Con una facturación que supera los 4.200 millones de euros y que genera alrededor de 16.200 puestos de trabajo directos, la industria papelera en España puede presumir de ser una de las más consolidadas de este país. Su tradición exportadora que reforzó durante el período de crisis, así como las importantes inversiones que se han […]
Dirigentes Digital
| 24 dic 2017
Con una facturación que supera los 4.200 millones de euros y que genera alrededor de 16.200 puestos de trabajo directos, la industria papelera en España puede presumir de ser una de las más consolidadas de este país. Su tradición exportadora que reforzó durante el período de crisis, así como las importantes inversiones que se han llevado a cabo dentro del sector en su apuesta por un entorno sostenible, hacen de la cadena de papel un importante pilar de la economía española. ¿Por qué momento pasa la industria del papel en España? Incluso en los peores momentos de la crisis, la industria papelera ha conseguido mantener sus niveles de actividad, su producción y su empleo. Esto se debe a que la debilidad que hemos tenido en el mercado interno en los peores años de la recesión, se ha conseguido compensar con las exportaciones. Menos consumo es menos publicidad, menos transporte, menos embalaje, menos comunicación. Todo eso son aplicaciones papeleras que, de alguna forma, redundaron en un menor demanda y que tuvieron un efecto de contracción, pero nuestras empresas aumentaron, incluso más de lo que venían haciendo hasta entonces, las exportaciones. Lo que sufrieron bastante fueron las rentabilidades y, por tanto, las inversiones y la retribución al accionista, pero lo cierto es que con la salida no explosiva, sino escalonada y progresiva de la crisis y la recuperación de los niveles de consumo en distintos productos, el sector ha ido acompasando ese crecimiento. Y poco a poco, no estamos todavía en niveles previos a 2008, pero si en algunos segmentos ya estamos bastante cercanos y en otros esperamos que se vaya acompasando. Esta industria está de alguna forma ganando pulso de una manera progresiva y eso hace que estemos enfrentando claramente un nuevo ciclo inversor. Nuestro sector es intensivo en capital, ya que requiere altos niveles de inversión y de alta tecnología. Por ello, desde hace dos años o tres hemos empezado a incrementar nuestras inversiones de manera importante porque creemos en el futuro, tenemos que invertir para seguir siendo competitivos en los mercados internacionales. Hay pocos sectores que inviertan hasta un 8% de su facturación, como es el nuestro. ¿A dónde va a ir destinada dicha inversión? Estas partidas van dirigidas a incrementos de capacidad, mejoras de eficiencia, adopción de nuevas tecnologías, inversiones medioambientales, seguridad, maquinaria o a reducir la siniestralidad, aunque básicamente la búsqueda de ser más competitivos es la piedra angular de las inversiones futuras. ¿Permitirán construir una industria más sostenible de acuerdo con el contexto actual? Esta industria o es sostenible o no será y esto es así. El sector tiene un récord absolutamente espectacular de mejora de su comportamiento medioambiental a lo largo de los años, nada tiene que ver la industria papelera actual si se compara con la de hace varias décadas. En la memoria que publicamos anualmente se aprecia una evolución absolutamente espectacular. Hay elementos en los que tenemos recorrido, pero hay otros que están superados y consolidados. Las corrientes nos están dando la razón en el sentido de que hay dos claves hacia donde yo entendería que está yendo todo lo que es el pensamiento de la sostenibilidad: economía circular y bioeconomía. Ambos están íntimamente ligados al sector. La primera la inventamos nosotros desde que empezamos a reciclar el papel. Es algo consustancial. En España más del 70% de la materia prima que utilizamos para fabricar papel es usado que recuperamos en los contenedores y luego lo reciclamos para hacer nuevo papel. Mientras que la bioeconomía de los productos renovables, basada en fuentes renovables, está en el ADN de lo que es la fibra con la que nosotros hacemos papel. Tenemos claro hacia dónde hay que ir y disponemos de fortalezas para ello. ¿Considera que cuando se alcancen los niveles precrisis y se active el mercado exterior se va a dejar de exportar? En absoluto. La exportación ha sido consustancial de nuestra industria desde siempre, no es algo que descubriéramos en 2008. Sí es cierto que incrementamos un poco más los niveles de exportación durante la crisis, para compensar la caída de la demanda interna. Pero nuestro sector siempre ha exportado y siempre va a hacerlo, independientemente de cuál sea la situación futura, porque muchos de nuestros papeles son verdaderos comodities que cotizan en el mercado internacional. Nosotros competimos abiertamente no solo con otros fabricantes europeos, sino también con fabricantes de todas las partes del globo. Por tanto, la cifra redonda es que el 50% del papel que fabricamos en España se vende y se consume fuera de España y viceversa. Por ello es tan importante ser competitivos en costes, ser eficientes, tener las mejores tecnologías, ya que solo de esa manera, en un mercado absolutamente abierto consigues llevarte el pedido y que no lo haga tu competidor. ¿La población está concienciada de la importancia de reciclar el papel? Más del 70% del papel que se consume en España se está reciclando y es una tasa casi récord en Europa. De hecho, después de Alemania, España es el país que más recicla en todo el continente y por ello, una gran parte de nuestra industria papelera está basada en la recuperación. Debemos estar orgullosos de haber alcanzado unas tasas récord, pero además lo hemos hecho con unos niveles de eficiencia y comportamiento que están siendo copiados en muchos otros países. Hay margen de mejora, pero también es cierto que debemos estar extremadamente orgullosos de los niveles que hemos alcanzado en cuanto a la recuperación y reciclaje en España. ¿Qué implicaciones tiene la descarbonización del sector? Ha supuesto una oportunidad para el sector. Se trata de un reto social y nos lo hemos tomado muy en serio. Es decir, cuando nuestros políticos allá por 2011 fijaron el objetivo de que Europa se tenía que descarbonizar en un 80% en el marco 2050 pensamos que era un reto. El sector va a jugar un papel fundamental en este proceso, pero es cierto que nuestra conclusión es que ese objetivo va a requerir el aplicar y desarrollar tecnologías rupturistas e innovadoras. Tenemos una serie de consorcios europeos testando y desarrollando soluciones. Muchas de ellas se quedarán por el camino; pero estamos absolutamente convencidos de que pronto empezaremos a ver las primeras fábricas con nueva tecnología. No va a ser fácil, pero creemos que abre un enorme campo de oportunidades para un sector como el nuestro, que está basado en una materia prima renovable, reciclable y biodegradable. ¿Vamos a tener que trabajar? Sí, ¿Vamos a tener que invertir? Mucho. Estimamos que el nivel de inversiones del sector va a tener que incrementarse en un 40% en los próximos años, para poder tener en el futuro en las fábricas con las tecnologías que vamos a necesitar para hacer frente a ese reto de descarbonización. ¿Qué supone para la industria el auge del comercio electrónico? Negaría la mayor. Las nuevas tecnologías no se están llevando el consumo de papel. Lo que el mar se lleva el mar te lo devuelve. Ese mismo Internet que está haciendo que cada vez fabriquemos menos papel para periódicos es el que lleva de la mano que cuando te llega un paquete lo hace en una caja de cartón que también la fabricamos nosotros. Lo que está claro es que las nuevas tecnologías van a producir un cambio de paradigma de consumo de forma que va a hacer que tengamos que reinventar muchos de nuestros productos e incluso muchas de nuestras estructuras empresariales. Una situación que se está dando en nuestro sector es que se están a transformando las fábricas que producían papeles en mercados maduros, donde ya son excedentarios, para fabricar papeles que son más demandados dentro de los nuevos modelos de consumo. Por tanto, hay dos tendencias claras: migración de mercados más maduros a mercados más prometedores y crecientes y mayor valor añadido en los productos que fabricamos. ¿Qué perspectivas presenta el 2018? El 2017 ha sido un año de esa esperada recuperación que se ha quedado un poco tímida. Vamos a cerrar el año con tasas estables de actividad similares a 2016. De cara al año que viene somos relativamente optimistas dentro de lo que es un proceso no explosivo. Estamos viendo que, desde que pasamos los peores años de la crisis, la economía crece a niveles sostenidos pero cautos y, por tanto, creemos que ese nivel de tímido crecimiento seguirá en 2018 pero con diferencias entre segmentos. Hay una serie de cuestiones que causan incertidumbre en un contexto global y nos preocupan algunas cosas pero más allá de los niveles de actividad, insisto y vuelvo al mismo punto, el futuro en la industria en general y la nuestra en particular se llama competitividad de los costes energéticos, costes logísticos y el transporte, competitividad de las materias primas en nuestro marco laboral, en nuestro esquema fiscal, así como en todos los elementos que hagan que nuestras empresas sean las más competitivas y que puedan vender aquí en Francia, en EEUU y donde haga falta. Eso requiere políticas nacionales de incentivos y de apoyo a la industria. El futuro no solo es industria 4.0, que es importante, es también creernos de verdad que queremos y podemos ser una potencia industrial y eso pasa por disponer del marco adecuado para que las empresas puedan invertir.