Los bancos españoles "cerraron el grifo" del crédito durante los peores años de la crisis y, en ese tiempo, los prestamistas privados se multiplicaron en nuestro país. Los hay de distintos tipos, desde los que conceden créditos rápidos de pocos días hasta los que conceden grandes cantidades a los que pueden poner su casa como […]
Dirigentes Digital
| 18 abr 2015
Los bancos españoles "cerraron el grifo" del crédito durante los peores años de la crisis y, en ese tiempo, los prestamistas privados se multiplicaron en nuestro país. Los hay de distintos tipos, desde los que conceden créditos rápidos de pocos días hasta los que conceden grandes cantidades a los que pueden poner su casa como aval.
Sin embargo, muchos de estos prestamistas no tienen buena prensa. ¿Son tan abusivos como dicen? Conozcamos sus principales diferencias con el banco.
Precio. Los prestamistas han aplicado, históricamente, intereses más altos que los bancos, tanto en pequeños préstamos ?los llamados minipréstamos que pueden alcanzar hasta el 3.000 % TAE? como en préstamos mayores como las hipotecas, cargadas de comisiones. Esto se debe a que estas empresas suelen correr más riesgos, diciendo "sí" a clientes que han sido o hubieran sido descartados por las entidades bancarias y se lo cobran. Sin embargo, para ser justos hay que decir que en estos momentos algunos prestamistas empiezan a rivalizar en precio con los bancos (el famoso Cofidis, por ejemplo, está ofreciendo hasta 15.000 euros al 6,49 % TAE).
Porcentaje de concesiones. Los prestamistas conceden préstamos a un mayor porcentaje de los solicitantes. Los intereses suelen ser más altos que los bancos y por eso se pueden permitir ser un poco menos estrictos y "tener la manga más ancha" a la hora de las concesiones. Se puede decir que tienen el riesgo más cubierto.
Rapidez. Los bancos pueden tardar semanas y hasta meses en aprobarnos un préstamo o hipoteca. Los prestamistas privados ofrecen una respuesta que, en la mayoría de los casos, no tarda más de 48 horas. Incluso en el caso de los minicréditos de hasta 600 euros a devolver en 30 días, el interesado obtiene una respuesta en minutos. Además, en cuanto al papeleo, el crédito del banco requerirá mucha más documentación, entrevistas y viajes que el del prestamista privado.
Impago. En los casos en que el cliente no puede seguir pagando la cuota acordada, los bancos suelen dar un par de avisos antes de tomar medidas mayores, y en algunos casos se muestran abiertos a reestructurar la deuda, ajustando la cuota de forma que el cliente pueda seguir pagando. Esta negociación suele ser menos frecuente en los prestamistas, mucho más rápidos y menos clementes a la hora de inscribirnos en listas de morosos y proceder a una demanda y posible embargo.
Seguridad. ¿Es el banco más seguro que el prestamista? Esta pregunta tendría sentido si fuéramos a depositar dinero pero no cuando vamos a pedirlo. Aquí es el que presta quien está corriendo el riesgo. De todas maneras, si los bancos están regulados por supervisores como el Banco de España y el Banco Central Europeo, además de por la ley (hipotecaria o de Crédito al Consumo), los prestamistas también están sujetos a la ley, y antes a un contrato, ya que por supuesto la legislación les obliga a cumplir su parte igual que el cliente debe cumplir la suya. Por eso, si entendemos todos los puntos del documento y estamos de acuerdo con él, no hay nada que temer.
¿A quién conviene más el capital privado?
Lo recomendable es intentar conseguir el préstamo siempre primero en el banco, ya que los intereses seguramente serán menores, sobre todo si hace tiempo que somos clientes y conocen nuestras entradas y salidas de dinero y nuestra capacidad de pago.
Dicho esto, tendrán que acudir a un prestamista:
1. Las personas en ASNEF. Ningún banco presta a clientes en lista de morosos como RAI o ASNEF. De hecho, algunas entidades incluso les niegan el poder abrirse una cuenta corriente. Si este es nuestro caso, nuestra única opción es el capital privado.
2. Las personas sin nómina. Los bancos tampoco conceden préstamos a personas que no puedan justificar ingresos regulares. Solo los prestamistas nos dan esta opción, eso sí, con aval mediante, como pueda ser una casa.
3. Los que necesitan el dinero urgente. La única forma de conseguir un crédito urgente del banco es si poseemos una tarjeta de crédito que nos permita disponer de ese "adelanto de bolsillo" en cualquier momento. Si no es el caso y necesitamos el dinero para las próximas horas o días, acudir al capital privado será la única salvación. Los prestamistas suelen ser rápidos en la concesión, por lo que un buen consejo es no mostrarles nunca nuestro apuro para evitar que intenten aprovechar la situación para obtener más beneficios. Y por supuesto, que la desesperación no nos haga firmar cualquier cosa.
4. Los que necesiten unificar deudas. Hay gente que está pagando varios préstamos a la vez (por ejemplo: la hipoteca, un préstamo para estudios, la tarjeta de crédito y el préstamo del coche) y no da abasto para pagar todas las cuotas. Una solución es juntar todas las deudas y crear una gran hipoteca que tendrá dos ventajas: ahora tendremos que pagar una sola cuota y menos dinero al mes porque el plazo se estira. El inconveniente es que estaremos endeudados durante más tiempo y que, al final, habremos pagado más intereses en total, pero es cierto que la operación "desahoga" mucho en el mes a mes. Pues bien, esta operación no es demasiado habitual en los bancos y, sin embargo, existen prestamistas privados en todo el territorio nacional que nos ofrecen esta opción.
5. Los que han sido rechazados por el banco por cualquier otra razón.
El resumen sería que, cuanto más "apurados" estemos por prisa, falta absoluta de ingresos, etc., más fácil es que necesitemos acudir a un préstamista privado. Pero a poco que aún tengamos cierta capacidad de maniobra, vale la pena otear varias ofertas de los dos lados, fijándonos no solo en el interés sino también en las comisiones y otros posibles gastos del préstamo, para decidir, sin prejuicios, qué opción en nuestro caso es la mejor.