Con sus 30 años de edad (surgió de un acuerdo entre Brasil y Argentina en 1985) el proyecto de Mercado Común del Sur (Mercosur) parece hoy más una pieza de museo que un bloque económico en desarrollo. La propia voluntad integracionista que le dio origen parece en los días actuales una plataforma analógica frente a […]
Dirigentes Digital
| 13 ene 2016
Con sus 30 años de edad (surgió de un acuerdo entre Brasil y Argentina en 1985) el proyecto de Mercado Común del Sur (Mercosur) parece hoy más una pieza de museo que un bloque económico en desarrollo. La propia voluntad integracionista que le dio origen parece en los días actuales una plataforma analógica frente a los vientos diríase digitales que soplan en el continente desde el Pacífico.
En enero de 2015 asumió la presidencia del bloque la República Bolivariana de Venezuela, el país que se incorporó formalmente al proyecto en 2013 con banderas y recetario de épocas pretéritas, como las de Simón Bolívar y Karl Marx. Con esa nación del "socialismo del siglo XXI" a la cabeza, ha quedado patente la vocación retórica del proyecto por encima incluso de cuestiones tan prácticas hasta ahora no alcanzadas como la eliminación de barreras comerciales y la promoción del desarrollo conjunto, declaraciones iniciales de su formación.
Corte y quebrada
Con Brasil sumergido en una profunda crisis política y económica, el nuevo Gobierno de Argentina mirando hacia el pragmatismo del Pacífico más que hacia las brumas ideológicas del Caribe, Uruguay también explorando su camino de "plurilateralismo", Paraguay ocupado en sus negocios y la propia Venezuela a la deriva en medio de crecientes estertores, el Mercosur vive una fase terminal.
Para completar el cuadro, las declaraciones del nuevo presidente de Argentina, Mauricio Macri, proponiendo expulsar a Venezuela de la organización por violación de su "cláusula democrática" (debido a la existencia de presos políticos en Caracas) no hacen más que subrayar el momento crucial al que ha llegado el bloque, más allá de la concreción o no de la advertencia a Maduro y los suyos.
La cláusula a la que apeló Macri "no puede usarse en base a hipótesis, sino a hechos calificados" y no puede probarse que en Venezuela se haya dado una "ruptura del orden democrático", reaccionó la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, en pleno ojo de una tormenta política que ha colocado a su propio cargo al borde de la cornisa.
Puede leer el reportaje completo en la revista DIRIGENTES del mes de enero