Desde 2008, Degroof Petercam Asset Management (AM) elabora su ranking de sostenibilidad de los países de la OCDE para determinar que deuda soberana es elegible para sus fondos, evaluando cinco cuestiones clave: transparencia y valores democráticos; población, salud y distribución de la riqueza; medio ambiente; educación e innovación; y economía. Tal y como explica Ophélie […]
Dirigentes Digital
| 26 ene 2017
Desde 2008, Degroof Petercam Asset Management (AM) elabora su ranking de sostenibilidad de los países de la OCDE para determinar que deuda soberana es elegible para sus fondos, evaluando cinco cuestiones clave: transparencia y valores democráticos; población, salud y distribución de la riqueza; medio ambiente; educación e innovación; y economía. Tal y como explica Ophélie Mortier, estratega de inversión responsable en la firma, el análisis de la sostenibilidad dejó clara “su valía especialmente durante la crisis de deuda de la Zona Euro, y ha demostrado ser importante para evaluar los problemas en este ámbito. Nos permite evaluar la capacidad de un país para saldar sus deudas, en lugar de su capacidad para asumir nuevas”. EEUU, en los puestos más bajos del ranking y Trump puede hacer que caiga más Estados Unidos siempre se ha situado en el tercio inferior de los rankings, con una puntuación de poco más del 50/100. La distancia de cinco puntos de con la media de los 35 países miembros de la OCDE se explica en gran parte por los criterios de medioambiente y bienestar. Si bien, destaca en innovación e inmigración. Por una parte, sigue siendo un consumidor importante de carbón, con emisiones elevadas de gases de efecto invernadero, y por otra, la proporción de energía renovable en la combinación total de fuentes de energía permanece por debajo de la media. En el ámbito social, la considerable desigualdad social es notoria, tal como evidencia el coeficiente GINI. Solo México tiene puntuaciones por debajo. La multitud de personas encarceladas también juega un papel importante en el panorama general. “Aunque Estados Unidos obtiene una buena puntuación general en términos de democracia y libertades civiles, lamentamos el hecho de que no se haya reconocido el Tribunal Internacional de Justicia o la Convención de Ottawa sobre las minas antipersona. Además, en algunos estados todavía no se ha abolido la pena de muerte”, detalla Mortier. Al mismo tiempo, los planes de su nuevo presidente, Donald Trump, en materia energética o fiscal arrojan un ‘saldo mixto’. “A corto plazo, dichas medidas suponen un gran impulso, pero a medio/largo plazo pueden plantear riesgos para la financiación de las políticas gubernamentales. Aunque la medida no comporta un crecimiento económico real, los sectores de la educación y la sanidad serán los primeros en empezar a pasar apuros a causa de los recortes presupuestarios de la política de Estados Unidos, una economía que ya está muy endeudada. Por este motivo, mejorar las previsiones de la puntuación de Estados Unidos en estos dos criterios de sostenibilidad sigue siendo un tema delicado”, apunta la estrategia de Degroof Petercam AM. Noruega se sitúa en lo más alto del ranking De nuevo un país escandinavo encabeza el ranking. Noruega, que muestra resultados excepcionales en cuanto a bienestar social y economía, se sitúa en el primer puesto, seguida de cerca por sus países colindantes, Dinamarca y Suecia. Puesto que la economía de Noruega depende en gran medida del petróleo, que es un combustible fósil, queda mucho espacio de mejora en lo que se refiere a medioambiente, especialmente en el desarrollo de energía renovable. Pero sus instituciones son sólidas y existe un elevado nivel de libertad de prensa. Desde el punto de vista económico, el país es sólido y las finanzas públicas gozan de buena salud. Finalmente, prácticamente no existen desigualdades sociales, ya que la riqueza por cápita es más alta que la media de los países de la OCDE. Transparencia y democracia y educación, dos asignaturas pendientes para España España ha ganado seis puestos y cuatro puntos, con lo que podemos afirmar que ha mejorado ligeramente durante el último ejercicio. Hace un año ocupaba la posición 27 con 53 puntos y actualmente ocupa la posición 21 (57 puntos). El desempleo juvenil, aunque mejora, está afectando sustancialmente a su puntuación del país. Otro factor significativo es el indicador de pobreza, que en España tiene un carácter ascendente. Puede resultar interesante la comparación con otros países periféricos como Portugal, Irlanda o Italia. Todos estos países estuvieron expuestos a las turbulencias de la crisis del euro de 2008 y, a partir de entonces, empezaron a surgir revisiones similares de sostenibilidad. Los resultados de España son inferiores a los de Irlanda (en cuatro puntos) principalmente debido a indicadores económicos (déficit corriente y hacienda pública) pero también en lo que se refiere a transparencia y democracia (percepción de la corrupción, poder de las instituciones, libertad de prensa, etc.) y en términos de educación, un ámbito en el que España registra peores resultados tanto en las pruebas PISA como en sus inversiones (educación e I+D), cuestiones especialmente importantes para garantizar el futuro del país. En comparación con Portugal, la situación es un poco mejor, con tres puntos más debido principalmente a factores económicos como la hacienda pública y la balanza por cuenta corriente. En el resto de factores que determinan la sostenibilidad, las diferencias no son importantes. Los resultados de España son bastante mejores que los de Italia, lo cual supone un mensaje claro en cuanto a gestión de la deuda soberana ya que Italia tiene un peso importante en los índices de referencia de títulos de renta fija. De hecho, España tiene 6,5 puntos más que Italia concretamente en transparencia (corrupción, libertad de prensa) pero también en educación (acceso a Internet, graduados en educación superior, pequeñas diferencias de rendimiento entre centros educativos, etc.). Finalmente, cabe destacar que España está en la misma línea que Japón (-0,5 puntos). Sin embargo, las diferencias entre los dos países en indicadores específicos son sustanciales, especialmente en lo que se refiere a transparencia y democracia, dos ámbitos en los que Japón supera claramente a España (corrupción, poder de las instituciones) y en educación (pruebas PISA, inversiones en I+D), mientras que España muestra mejores resultados en finanzas públicas y presencia de mujeres en el parlamento.