Este fin de semana, se produjo la mayor manifestación en Berlín desde las protestas en 2013 contra la guerra de Irak. El motivo es la oposición contra las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). A la convocatoria de ONG’s y movimientos sociales se unieron más de 150.000 […]
Dirigentes Digital
| 15 oct 2015
Este fin de semana, se produjo la mayor manifestación en Berlín desde las protestas en 2013 contra la guerra de Irak. El motivo es la oposición contra las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en inglés). A la convocatoria de ONG’s y movimientos sociales se unieron más de 150.000 personas en una movilización pacífica. Una de las mayores críticas que vierten los manifestantes es la opacidad y secretismo con el que está negociando las autoridades europeas. Un oscurantismo que no se libra ni los eurodiputados que tienen firmado un compromiso de confidencialidad para no desvelar los avances y compromisos en las conversaciones.
Las protestas han obligado al Ejecutivo comunitario a levantar parte de los documentos que sirven de base a las negociaciones. La comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström, se ha comprometido a una mayor transparencia, aludiendo a la fuerte oposición. La Comisión publicará en los próximos días un documento de 40 páginas que incluirá las claves del acuerdo del tratado.
Además, se elaborará una legislación europea para proteger a los consumidores europeos frente al acuerdo comercial con Estados Unidos. Asimismo Malmström se ha mostrado compresiva contra el rechazo que genera el mecanismo de arbitraje entre inversores y Estados (ISDS por sus siglas en inglés). Para calmar las críticas ha avanzado que los reguladores de los Estados jugarán un papel fundamental.
Por su parte en España, se ha publicado un informe del Instituto de Estudios Económicos sobre las bondades del acuerdo. Según el documento los salarios en España tendrán un impacto positivo del 0,7% a partir de su implementación en 2020. Será una de las consecuencias al aumento de las exportaciones de las empresas españolas al abrirse el mercado de Estados Unidos.
El tratado facilitaría un incremento del PIB del 0,74% adicional cada año dentro del escenario más positivo a largo plazo. En el corto plazo, de entre uno y dos años después de la implantación, esta aportación anual sería del 0,36%.