Cuanto más cuesta llenar el depósito del coche, más están dispuestos a rebajar el precio de las viviendas los agentes inmobiliarios estadounidenses. Un estudio de las universidades de Longwood y Florida Atlantic, que ha estudiado los precios de los carburantes y más de 17.000 transacciones cerradas en el estado de Virginia entre 1999 y 2009, […]
Dirigentes Digital
| 27 oct 2015
Cuanto más cuesta llenar el depósito del coche, más están dispuestos a rebajar el precio de las viviendas los agentes inmobiliarios estadounidenses. Un estudio de las universidades de Longwood y Florida Atlantic, que ha estudiado los precios de los carburantes y más de 17.000 transacciones cerradas en el estado de Virginia entre 1999 y 2009, así lo confirma.
Según se recoge en este estudio, recogido por el diario The Wall Street Journal, si a los agentes inmobiliarios les sale más caro echar gasolina para enseñar una casa, más están dispuestos a rebajar el precio de ésta. ¿El motivo? Simplemente que, si una vivienda es barata, es posible que se venda más rápidamente y se necesite enseñarla menos veces; por tanto, se harán menos viajes y se gastará menos gasolina.
Pese a lo sencillo de esta explicación, la variación del precio de las viviendas estadounidenses según la gasolina es significativa. Según el informe, por cada dólar (0,90 céntimos) que sube el galón (3,78 litros) de combustible, los agentes inmobiliarios están dispuestos a bajar sus propiedades una media de 4.600 dólares (unos 4.110 euros), una cifra más que considerable para cualquier comprador. Incluso esta cifra es aún mayor (5.365 euros) en el caso de los agentes que llevan menos de seis años en el sector y son menos experimentados.
Así explica Bennie Waller, autor del estudio y profesor de Finanzas del mercado inmobiliario en la Universidad de Longwood, el motivo de que unos agentes rebajen más el precio que otros: "Los agentes más veteranos son capaces de repartir mejor el incremento de los costes fijos de su actividad, como el de la gasolina, entre los múltiples inmuebles que comercializan". "Los profesionales más jóvenes no pueden hacer lo mismo porque cierran menos transacciones, lo que les obliga a ser más agresivos con los precios", añade Waller.