1. Menos de 45 años: 100% renta variable Ser joven no es incompatible con comenzar ahorrar de cara al futuro. Es más, cuanto antes se empiece a ahorrar a largo plazo, menor es el esfuerzo requerido para acumular el capital necesario. Además, esa perspectiva temporal a largo plazo permite optar por un plan de pensiones […]
Dirigentes Digital
| 14 dic 2015
1. Menos de 45 años: 100% renta variable
Ser joven no es incompatible con comenzar ahorrar de cara al futuro. Es más, cuanto antes se empiece a ahorrar a largo plazo, menor es el esfuerzo requerido para acumular el capital necesario. Además, esa perspectiva temporal a largo plazo permite optar por un plan de pensiones que invierta en renta variable. Aunque es un activo con mayor volatilidad y riesgo, históricamente la renta variable es el activo más rentable a largo plazo.
2. De 45 a 50 años: 60% renta variable y 40% renta fija
En esta franja de edad, los ahorradores siguen siendo personas jóvenes que tienen por delante muchos años de vida laboral, por lo que todavía pueden asumir riesgo. No obstante, es recomendable que empiecen a destinar parte de su patrimonio a la inversión en renta fija (deuda pública ?letras, bonos y obligaciones del Tesoro- y deuda privada ?bonos corporativos-) para reducir la volatilidad.
3. De 50 a 55 años: 45% de renta variable y 55% de renta fija
A medida que cumplimos años y nuestra jubilación se va acercando, el nivel de riesgo que debemos asumir va reduciéndose. Los ahorradores que tienen entre 45 y 55 años podrán recurrir a un plan de pensiones mixto pero que otorgue mayor ponderación a la renta fija, manteniendo una parte de renta variable que aporte un extra de rentabilidad.
4. De 55 a 60 años: 25% de renta variable y 75% de renta fija
Los planes mixtos siguen siendo la opción más acertada para las personas de entre 55 y 60 años, si bien el peso que otorgarán a la renta fija será superior que en la franja anterior.
Cuando se acerca la jubilación, es recomendable reducir al máximo posible el nivel de riesgo de nuestra cartera y optar por planes de pensiones de renta fija y mercado monetario, aunque eso suponga renunciar a cierta rentabilidad. En esta etapa, la prioridad debe ser la preservación del capital para disfrutarlo una vez se alcanza la jubilación.