Fue el economista Paul McCulley quien en 2007 puso por primera vez nombre al shadow banking durante una de las míticas reuniones de Jackson Hole. Aunque son difíciles de identificar con una definición, se puede decir que estas entidades engloban también aquellas dedicadas a negocios como el crowdfunding, los hedge funds, e incluso algunos fondos […]
Dirigentes Digital
| 06 may 2015
Fue el economista Paul McCulley quien en 2007 puso por primera vez nombre al shadow banking durante una de las míticas reuniones de Jackson Hole. Aunque son difíciles de identificar con una definición, se puede decir que estas entidades engloban también aquellas dedicadas a negocios como el crowdfunding, los hedge funds, e incluso algunos fondos de inversión o sociedades de capital riesgo.
Su crecimiento ha sido imparable en los últimos años, ante el hueco que el sector bancario tradicional había dejado en la financiación durante la crisis, especialmente de empresas que se han visto obligadas a buscar alternativas frente a los bancos.
Según la Financial Stability Board (FSB), este mecanismo ya supone 71 billones de dólares en EEUU. Pero no se trata solo de su desarrollo en la primera potencia mundial. Un reciente estudio elaborado por el IEB y Axesor, confirma que en España también hay disponibles 160.000 millones de euros para prestarse por vías alternativas al crédito bancario.
Hay que tener en cuenta que en el país, más del 80% de la financiación procede precisamente de las entidades financieras tradicionales. El porcentaje más elevado de Europa y muy por encima del 50% que registran otras regiones como Francia o el 20% en EEUU.
La crisis ha dejado claro que las empresas tienen que abrirse a una nueva financiación, menos bancaria y más centrada en los mercados de capitales. Y en este contexto ha crecido la banca en la sombra. Un reciente informe de PwC apunta a que el sector podría pasar de representar del 25% al 35% de los activos financieros globales en los próximos cinco años. El estudio, elaborado con las respuestas de 250 directivos de bancos, banca privada, brokers, hedge funds y fondos de pensiones, entre otros.
El 70% de los encuestados consideran esta actividad como una amenaza para la banca tradicional, mientras que 20% cree que puede propiciar formas de colaboración innovadoras. El 10% restante opina que los jugadores no tradicionales sólo supondrán una amenaza para aquellas entidades de crédito que no sepan adaptarse manteniendo tecnologías inferiores. Y más aún ante un nuevo entorno regulatorio que de por sí supondrá un aumento de costes que sin duda impactará de lleno en los márgenes.
De hecho, entre las conclusiones del informe los expertos señalan a la sobreregulación en los mercados como impulsor de la industria de la banca en la sombra, "que promoverá la creación y expansión de empresas financieras especializadas en un único sistema, hedge funds y otras compañías especializadas en compras. Las instituciones tradicionales perderán cuota de mercado en favor de estos nuevos competidores".
Ante el temor que supone la llegada de este nuevo sistema, la CNMV ha puesto en marcha algunas medidas, como la nueva ley para regular las entidades de capital riesgo o la prevista para las instituciones de inversión alternativa y que atribuye al organismo el control de posibles riesgos sistémicos en el sector. Del mismo modo, la intención es seguir la evolución de la banca en la sombra para comprobar el nivel al que entidades fuera del sistema bancario tradicional están captando actividades propias de este, incluidos algunos vehículos de inversión como los fondos monetarios.