Finalmente, Peter Garnry, jefe de estrategia de renta variable de Saxo Bank, mucho menos optimista afirma que "los bancos europeos no son una inversión atractiva a largo plazo debido a los muchos vientos estructurales que se avecinan. Los inversores deberían infraponderar el sector y buscar exposición en posiciones más selectivas a corto plazo", aconseja. Pues "el sector no está usando su capital de forma lo suficientemente efectiva y si vemos un aumento de las tasas, éste será muy bajo de cara al futuro más previsible".