"Europa y Japón han puesto toda la carne en el asador. Y lo mismo ocurre con la Fed, con EEUU creciendo por debajo de su potencial. ¿Qué nos hace pensar que los estímulos del BCE tendrán un efecto distinto?". Es el mensaje con el que Nicolás Llinás, director de desarrollo de negocio de Carmignac, resume […]
Dirigentes Digital
| 20 may 2016
"Europa y Japón han puesto toda la carne en el asador. Y lo mismo ocurre con la Fed, con EEUU creciendo por debajo de su potencial. ¿Qué nos hace pensar que los estímulos del BCE tendrán un efecto distinto?". Es el mensaje con el que Nicolás Llinás, director de desarrollo de negocio de Carmignac, resume el sentimiento del mercado de cara al segundo semestre del año. Un sentimiento marcado por las dudas sobre la efectividad de las políticas monetarias, al menos en lo que a impulsar el crecimiento se refiere.
Las cifras lo dejan claro. La economía global solo ha conseguido un mediocre crecimiento del 3,2% en los últimos siete años, comparado con la media de 4,2% durante la década anterior a la crisis, un impacto más bien pequeño para la cantidad invertida. En su carta mensual de marzo a los inversores, el gurú Bill Gross también se hacía eco del pobre crecimiento que asola el globo. Según sus cálculos, y teniendo en cuenta la flexibilización cuantitativa (QE) y los tipos negativos implementados, el crecimiento de EEUU debería rondar el 4%-5% para 2017, frente al 3% que ronda actualmente. El 2%-3% en la Zona Euro y el 5%-6% en China.
Es cierto que no hay temor a una nueva recesión global. Pero el ritmo de crecimiento es demasiado lento como para que la perspectiva mejore a corto plazo. La ONU ha sido el último organismo en rebajar su expectativa para este año, fijando el crecimiento mundial en un 2,4%, el mismo nivel con el que se cerró el ejercicio de 2015.
Durante los últimos años, los mercados han vivido en una burbuja dependiente de las actuaciones de los bancos centrales. Pero ahora, y con el fin de las políticas de estímulo en EEUU (que incluso podría subir de nuevo tipos en junio), ese maná ha tocado a su fin. Según datos de JP Morgan, desde el colapso de Lehman Brothers los recortes de tipos en todo el mundo superan ya los 650 (uno cada tres sesiones); mientras que las inyecciones de liquidez ascienden a cerca de 24 billones de dólares.
La sensación de que las armas se han agotado es ya un hecho. Y los inversores tienen cada vez más presente que, sin reformas y apoyo fiscal por parte de los Gobiernos, no se lograrán los objetivos de inflación y crecimiento. Para Lucas Monjardín, consejero delegado de Value Tree, "los bancos centrales pueden seguir manipulando todo lo que quieran, pero eso solo creará una burbuja brutal". La clave estará entonces en anticiparse al detonante que sea capaz de pincharla.
¿Qué puede hacer el inversor?
Sin duda alguna, la situación macro ha generado un entorno hostil para la búsqueda de rentabilidad. Por eso, los expertos coinciden en la necesidad de, ahora más que nunca, aplicar el concepto de largo plazo a la hora de invertir en los mercados financieros.
Desde Franklin Templeton explican que "con los tipos actuales, incluso los más conservadores, deben tener más renta variable en cartera y a plazos más largos", indica, recordando que la previsión de tipos bajos durante un largo periodo de tiempo obliga al gestor a "aceptar otro tipo de múltiplos" para saber si las Bolsas están caras o baratas. Las apuestas de la firma se centran en emergentes a largo plazo, Europa y EEUU en sectores como tecnología, "siempre teniendo en cuenta que la volatilidad exige entender ese concepto de largo plazo".
Los productos flexibles, también en duración, capaces de adaptarse a cualquier entorno de mercado, se tornan clave para una cartera ganadora de aquí a final de año. En renta fija, Juan Manuel Jiménez, senior vice president de Pimco, también ve valor en corporativa, donde el crédito históricamente se ha beneficiado de crecimientos de la economía entre el 1% y el 3%". También les gusta el segmento high yield, "aunque hay que tener cuidado con energía, porque creemos que algunas compañías tendrán problemas incluso con el crudo en 40 dólares". Aún así, descartan un posible riesgo de contagio, y recomiendan a sus clientes que ese riesgo que antes tenían en renta variable "se puede tener en renta fija high yield con menor volatilidad".
Espacio para el optimismo
La evolución del dólar, la caída de las materias primas o la desaceleración manufacturera. Son solo algunos de los factores económicos que han impactado negativamente en ciertos segmentos del mercado. Pero desde JP Morgan animan a los inversores a apostar por aquellos sectores que saben aprovechar las notas positivas del entorno macro, como el crecimiento del consumo y su tirón en la economía.
"A lo largo de los últimos años, la rentabilidad de los mercados de renta variable se ha ido desconectando de la rentabilidad de la economía mundial. Los inversores deben ser conscientes de las repercusiones de esta desconexión, puesto que los mercados de renta variable ya no reflejan los fundamentales del crecimiento económico", indican en sus últimas perspectivas trimestrales.
Desde la firma apuntan directamente a la escasa exposición de las cotizadas a los segmentos que sí están tirando de la economía global. "Con las empresas de energía y minería aportando el 19% de los beneficios en Europa y el 11% en los EEUU, no debería sorprender que la caída de los precios de las materias primas haya hecho sufrir a los mercados de renta variable", indican.
Desde la firma recuerdan que, en sentido opuesto, EEUU y Europa tienen una exposición menor a los factores que están mejorando. "En ambas regiones, un consumo sólido ha respaldado el crecimiento económico en los últimos años". Sin embargo, los dos mercados de renta variable obtienen un porcentaje relativamente pequeño de sus beneficios de los consumidores domésticos, "lo que significa que la renta variable no se está beneficiando plenamente de la solidez del consumo", aseguran.
A su juicio, la clave para gestionar la desconexión entre economías y mercados en una cartera es asegurarse de que "el inversor está expuesto a los factores económicos en fase de mejora y protegido contra los efectos negativos en las áreas de la economía que se enfrentan a dificultades".