En 2015, el crecimiento del PIB mundial cayó hasta su nivel más bajo desde los peores momentos de la crisis financiera (3%). El año pasado fue un ejercicio aciago para la mayoría de las clases de activos, especialmente por lo que respecta a las materias primas y a la renta variable de los países emergentes. […]
Dirigentes Digital
| 27 ene 2016
En 2015, el crecimiento del PIB mundial cayó hasta su nivel más bajo desde los peores momentos de la crisis financiera (3%). El año pasado fue un ejercicio aciago para la mayoría de las clases de activos, especialmente por lo que respecta a las materias primas y a la renta variable de los países emergentes. En 2016, es probable que el crecimiento vuelva a acelerarse hasta casi el 3,3%, pero los mercados seguirán sufriendo turbulencias. En este entorno, ¿cuáles son las mejores soluciones para los inversores en estos territorios inexplorados?
Cabe señalar que nuestras perspectivas sobre el crecimiento global se basan en un reagrupamiento mundial en función del nivel de la brecha de producción y la dinámica del país. Las brechas de producción son en su mayor parte negativas en 2016, pero se espera que se reduzcan en la mayoría de los países. Se estima que la aceleración del crecimiento mundial estará respaldada por la recuperación de la Zona Euro y la estabilización de algunas economías emergentes.
Respecto a estos últimos, las expectativas de un crecimiento ligeramente superior en los mercados emergentes reflejan las previsiones de que la recesión que sufren América Latina y Rusia están llegando a su fin. Estamos de acuerdo, pero solo en parte. Los precios de las materias primas están cayendo. En Brasil, los escándalos políticos afectan al Gobierno y la presidencia. Rusia ha sorprendido a los inversores con algunas mejoras: la inflación se ha reducido un 5,2% desde su nivel más alto, pero seguía siendo alta en diciembre (12,9%). El Banco de Rusia ya ha rebajado los tipos de interés. La inversión en capacidad productiva ha tocado fondo, aunque continúa en terreno recesivo.
En lo relativo a las economías desarrolladas, Japón continúa mejorando paulatinamente, pero sigue precisando más estímulos políticos. Abenomics evitó lo peor, pero hasta ahora la actividad y los precios solo han reaccionado de forma muy tímida. Además del estímulo interno y la debilidad del yen, el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) debería impulsar la recuperación. La reciente subida de los salarios, aunque muy moderada, respalda las expectativas de nuevos estímulos por parte del Banco de Japón.
La Zona Euro, por su parte, esperamos que siga recuperándose en 2016, a un ritmo incluso mayor que el año pasado. La previsión de consenso del crecimiento del PIB para 2016 es del 1,7%, lo que supone 0,2 puntos porcentuales tanto de aceleración como de crecimiento comparado con el inicio de 2014. La mayoría de los países del euro contribuirá a esta aceleración. Se espera que Alemania pierda el liderazgo en este sentido y pase a situarse en la media de la zona del euro. Se estima también que España, que tuvo un comportamiento estelar en 2015, se ralentice algo, aunque mantendrá un ritmo de crecimiento superior a la tendencia y muy superior a la media de la zona del euro. La economía real de la zona del euro se ha visto impulsada por la política monetaria sumamente laxa. La ampliación del balance del BCE ha comenzado a impulsar el crecimiento del crédito y probablemente seguirá haciéndolo a un ritmo cada vez mayor. Tanto el programa de compras de activos como el tipo de depósito negativo adoptados por el BCE deberían seguir respaldando el crecimiento en 2016. Por consiguiente, esperamos una recuperación del gasto en inmovilizado, sobre todo en Italia y España, que deben cerrar una brecha de inversión importante. También se espera que el crecimiento de la zona del euro se vea respaldado por la aceleración del crecimiento del consumo a medida que los mercados laborales y la generación de ingresos mejores en casi todos los países.
Las grandes preocupaciones son las economías cuyo ciclo está más avanzado, como es el caso de China. Hay indicios de estabilización debido al mayor respaldo público y a que la solidez del sector servicios está compensando la persistente debilidad industrial. Sin embargo, preocupa que pueda producirse una restricción crediticia, ya que los créditos dudosos van en aumento y el crecimiento del crédito total se ha deteriorado. Tras la inclusión del renminbi en la cesta del FMI, es probable que asistamos a nuevas medidas de flexibilización de la política fiscal.
Respecto a Estados Unidos, la solidez del dólar, los bajos precios de la energía y la debilidad de China están lastrando su actividad industrial. El consumo vuelve a ser uno de los factores clave que compensan la desaceleración industrial de mitad de ciclo. En efecto, los precios del consumo y de los bienes inmobiliarios se beneficiarán del fuerte crecimiento de los ingresos y el fin de desendeudamiento de las familias. Los consumidores impulsarán el crecimiento en 2016 y la economía rozará el pleno empleo.
Por último, la dinámica de crecimiento en Reino Unido se ralentizó durante 2015, pero ha mejorado últimamente. No obstante, las expectativas de subidas de los tipos se han aplazado hasta finales de 2016, ya que el Banco de Inglaterra ha rebajado sus previsiones de inflación. El debate sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit) es un riesgo importante; cualquier indicio de que aumente el respaldo del banco contrario a la UE podría lastrar la confianza. Más allá de la política, el crecimiento salarial ha repuntado y es probable que impulse el consumo. Las perspectivas del Banco de Inglaterra indican una continuación bien sustentada del ciclo económico.
Nicolas Chaput, Global CEO & co-CIO Oddo Meriten AM.