Y lo hacemos de la mano de Natixis Global AM que revisa sus principales predicciones para este ejercicio para hacer balance recordando que no gustan de hacer "predicciones" y las palabras de Donal Rumsfeld: "Yo no diría que el futuro es necesariamente menos predecible que el pasado. Creo que el pasado no era predecible cuando comenzó".
La primera parada de la firma es el aumento de la volatilidad. Su punto de vista se basaba en que las divergentes políticas de los bancos centrales elevarían la volatilidad tanto en Bolsa, como en bonos, divisas y materias primas, como así ha sucedido, "aunque no necesariamente por la razón que pensábamos", ya que el principal causante ha sido el hundimiento de la Bolsa china y la devaluación del yuan de agosto. Sólo en los últimos meses el endurecimiento de la Fed frente al QE del BCE han comenzado a crear grandes movimientos de precios.
De hecho, estos expertos esperaban que la autoridad monetaria estadounidense llevase a cabo la primera subida de los tipos de interés en casi una década en junio, aunque finalmente su presidenta, Janet Yellen, no se ha decidido a dar el paso hasta este mes de diciembre.
En tercer lugar, estimaron que las rentabilidades de la deuda deberían "subir… tal vez… lentamente". Una predicción, indican, que podría decirse ha demostrado ser cierta, pues, por ejemplo, los bonos del Tesoro de Estados Unidos a diez años tras comenzar el año en el 2,17%, han oscilado entre un mínimo del 1,64% y un máximo del 2,48%.
Seguidamente se plantean la cuestión de si las compras de activos (QE) del BCE ya habían sido descontadas por los mercados, destacando que a mediados del año pasado eran suficientes los indicios de un programa en este sentido. Su opinión era que los beneficios de esta política serían, en el mejor de los casos, tenues. "Aunque los resultados son mixtos y difíciles de medir con precisión, la mayor parte de las consecuencias positivas en lo que respecta a caída de las yields y la debilidad del euro se produjo en anticipación de este plan", concluyen, reconociendo, no obstante, que la expansión del crédito, la inflación y el PIB han mejorado, aunque "sólo modestamente".
Sobre la renta variable, sus estimaciones se basaban en subidas en las Bolsas, que era posible que no se sintieran. En concreto, estimaban, de forma similar a 2014 y posiblemente también para 2016, que un crecimiento de entre el 4% y el 6% de los ingresos combinado con una mínima expansión del ratio precio/beneficio, derivaría en retornos también entre el 4% y el 6%. "Si bien estas cifras se referían específicamente a Estados Unidos, ganancias y catalizadores han sido similares en todos los países desarrollados. Dentro de esto, preferíamos Bolsa no Wall Street y gran capitalización frente a pequeña", matizan. Acertaron en todo esto, pero no lograron predecir el colapso de las energéticas.
Finalmente, confirman que la dispersión entre acciones ha aumentado, ante el hundimiento de las materias primas y los "vientos en contra" del efecto divisa/exportaciones; y el mantenimiento, por ahora, del crédito. Si bien, reconocen que su preferencia por este activo ha resultado ser demasiado optimista.
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