La crisis en Europa ha vuelto a poner a los emergentes en el foco de los inversores. Al principio, los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China), así como los CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica), eran sólo atractivos por sus recursos naturales, o como fuente de mano de obra barata y de […]
Dirigentes Digital
| 11 nov 2014
La crisis en Europa ha vuelto a poner a los emergentes en el foco de los inversores. Al principio, los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China), así como los CIVETS (Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica), eran sólo atractivos por sus recursos naturales, o como fuente de mano de obra barata y de fabricación a bajo coste. Sin embargo, en estos momentos, no se puede proyectar el futuro ignorando a estos mercados porque ellos serán el escenario y los protagonistas de muchos movimientos y cambios de la economía mundial.
La duda sigue siendo si la deuda emergente continuará comportándose bien una vez que los bancos centrales de los países desarrollados, principalmente la estadounidense, comiencen a endurecer su política monetaria. Todo ello se traduciría en una debilidad en el crecimiento económico de los mercados emergentes.
¿Temor en la inversión emergente?
Rusia es uno de los países que mayor protagonismo ha perdido en los últimos años. Se trata de un mercado muy barato, basado en una renta variable con valoraciones que suelen entregar rentabilidades muy atractivas. Sin embargo, uno de los inconvenientes para los posibles inversores sería que podría dejar de ser el principal proveedor de gas de la Unión Europea cuya demanda está valorada en 80.000 millones de dólares del año. Pero si por algo puede dejar de ser protagonista entre los mercados emergentes, sería su incertidumbre geopolítica. El conflicto con Ucrania tiene en vilo no sólo a inversores o industriales, sino a gobiernos y políticas de todo el mundo, un conflicto que puede dañar a su rentabilidad, y en general, a la economía mundial.
Las materias primas son un aliciente en la inversión en los mercados emergentes, así lo demuestra Latinoamérica, principalmente Brasil, México y Colombia. Han adquirido una mayor autonomía económica y política, además de haber creado por fin una clase media que ha reducido notablemente la distancia histórica entre una élite adinerada y una masa sumida en la extrema pobreza. Pero la región sigue afrontando grandes carencias de infraestructuras tanto económicas y sociales como de capital humano. Brasil ha perdido inversores, precisamente por su situación política, agravada con la reelección de Dilma Rousseff.
La mejor parte de las recomendaciones de inversión se la lleva Asia, concretamente India y China. La primera ha conseguido un gran impacto positivo gracias a los resultados favorables de las últimas elecciones celebradas y a un ajuste de los precios respecto a principios de año. El caso de China es un poco más complicado. La mayor parte de los analistas coinciden en su gran progreso en los últimos años, pero aún así se sienten precavidos y con un cierto temor a un posible desastre inmobiliario o financiero.
Interesante es el análisis realizado por Richard Titherington, gestor de JP Morgan. Es consciente de la existencia en este mercado de una burbuja tanto financiera como inmobiliaria, además de numerosas ciudades fantasma. Pero la comparación que hace es clara y concisa. ¿En España no existe ese mismo problema? La tasa de urbanización en España ronda el 95% y en China es del 52%.
La diferencia entre las dos economías, es que cuando estalló la crisis, España no contaba con el superávit de cuenta corriente y con las enormes reservas de divisas que poseía China. Este último se trata de una economía muy grande, donde es fácil encontrar créditos fallidos o como hemos comentado antes, numerosas ciudades fantasma. La clave es sencilla, valorar si todos estos datos son importantes para el inversor desde un punto de vista sistémico.
Las opiniones son diversas, los temores existen, pero si en algo coinciden todos, es que se está abriendo un nuevo camino para los mercados en desarrollo. Pero habrá que esperar si la inversión que se está haciendo en ellos dará realmente sus frutos y beneficiará a la economía mundial.