Cuestión de Estado. La crisis de Volkswagen no solo amenaza a la compañía, también a todo el sector del automóvil europeo y a la imagen del país. En una economía como la germana basada en las exportaciones de sus productos y servicios, el fraude de una de sus marcas más conocidas en el mundo golpea […]
Dirigentes Digital
| 02 oct 2015
Cuestión de Estado. La crisis de Volkswagen no solo amenaza a la compañía, también a todo el sector del automóvil europeo y a la imagen del país. En una economía como la germana basada en las exportaciones de sus productos y servicios, el fraude de una de sus marcas más conocidas en el mundo golpea directamente al corazón de los valores del país y a su pulmón financiero.
No en vano, el Gobierno de Merkel ha dado un paso al frente en la crisis, en una situación en la que cualquier Ejecutivo del mundo se hubiera puesto de perfil a la espera de la profundidad del escándalo y excusándose en que son temas del ámbito privado. La canciller ha exigido un plan inminente a la compañía para subsanar el daño provocado. Volkswagen es más que el primer fabricante de vehículos de Alemania. La compañía contribuye con alrededor del 2,7% del PIB a la economía nacional, siendo la automoción el mayor sector industrial del país y el más importante en el comercio exterior. La dependencia económica es tal que una de cada cinco millones que exporta son vehículos y repuestos. Volkswagen fabrica uno de cada diez vehículos del mundo.
Es más que una enorme compañía. Un ejemplo de la importancia de la compañía es Wolfsburgo, donde está la sede Volkswagen. Da empleo directo a 73.000 de los 120.000 habitantes de la ciudad, el paro es nulo, financia la universidad, dirige el mayor museo de la ciudad y es dueña del equipo local que compite en la Champions League.
Jaque al sector
La compañía ha provocado millonarias pérdidas en bolsa a toda la competencia, sobre todo a otros fabricantes alemanes. Pero lo que es más importante ha extendido la sospecha que todas las marcas europeas mienten en los datos de emisiones contaminantes. Un reciente estudio de la ONG francesa Transport & Environment dice que de media, la diferencia entre los resultados oficiales de las pruebas de emisiones de CO2 y la realidad alcanzaría el 40% en 2014 en Europa.
La maquinaria política europea se ha puesto a funcionar para proteger a un sector estratégico. En la reciente reunión de ministros de Industria de la UE se ha intentado pasar de puntilla sobre el asunto para mantener el equilibrio entre los intereses económicos y la justicia que se tiene que aplicar en este caso. Europa ha cerrado filas con el sector y no ha habido ninguna declaración altisonante. Sobre el papel, la Comisión podría expedientar a Alemania y a otros países por incumplimiento en la aplicación de una directiva obligatoria en la homologación de motores. Incluso abrir una investigación a Volkswagen ante las evidencias de saltarse las normas comunitarias. De momento, la comisaria europea de Mercado Interior se limita a pedir paciencia hasta que se recabe toda la información del caso. Lo que sí ha salido de Bruselas es un firme compromiso de defender la industria del automóvil y de los motores diésel. Hasta se estudia la posibilidad de crear un fondo que respalde al sector de posibles pérdidas.
Impacto económico
Volkswagen siempre ha presumido de una fuerte solidez financiera. A cierre de junio, disponía de una liquidez de 21.500 millones de euros, con sólidos beneficios de 7.000 millones y una facturación de 108.800 millones. Está por ver el impacto que tendrá el escándalo en sus ventas. De momento, la compañía calcula que el coste de esta medida puede superar los 6.000 millones, para cubrir los gastos ocasionados para rectificar los 11 millones de vehículos trucados. La compañía provisionará 6.500 millones en el tercer trimestre, cifra que se antoja insuficiente.
Solo la multa de la Agencia de Protección Ambiental (EPA por sus siglas en inglés) de Estados Unidos podría situarse hasta en 18.000 millones de dólares, más de la totalidad de sus ganancias operativas del año pasado. La EPA no se ha mostrado condescendiente en los últimos años con la industria automovilística. El año pasado, Hyundai y Kia pagaron una multa de 100 millones de dólares en Estados Unidos como parte de un paquete de sanciones de 300 millones por exagerar el ahorro de combustible de sus vehículos, y Ford redujo dos veces los valores estimados de ahorro de combustible para algunos modelos.
El horizonte judicial que se presenta a Volkswagen es muy complicado. Hoy una de sus marcas emblemáticas ha anunciado que ha demandado por supuestos delitos contra el derecho penal alemán a la matriz Volkswagen en la Fiscalía de Ingolstadt (sur de Alemania), para apoyar la aclaración del escándalo de manipulación de emisiones de gases.
¿Cuál es el futuro de Volkswagen?
El banco alemán LBBW calcula que los perjuicios a la empresa podrían ascender en los próximos años a 47.000 millones de euros. Sin contar los daños de imagen y la posible caída de las ventas, que todavía no se han resentido.
Además, de la liquidez que tiene en caja, en un momento dado puede desprenderse de activos estratégico para asumir los costes. Según el analista del banco alemán NordLB, tiene participaciones en otras empresas valoradas en 5.000 millones de euros. Recientemente ha vendido su participación en Suzuki.
La compañía puede optar por una estrategia defensiva para aumentar su liquidez a costa de sus accionistas y endeudando a la compañía. Las opciones pasan por una ampliación de capital o emitir deuda, que es el escenario más probable teniendo en cuenta la posición holgada de la compañía.
Llegado el caso podría desprenderse Bentley, Bugatti o Lamborghini. Las tres marcas, sumadas al fabricante de motos Ducati, están valoradas por encima de 5.000 millones. Más rédito obtendría con la puesta venta de y Scania con un valor de mercado de 30.000 millones.