Parece que en los últimos tiempos hemos entrado en una auténtica batalla en lo que al mercado de divisas se refiere, un tira y afloja entre las diferentes economías globales que nos llevan en la actualidad a no ver con asombro las diferentes y dispares medidas que se toman. Los bancos centrales o nacionales , […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Parece que en los últimos tiempos hemos entrado en una auténtica batalla en lo que al mercado de divisas se refiere, un tira y afloja entre las diferentes economías globales que nos llevan en la actualidad a no ver con asombro las diferentes y dispares medidas que se toman.
Los bancos centrales o nacionales , dependiendo de su procedencia, se han lanzado a la modificación de tipos de interés, compra de otra moneda, venta de la propia, intervencionismo de su moneda ajustándola o fijándola en un rango concreto dependiendo de la moneda con la que tenga una mayor "rivalidad", siempre buscando un beneficio con dichas actuaciones.
El gran problema es que las maneras son dispares a la hora de llegar a los objetivos marcados. Pero debemos tener en cuenta que este tipo de medidas persigue en la mayoría de los casos combatir la deflación, uno de los principales problemas económicos debido a la situación general de estancamiento del crecimiento global, dándose en algunas economías contracción.
Parece cosa del pasado ese mercado en el que una economía fuerte con unos resultados macroeconómicos saludables, eran un claro motivo para apreciar la moneda de dicha región. Ahora esos datos no son tan saludables como antaño y una de las maneras de mejorarlos es a través de la divisa.
En la actualidad euro y dólar siguen siendo las monedas referencia a nivel global, seguidas por la libra y en mayor medida el yen, moneda de la tercera potencia económica a nivel mundial, estas cuatro monedas son el fiel reflejo de una guerra silenciosa, ya que sus correspondientes bancos centrales no han encaminado su política económica de manera directa a la depreciación de su moneda ya que tanto BCE, FED, BOE y BOJ, respectivamente, han activado políticas monetarias expansivas que perseguían mejoras económicas con datos concretos y hacer resurgir unas economías que venían lastradas por una crisis que castigó a todas.
Lo silencioso de la actuación es que ninguno ha declarado, incluso en ocasiones han negado, la importancia que tenía la depreciación de esa moneda en sus fines a lograr (Europa empezará ahora un proceso que USA y UK han finalizado y en el que Japón aún se encuentra sumido), lo que ha ayudado sobremanera a poder llegar al objetivo marcado.
El caso de países como Australia y Nueva Zelanda es particular, ya que tienen unas políticas nada estables y definidas en lo que a modificaciones de tipos de interés se refiere, sólo debemos ver las últimas dos actuaciones de dichas economías, la primera con una bajada de tipos depreciando su moneda y la segunda en un discurso en el que el presidente del banco central de Nueva Zelanda declaró que las mismas posibilidades había de subir tipos que de bajarlos, esto denota un claro interés a la hora de devaluar o no su moneda, situación que desconcierta pero que se entiende lógica ya que son un claro ejemplo de políticas dirigidas a la cotización de su moneda, cosa que no es de extrañar porque el peso de sus exportaciones es extremadamente importante.
En los emergentes ya no sorprenden las oscilaciones de sus tipos de interés principalmente al alza y, sobre todo, en circunstancias de incertidumbre en economías sólidas que les golpean en mayor medida a ellos debido a la dependencia que tienen de estos, factor que no les favorece comercialmente hablando.
Los casos más llamativos dentro de Europa son los de Suiza y Dinamarca, el primero por una modificación de tipos de interés unida a una eliminación de la barrera que tenía en la zona del 1,20 con respecto al euro, lo que produjo una brutal apreciación del franco y provocó la ruptura a la baja del nivel antes comentado del EURCHF, se intentó con la bajada de tipos de interés disminuir el impacto de la decisión de quitar ese intervencionismo, que no se consiguió; tal decisión ha llevado de nuevo al banco nacional suizo a plantearse compras masivas de euros y una venta masiva de su divisa para depreciarla y hacerla mucho más competitiva.
El caso de Dinamarca se trata de una economía que ha rebajado en cuatro ocasiones su tipo de interés en menos de un mes, además de comprar euros para debilitar de manera artificial su moneda.
Los casos son muy numerosos y de cara a 2015 debemos estar preparados para que en cualquier momento, cualquier economía cambie su guión económico sin previo aviso, modificando su política económica a su antojo, persiguiendo conseguir sus intereses.
En el plano local, nuestra moneda puede ser la que más dificultades tenga para depreciarse, cuestión que no debería importarnos sobre manera, ya que nuestra fuerza exportadora debería estar dirigida a productos y servicios de calidad de clase media alta, que no nos llevaría a competir con productos primarios, lo que produciría un menor impacto positivo en el dato macroeconómico y no de manera contundente a la balanza comercial que de manera directa influenciaría en la deflación.
Lo que sí debemos tener en cuenta es que el tema Grecia ha generado desconfianza lo que apoya la bajada del euro, pero lo más importante es que el euro aún no ha recogido el impacto que la QE, en Europa, va a generar de manera negativa en el euro. Ya que un mercado inundado de euros, provocará un descenso importante en la cotización de la divisa.
De todas formas no debemos entrar en la falacia de ver en la divisa una tabla de salvación a la situación económica negativa, ya que de ser así países con monedas muy depreciadas serian los que coparían más exportaciones mundiales, se trata de buscar un equilibro en el que la divisa dé un plus lo suficientemente importante como para generar rendimientos por esa depreciación pero no genere una desconfianza sobre el país emisor de la misma.