A pesar de tener su origen en las calles y las plazas (o quizá precisamente por eso) Podemos es de naturaleza rebelde, contestataria, inconformista. La formación morada no quiere ser una mera bisagra para formar gobierno, quiere importantes contrapartidas a cambio de sus votos. Podemos enarbola a sus cinco millones de votantes para convertirse en […]
Dirigentes Digital
| 04 mar 2016
A pesar de tener su origen en las calles y las plazas (o quizá precisamente por eso) Podemos es de naturaleza rebelde, contestataria, inconformista. La formación morada no quiere ser una mera bisagra para formar gobierno, quiere importantes contrapartidas a cambio de sus votos.
Podemos enarbola a sus cinco millones de votantes para convertirse en el actor principal del cambio político y eso ha resultado ser un peaje demasiado caro para el PSOE. La formación morada se jugaba todo a un gran acuerdo de izquierdas, uno en el que además del PSOE, IU, Compromís habría que contar con el beneplácito, en forma de abstención, de los independentistas catalanes. No hay plan B.
Pedro Sánchez dejaba claro en el debate de investidura que no poder fiar la estabilidad de un gobierno a partidos que no respeten la Constitución. La fallida investidura le deja a Podemos el mensaje claro de que el PSOE considera peligroso caminar junto a ellos. Y ahora, además, la relación está ‘tocada’, tras los ataques a Felipe González y el orgullo manifiesto de Sánchez por el expresidente.
El PSOE, que ha apoyado los gobiernos locales de Podemos (o sus formaciones afines) en varias ciudades (Madrid, Barcelona, Zaragoza, A Coruña, Santiago, Cádiz y en buena medida Valencia) podría plantearse un castigo en forma de bloqueos en los futuros plenos municipales. Y así habría que entender la sugerencia de Manuela Carmena para que Podemos se abstuviera en la segunda votación.
A Podemos y al PSOE les separa Cataluña y a la hora de elegir, la formación morada ha considerado irrenunciable su apoyo al referéndum catalán así como su rechazo al acuerdo de los socialistas y Ciudadanos, sobretodo en material laboral e impositiva.
La encrucijada es compleja y todo apunta a que Podemos saldría beneficiado de una nueva cita electoral pese a que existen elementos, como la volatildad de los electores o la abstención de una segunda cita electoral, para pensar que no será así. Y si así fuera, ¿Podría volver a intentarse ese acuerdo de izquierdas que busca? Tras 60 días de mofas, ataques y desplantes, parece complicado que PSOE y Podemos puedan llegar a entenderse.